viernes, 31 de octubre de 2008

Spirit in the Dark

La noche del Samhain me sorprendió en plena ovulación, sola, sentada en el piso de mi nuevo dormitorio, la agenda Maitena sobre la falda, empeñándome en transcribir los hechos con rigor histórico, obsesiva, porque no quiero olvidar los detalles, las palabras, el vértigo, el fin y el principio.
La gata, que aún no se recupera del fragor de la mudanza, recorre cada rincón descubriendo los olores del nuevo hogar. Está asustada, me mira con ojos agrandados por la sorpresa pero sabe que estoy ahí, confía en mí, de a poco se irá tranquilizando.
Es noche de brujas y no tengo miedo.
Dormiré con la ventana entreabierta mirando las estrellas mientras Aretha Franklin canta en mi oído… “Spirit In The Dark...”

jueves, 30 de octubre de 2008

It's hard to say goodbye

Hace tiempo no río como hace tiempo,
Y eso que yo reía como un jilguero…

El camión llegó puntual.
Cebé mate para los muchachos, mate con medialunas, las últimas medialunas que compraré en la única panadería disponible en varios kilómetros a la redonda…
Llegó el día señalado.
No importa si no tengo a dónde ir porque el signor Pittore solicitó encarecidamente que no lo interrumpa ni lo estorbe, quiere estar a solas en mi recién adquirido departamento para lijar de arriba abajo las benditas paredes, pintarlas de blanco inmaculado como a mí me gusta y soplar para que sequen rápido…
No importa si mi perro del alma, que es como un hijo de sangre, va a parar al pensionado hasta que H por fin disponga de su “casaquinta con inmenso parque”... por unos días nada más, y a él le gusta porque juega con sus amiguitos, especialmente con Gregorio -el basset- que, como es un poco vago, se acuesta de espaldas y se hace el muerto mientras los demás saltan alrededor…
No importa el tremendo jaleo de ir y venir, contar, firmar, certificar, contar de nuevo, volver a firmar, saludarnos todos con besos y abrazos como si fuéramos íntimos, como si no hubiéramos peleado y ofendido, como si hubiera confianza, como si fuéramos gente de palabra, como si verdaderamente deseáramos lo que hacemos, como si tuviéramos opción…
No importa si la casa ha quedado vacía y el eco de mi voz resuena en cada habitación como queriendo quedarse…
No importa si en el último instante lloramos la tristeza de lo que debió ser, la ilusión perdida, el sueño que nos mantuvo unidos hasta descubrir que no era posible, que la vida abría nuevos caminos, cada cual por su lado, queriendo o sin querer, intentando no lastimarnos más…
Ya no importa nada.
Miré los árboles del fondo por última vez, aspiré el aroma reposado del campo cuando despunta el sol, escuché el canto de los pájaros y el llanto ahogado de H que aún no logra asimilar la realidad…
Palpar las paredes de la casa y descubrir que ya no es mi hogar, duele más de lo que esperaba y, sin embargo, no logro arrepentirme.
Es una despedida, nada más.

