lunes, 28 de junio de 2010

Hostias et preces

El coro al que me reincorporé este año tiene un nutrido programa de conciertos para lo que queda del año. Digo “reincorporé” porque no los veo desde hace casi una década, más precisamente desde aquél glorioso debut en el Colón, cuando al Colón le faltaba lustre y los músicos organizaban conciertos de protesta en las calles por los muchos sueldos adeudados.

Diez años cambian a cualquiera, menos a los coreutas que a lo sumo intensifican las mañas adquiridas a lo largo de una infructuosa carrera a ninguna parte. Eso de tener comprado el lugar es bastante común, en especial entre las sopranos. Los barítonos no tienen de qué preocuparse pues su parte es siempre la más fácil. Las contraltos constituyen la cuerda “gorda” y sufrida del conjunto y los tenores… los tenores siempre necesitan ayuda. El director no se parece en nada al maestro S, rara vez se le escapa una sonrisa y obliga a percutir los melismas de un modo bastante caprichoso. Por lo demás, es un buen tipo.

Esta mañana, demasiado temprano para ser lunes, ensayamos con la orquesta de la Federal en un salón muy destemplado, al lado de la comisaría. No había sillas suficientes ni miradas amistosas, ni siquiera una estufa donde calentar el traste. Los violines entraban a destiempo, el fagot calaba de lo lindo y todos murmuraban “está frío”, los contrabajos marcaban su propio ritmo y la soprano solista, temerosa de dañar sus preciosas cuerdas vocales, estaba empecinada en cantar en la octava baja.

Pero muy pronto, el furor del Dies Irae encendió fuego en los corazones y Mozart sonó como a todos nos gusta, a tempo, estruendoso por momentos, dramático de principio a fin.

A mis espaldas la Chiqui, una joven anciana de oído afilado como el de un tuberculoso moribundo, criticaba a la orquesta y señalaba errores a los compañeros más cercanos. Inclusive al muchacho de rulos que canta como los dioses y arranca suspiros al harem que lo persigue sin tregua cada ensayo. Me gusta escucharlo, siempre es bueno tener un magnífico tenor al lado y si además es simpático, huele bien y me invita un café, tanto mejor.

Acá va la versión del Requiem de mi maestro S. Un día quizá les cuente la curiosa historia que rodea la composición de esta obra incomparable. Pobre Mozart, murió creyendo que era ésta su propia misa de difuntos…

sábado, 26 de junio de 2010

Brevis

Este blog se emociona hasta las lágrimas con la noticia del nacimiento de Le Petit Motonet y augura un futuro lleno de historias para contar, mucho amor, risas, pañales y mamaderas, un papá recontrarequetebaboso y un ejército de tíos deseando malcriarlo.
Willkommen! Este sí que es un niño del Mundial.

Estos días andamos de acá para allá transpirando la camiseta. ¡Qué nervios! Y todavía falta tanto…
My little brother sigue en Sudáfrica. Año y medio yendo y viniendo… proyecto de acá, proyecto de allá, que vamos y venimos, valijas sin desarmar, la vida hecha un despiole… Pero no hay mal que por bien no venga y es que al fin allí está, con los elegidos y en el lugar de los hechos, cumpliendo el sueño del pibe, alentando de cuerpo presente a la Selección, sombrero de picos y vuvuzela, gritando los goles en vivo y en directo y, en los ratos libres, paseando con los leones (los verdaderos).

Hoy vi esa película, “The butterfly effect”. Si todo fuera tan fácil… Me pregunto qué pasaría si pudiera uno mover las piezas del pasado como un ajedrez de carne y sangre, reparar los errores, rellenar las omisiones, hacer y deshacer… un juego infinito de posibilidades inesperadas.
Tentador...

martes, 22 de junio de 2010

Palpitando el mundial

Cumplimos todas las cábalas… la remera raída que ya es más blanca que celeste, el sahumerio, un Padrenuestro y tres Avemarías, bañarse justo antes de que comience el partido, sintonizar el mismo canal y no cualquier otro, besar la medallita y sentarse frente al televisor con el mate caliente y la gata ovillada a un costado.

Este es el primer mundial de Quieromenta, es el primer mundial de muchas otras cosas también, pero no es el primero para mi gata que apareció una noche, llorosa y hambrienta, la noche anterior al encuentro con Nigeria, hace ocho largos años.

El fútbol nos transforma, nos vuelve nostálgicos de recuerdos caprichosos, cuando la ocasión lo vale somos todos técnicos o árbitros o goleadores, nunca espectadores. Queremos que Verón meta el pase del milagro, que Messi la emboque de una vez y que Maradona levante otra vez la copa, con orgullo, con honor, y gritar una y mil veces el Oooooooooohhhhh que acompaña los primeros acordes de nuestro himno.

Hoy me puede la ansiedad y me dejo, no quiero pensar, no quiero ni que suene el teléfono. Invento promesas insólitas que San Expedito me reclamará algún día pero no importa, todo sea por el triunfo y pensar que aún ganando falta tanto por recorrer. Habrá más cábalas, más recuerdos, más promesas, todas las que sean necesarias pues los argentinos no escatimamos pasión cuando de fútbol se trata.

Hasta ahora va 0 a 0. Y no sé cómo de pronto me encuentro tarareando el temazo del momento, ese con ritmo de cumbia que acompaña un gordo con el bombo, aquí, solitaria, única protagonista de esta hinchada bullanguera pues la gata se ha dormido y sólo despertará al alarido de ¡GOOOOOOOOOOL!

A la selección yo voy alentar.
Yo soy argentino,
Aunque ganes o pierdas yo te sigo
Con el corazón.
Siempre voy a estar
No importa adonde.
Argentina tengo un sueño
Que es salir campeones.
ARGENTINA UN SENTIMIENTO,
VOS SOS MI PASION
Argentina yo te llevo en el corazón,
Alentando en la tribuna
Siempre voy a estar
Porque la celeste y blanca
Es lo más grande que hay.

domingo, 13 de junio de 2010

I thought it would be fun

Pasado el período de luto por no poder comprarme TODO, arremetí contra las grandes marcas