viernes, 24 de octubre de 2008

Stuff

Si estuviera por irme de viaje consideraría muy seriamente llevar mi bolsito psicodélico, el de color naranja con flores turquesa que combina a la perfección con los anteojos XL que rescaté del free shop justo después de la trifulca aquella con la loca de Migraciones.
Como de costumbre, empezaré a armar la valija con demasiada anticipación, basándome en la
lista de cosas “imprescindibles” cuidadosamente elaborada días atrás y en todo aquello que se me ocurrirá a último momento, desatando una crisis de ansiedad tan innecesaria como inoportuna. Y, porque en estos casos siempre es mejor que sobre y no que falte, iré completando los espacios vacíos con pilas de remeras y bombachas extra, decenas de bombachas que se ventilarán por el mundo, sobrevolarán el Ecuador y retornarán impregnadas de sales oceánicas, oscilando al ritmo de un merengue muy tentador. No faltarán los ítems inservibles, ridículos, privativos de las vacaciones, el pareo animal print de la tía Coca, el sombrero de paja con margaritas de tela y las ojotas con luces intermitentes, esas que te das el gusto de exhibir en aquellos parajes lejanos donde todo está permitido y lo estrambótico es sinónimo de estilo.
Ahhhh… vacaciones…
Hago de cuenta que armo la valija mientras acomodo tazas, libros, sábanas y velas en los innumerables canastos que pueblan el patio de mi casa y parte del comedor.
“Mi” casa que dentro de poco ya no será mía.
Me invade una ola de desolación al mirar los estantes vacíos pero no hay vuelta atrás, no quiero volver atrás.
Subo el volumen de mi flamante Ipod lo suficiente para disipar cualquier rastro de tristeza y sigo, incansable, tachando ítems en la lista, explotando cada tanto las pelotitas del embalaje, pensando dónde colgaré el brasero de cobre de mi tatarabuela y los cuadros de Monet y el llavero con forma de ombú y… y…
Cuántas cosas… Y todas forman parte de mi historia, aún las no elegidas por mí. No sigo, me dan ganas de llorar y no sé dónde están los pañuelos…

martes, 21 de octubre de 2008

Sobre llovido, mojado

Volver a casa apretujada en la combi, un viento de la hostia y encima llueve, al costado de la ruta un abismo de barro y cardos se torna intransitable, lo mismo da haberse olvidado el paraguas, no hay manera de evitar la mojadura que te sepultará bajo las sábanas con un catarro de los mil demonios.
Estás sola, sola y desamparada, el celular inservible en una mano, en la otra un centenar de bolsas empapadas, cara de frustración, de necesitar ayuda con urgencia y no querer admitirlo.

Te refugiás en el portal del country hasta que amaine el temporal considerando que de todos modos, aunque corras más rápido que el pensamiento sin temor al ridículo, tus pies de princesa se hundirán torpemente en todos los charcos hasta llegar a casa.
A nadie parece importar la desgracia ajena. Los vecinos macanudos van y vienen en sus relucientes autos importados, transgrediendo los límites de velocidad, te observan curiosos y siguen de largo, algunos salpican sin querer... "Pero la re p… @(/#&#$"#&@ !!!!"
Te resignás a acomodarte en el silloncito de la sala de espera, podrías pasar allí la noche y no sería tan grave. Sí, sería espantoso pero no querés dar el brazo a torcer.
Tarareás para tus adentros la fuga del Gloria, intentando calentar la garganta y acallar a voz de la conciencia, evitás mirar hacia fuera, mostrar debilidad es inaceptable, indigno.
Y entonces alguien grita con voz cascada: “¡Nena! ¡Queriiiiida! ¿Qué hacés ahí? Subí que te llevo. Te vas a resfriar con esta lluviecita…”
Menos mal que Mrs. Septuagenaria, pese a su miopía galopante, reparó en mi calvario y me rescató. Abrí con cierta dificultad la puerta machucada del Ford inmenso que se empeña en conducir como cuando era una bella muchacha pletórica de juventud y buenos reflejos.
Afortunadamente era un viaje corto, estaba oscuro y nadie nos vio. Parecíamos Thelma y Louise rumbo a lo desconocido, dando tumbos sobre el asfalto mojado y ella tan feliz que me dio pena mostrar descontento.
La vieja es de lo que no hay. Sin duda, ha de sentirse sapo de otro pozo en este country emponzoñado, pero de seguro disfruta a lo grande riéndose en las narices de los simuladores, los ostentosos, los caraduras, los “buenos vecinos”, mientras pasea su digna vejez en un quejumbroso Ford de colección.

domingo, 19 de octubre de 2008

Madre hay una sola

Esa manía inexplicable de las maestras de pensar que mamá, en su día, estaría requetecontenta de recibir una original y colorida artesanía en madera, enteramente lijada y barnizada por su hijita del alma, no importa si la pintura chorrea creando surcos surrealistas en un diseño que obliga a apartar la vista, o si la carpinterita desprovista de criterio desdeña la pizzera, la bandeja para el desayuno y el revistero y elige con un entusiasmo rayano en la demencia… ¡una huevera!
Sí, I do confess… No quiero recordar la cara que puso mamá cuando la vio.

-Ahhh… qué lindo… esteeee… el portamacetas…
-¡Mamá! ¡Es una huevera!
-Ah, sí, sí. ¡Justo lo que necesitaba!

La huevera en cuestión –que me costó un triunfo armar y adornar con figuritas de Sarah Kay espolvoreadas con brillantina- se convirtió finalmente en portamacetas.
Mamá siempre le encontraba destino a las cosas, aún a las más inverosímiles. Como cuando armó el disfraz de florcita para mi hermana y cosió cada pétalo al alambre del batidor de las tortas para que quedaran bien paraditos y al final no quedó otra que regalarle una batidora eléctrica para que los bizcochuelos se inflaran como es debido.
Equipamos la casa con los regalos del Día de la Madre… batidora, plancha, secarropas, freidora… Como si mamá no tuviera más aspiraciones que las de una simple ama de casa que cuida de los suyos, cocina, lava, plancha, mira las telenovelas y chusmea con las vecinas. Como si no tuviera derecho a algo lindo para disfrutar ella sola…
Una sola vez se quejó y dijo que no quería regalo, sólo que la lleváramos a comer a un restaurante. Pensamos con horror que no iba a cocinar más, una verdadera tragedia. Porque resulta inconcebible la idea de una madre que no cocine, aunque fuera Susana Giménez, por lo menos tiene que saber hacer un puré.
Pero, claro, tenía mucha razón. Siempre trabajando, noches sin dormir pegando lentejuelas a los tutús que ahora duermen el sueño de los justos en un placard lleno de naftalina, tomándonos lección la víspera de algún examen especialmente complicado, poniéndonos paños fríos en la frente cuando ardíamos de fiebre, organizando fiestas de cumpleaños, armando la mochila para el campamento… Mamá siempre estaba en todo, era la generosidad personificada. Y no hay regalo en el mundo con el que retribuir tamaño sacrificio, una vida entera dedicada a criarnos, a educarnos en el amor, a hacer de sus hijos personas de bien.
Mamá… Cuánta necesidad tengo de tus consejos sabios, daría cualquier cosa por tenerte a mi lado como antes, que me guíes, que me muestres el camino, que te enojes si hago todo mal, que me enseñes todo lo que una “señorita” debe aprender…
Quisiera algún día ser como vos.

jueves, 16 de octubre de 2008

Una de tantas...

Madame Julie

Música: Enrique Maciel
Letra: Francisco Baldana

Me dijeron que el muchacho
se llegó a la seccional
y entre cabrero y confuso
se lo contó al oficial...

Fui presentado esta mañana
a una dama en Leandro Alem,
de unos cuarenta, oxigenada,
y se llamaba Madame Julié.
Me habló de Grecia y de California
y que era oriunda del gran París,
llevaba encima tapao de armiño
y se hospedaba en el City Brill.

En tren de confidencia, la francesita
me habló de mucha guita para entregar
a un pariente que la fulana
dijo tenía en La Paternal.
Y como se ausentaba urgentemente
a la vecina orilla del Uruguay
no tenía tiempo ya disponible
para llegarse hasta aquel lugar.

No se preocupe, madám, por eso,
yo le suplico; confié en mí.
Ella me dijo : ¿Sin garantía ?
Yo le daría un cinco mil.
Corriendo a casa fui a buscarlos
y muy contento yo se los di,
entonces ella me dio un paquete
que contenía cuarenta mil.

Ya con el paco en mano corrí a mi pieza
y con mucho cuidado lo desaté
pa' qué contarle lo que había adentro,
sólo recortes de diario hallé.
Y una cartita corta muy emotiva
en la que me decía Madám Julié :
que encienda a tiempo los farolitos
cuando la vea por el trocén.


lunes, 13 de octubre de 2008

Cultural

Detesto a la gente que dice “holi”, “holis” y como si fuera poco “¡holisssssssssssss!”. ¿Dónde se vio?
No podemos ni debemos permitir que esta generación de autodenominados floggers, cumbios, chetos, emos, raperos o sencillamente ignorantes, destroce nuestro bello idioma y lo reduzca a códigos ininteligibles, palabras inventadas plagadas de horrores ortográficos y expresiones ridículas que ni dialecto constituyen.
El mal está instalado en la sociedad. Se habla mal, se come mal, se coge mal, se insulta mal, se estafa mal, se quiere mal, se odia mal. Cinco segundos chupando un corcho frente a las cámaras de Tinelli alcanzan para catapultar a la fama al más infeliz, ni hablar si la descerebrada revolea el corpiño desde lo alto del caño o se revuelca en el barro y escupe al jurado.
Criaturas de edad indeterminada posan para la “fotis” como si fueran estrellas de un pornoshow. Cualquiera se cree “modelo”. La pobre mina que pasea su book por agencias de medio pelo en alguna región ignota de este venerable país hasta que un día -si la suerte la acompaña y alguna encamada también- cumple el sueño dorado de ser tapa del catálogo de “Alpargatas Piefeliz”, intentando convencerse de que Valeria Mazza empezó bien de abajo… Y el gato de siete colores que ventila sus atributos en la pasarela improvisada de un boliche de onda, donde el espectador más educadito la observa con lascivia mal disimulada y el de al lado le pellizca el culo para comprobar si es “natural”…
Hay de todo, para todos. El nuevo siglo está contaminado de prioridades equivocadas, falla la educación, fallamos todos.
Por eso seguiré insistiendo, sumando mi granito de arena cada vez que escribo un mensaje de
texto sin obviar una sola vocal, prefiriendo un HOLA contundente al “holis” de los infradotados, no posaré en las fotos, si la moda es pelo lacio pues me haré la permanente, y cuando el mundo entero alucine con las bondades del Wi, calzaré mis zapatillas Flecha e iré a pelotear contra el frontón del viejo y querido Sportivo B.
Podéis iros en paz.
Amén.

viernes, 10 de octubre de 2008

Nunca confíes en un hombre

Hacer bien el amor es tan importante como pelear bien, con amor… mi amor.

Te enojaste, se te subió la tanada, perdiste la chaveta, derrapaste.
Todo por esa cosa de la incomunicación que, muy a pesar tuyo, crea una distancia de años luz, te pone de mal humor, desata las más insólitas especulaciones, te angustia y preocupa, te desespera… y él como si tal cosa.
Pero claaaaaaaro… Los hombres son así, viven al día, no ven más allá de la picadita, el partido del domingo y un buen polvo antes de dormir. SIMPLES, los hombres son animales simples,
predecibles, fáciles de conformar.
No hay que creer lo que dicen, mejor confiar en los espejos, por qué no en las amigas, pero nunca, nunca, ¡nunca! en los hombres.
El hombre medio escupirá comentarios desesperantes sin siquiera tomarse la molestia de observar con detenimiento para emitir una opinión seria y objetiva: “Lindo el vestidito… ¿es negro o marrón?” “Psé… te queda bien, pero te hace un poco gorda, ¿no?” “¿Cuánto te costó?” “Te vas a cagar de frío…” Y cosas por el estilo hasta que al final, reparando milagrosamente en tu cara de descontento, intentará conformarte admitiendo que “el vestido te queda bárbaro”, aunque con un tonito poco convincente que derretirá lo poco que te queda de autoestima.
No es el caso, pero igual, por las dudas, vale la pena aclararlo.
Como siempre, mimos de por medio, tu hombre especial logra de a poco apaciguarte y ya no estás tan encrespada. Pero que sepa, para la próxima, que a la Reina de la Paciencia no conviene tirarle tanto de la soga, no vaya a ser que te ahorque o se rompa y, una vez a la deriva, no te vuelva a encontrar.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Back pain

Me pasé de rosca con el gimnasio y ahora me duele la espalda como si me estuvieran empalando en un cactus al rojo vivo.
El dolor es soledad, por más que te hagan masajes y mimitos, el dolor no se comparte, está ahí, te apresa, te oprime… Me desespera esta necesidad de comunicarme y ser contenida, aliviada, liberada. Todas mis heridas abandónicas afloran cuando me enfrento al dolor.
Me arrastro hasta la cama como el náufrago buscando tierra firme, un paraíso acolchado que promete curvaturas aceptables, el relax.
Intento todas las posiciones imaginables, aún las inventadas por mí, acostada
de lado, masajitos circulares en el omóplato, boca abajo me ahogo, boca arriba duele más, cuidado con la cintura… Respiro hondo y por momentos el dolor hace un impasse pero retorna con violencia, pulsátil, como si me reprochara el deshacerme de él.
La espalda grita, se queja, me estiro y respiro pero es peor, huelo horrible, a eucalipto concentrado, la piel pegajosa por culpa de ese ungüento verdoso que quema y no cura… ¡necesito dormir y olvidar!
Es de noche, me imagino en tus brazos, no hay dolor, o quizá otros dolores casi placenteros, los masajes se trocan en caricias y se confunden en el aire los olores del sexo.
Por fin logro relajarme, ya no duele tanto.
Olvidé correr las cortinas.

martes, 7 de octubre de 2008

De amor y de sombra

Hoy es el aniversario de casados de mi mamá y mi papá. Mamá ya no está, pero él sigue evocando el recuerdo como si no hubieran transcurrido los años.
A eso llamo yo “amor verdadero”, el que no se desvanece con el paso del tiempo, es imperecedero, sólido, resiste cataclismos, se retroalimenta sistemáticamente y no deja lugar a dudas ni mentiras ni decepciones.
Claro que ellos tenían sus peleas, como todo matrimonio hecho y derecho. Y una vez mamá, en medio de una batahola infernal donde volaron platos y cacerolas, lo echó de casa a grito pelado. Papá se fue, llegó hasta la esquina y ahí se quedó parado, esperando. A los cinco minutos, mamá dijo que lo fuéramos a buscar… y volvió.
Se casaron un sábado a la noche. Había cuatro curas en el altar, el quinto llegó tarde y fue
derecho al salón… cuando llegaron, ya tenía la boca llena de saladitos.
El vestido de novia estaba íntegramente bordado en cristales, el escote un poco cerrado para mi gusto, y el tul que bajaba desde la cabeza medía casi quince metros. Era hermosa mamá.
Estaban un poco tristes porque semanas atrás había muerto la que sería madrina de bodas. En homenaje, mamá dijo que la primera hija mujer llevaría su nombre que no es “Menta”, por supuesto, sino un bonito nombre español.
Un año más tarde, el mismo día, a la misma hora y en el mismo sitio, me bautizaron. Fue en la cripta de la Parroquia, donde está la Virgen de los Niños y los esqueletos enmohecidos de los fundadores. No sé por qué eligieron ese lugar, daba lo mismo el castillo de Drácula.
Me bautizó el padre A que llegó a vivir casi un siglo y al fin, para tranquilidad de todos los que tuvimos la dicha de conocerlo, descansa en paz. Mamá organizó la gran festichola y, a juzgar por las fotos, parece que engulleron a lo bestia y yo ni enterada.
Pensar que papá sigue recordando el aniversario como si hubiera sido ayer, como si ni siquiera la muerte pudiera destruir un vínculo tan sagrado. En cambio yo no puedo decir lo mismo, en menos de un mes estaré esparciendo las cenizas de mi matrimonio por el balcón de mi nuevo hogar.
Todavía fantaseo (algunas veces) con ese amor incondicional que me haga sentir única, libre, plena, un amor como el de Homero y Morticia, sin penas ni llantos ni rencores, un amor para toda la vida y quizás para después también.
Tiempo al tiempo…

lunes, 6 de octubre de 2008

Debut y despedida

Parece que el concierto del Diocle se hace nomás.
Hubo algún que otro contratiempo financiero, nada del otro mundo, sencillamente las arcas están vacías y cundió el pánico cuando la tesorera anunció la debacle apenas comenzado el ensayo.
Por ahora, esperamos con dudas la donación desinteresada del Fondo para las Artes que promete fechas pero evita mencionar importes. De concretarse, será un milagro capaz de devolvernos la fe en las causas perdidas.
Pero eso no es todo. Se viene el Primera Vista con obra sorpresa y ensayo en tiempo record, bajo los arcos de piedra de alguna fría iglesia de Buenos Aires. Vendrán los que “leen” y los que no, los que sólo hacen bulto y los que mueren por cantar aunque más no sea el Arroz con Leche.
Y este año el maestro S nos ha premiado con un regalo del cielo, la obra “señuelo”, como él la
llama, la que atraerá público suficiente para despertar la envidia de sus pares y el regocijo de las masas cantarinas.
La “niña bonita” es ni más ni menos que la Misa en Sol de Schubert, que tranquilamente podría haber sumado unos gramos más en mi archivo de partituras si no fuera porque es ésta la primera obra sinfónico-coral que tuve el honor de cantar en mi corta vida.
Sí, señor… el debut.

Octubre de 1991
El profesor A, titular de la cátedra de Práctica Coral, dejó de lado el programa oficial para dedicarse exclusivamente al ensayo de la Misa. Órdenes de arriba… que ciertamente le convenían, no sólo porque evitaba la monotonía de las clases que no hacían sino adormilar su aristocrático talento, sino porque el concierto de Schubert constituía un hito en la historia del Conservatorio: la despedida (y jubilación obligada) del afamado director Don Rudolf Van der M, y su desenvolvimiento natural en el inminente nombramiento del nuevo Jefe de la carrera, puesto que hacía rato le venían prometiendo al profesor A.
Un cambio de fichas… Claro que el candidato adolecía del carisma y el “ángel” del viejo director, pero estaba escrito que las cosas debían ser así.
Van der M era la versión paleozoica de Alfred (el mayordomo de Batman), flaco como una batuta, frágil como el cristal, silencioso como el aleteo de las moscas.
Dirigió los últimos ensayos previos al concierto. Coro, orquesta y solistas del Conservatorio,
alumnos avanzados, principiantes y algunos simplemente entusiastas. “¡Todas las voces, todas!” recreando con pasión la curiosa homofonía de esta missa brevis que un Schubert muy jovencito plasmó para nuestro especial deleite. Tres joli !
Vaya si lo hicieron laburar esa noche, literalmente se ganó el retiro con el sudor de su frente. Tres horas de espectáculo donde el anciano profesor se lució con sonatas y cuartetos, perdió unos kilos que evidentemente no le sobraban y se ganó el aplauso cerrado de un público afectuoso que seguía pidiendo más.
La Misa en Sol fue el plato fuerte. Un debut inolvidable de la mano de un prestigioso maestro por quien guardo profunda y sincera admiración.

sábado, 4 de octubre de 2008

Make-up

La última clase de Maquillaje explotó en un haz de colores brillantes, pestañas postizas y mucho polvo volátil que me hizo toser como la gran siete.
Me gusta pintar. No importa qué ni cómo, me relaja, me transporta, adoro pintar. En esto debo admitir que heredé el talento de papá que es un dibujante consumado, sólo que su especialidad es tan técnica que me desespera, en cambio lo mío
está más cerca de las acuarelas y los óleos… y ahora de la purpurina y las sombras perladas.
Todavía conservo la carpeta de Plástica, repleta de hojas Nro. 5 amarillentas por el paso del tiempo. Fueron dos largos años con una profesora que creíamos francesa y resultó un fiasco: tenía dislalia. Pero era tan culta y exigente que aprendí todo lo que quería saber y más también.
La vez que se despachó con la técnica del vitreaux y hubo que recortar a mano pedacitos minúsculos de papeles de colores (nos tenía prohibido el papel glacé) y pegarlos con plasticola a distancia de un milímetro uno de otro sobre el complejo
dibujo que nos mandó a hacer sin explicarnos cómo seguía la historieta… Y cuando le dimos a la tinta china, con pluma y tintero y borrones incluidos… Y cuando nos enseñó a estampar con moldes de papa y casi sufro un ataque de nervios al tercer intento porque las cutículas me quedaron teñidas de azul ultramar y el papel se arrugó con el almidón y empecé a despotricar como una poseída y a lanzar cosas por los aires hasta que rompí el florero Murano de mamá y la cosa se puso bien negra…
Ahora miro los trabajos y me parecen aún más difíciles y bellos. Es evidente que le erré feo a la Facultad, lo mío transitaba por otros carriles.
Papá me regaló esos magníficos acrílicos de marca importante, con la valijita de madera y un set de pinceles de marta sedosos como la cabellera de un unicornio bebé. Hicimos grandes cosas juntos, aunque durante un tiempo preferí la carbonilla y más tarde las aguadas. Y después abandoné todo, los acrílicos se
secaron pero los pinceles están intactos, me dediqué a otras cosas, pisoteé la etapa más colorida de mi vida adolescente.
Pero nunca es tarde. Heme aquí envuelta en una bruma de sombras iridiscentes y labiales explosivos, una suerte de reivindicación. Y lo mejor es que me gusta… me gusta mucho.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Voyeur

-¿Abriste?
-Sí.
-¿No tenés miedo?
-Sí.
-¿Y entonces?
-Quería probar…
-¿Qué cosa?
-Quién me visita.
-¿Y?
-Lo que esperaba…

No soporto el encierro, es por eso que cada tanto abro el arcón y dejo que se ventile, corro el riesgo, cueste lo que cueste. Y es llamativo descubrir lo raras que pueden resultar algunas visitas… Gente que busca gente, experiencias, amor, respuestas, secretos, consuelo, sexo, información, venganza o simplemente pasar el tiempo.
Es tan lindo meter la nariz en la vida ajena, espiar por la cerradura las intimidades de un Don Nadie, develar el misterio, sorprender la mentira y el secreto bien guardado, observar sin ser visto…
La experiencia dice que en este intrincado cyber-mundo se tejen todo tipo de relaciones. Si hay consenso cruzan al plano real, se concretan, permiten el diálogo cara a cara, el juego de los sentidos, o simplemente se autodestruyen porque ya no es lo mismo, porque se rompió la magia, porque no era tan necesario verse y tocarse, porque el placer era precisamente permanecer oculto y a salvo.
Pero lo gracioso es que nadie está verdaderamente oculto, ni a salvo. Y, como dicen por ahí… “la curiosidad mató al gato”.



Para vos que andás metiendo el dedo en mi torta, que nutrís tu vida chata y pobre de emociones con mis peligrosos secretitos, que te regodeás maliciosamente en mi pesar y te corroe la envidia con cada estallido de felicidad que me coloca por un rato en el pedestal de los afortunados… que te quede claro:

Sé quién sos.
Sé lo que hiciste el verano pasado.
Sé cómo encontrarte.

No sabés con quién te metiste.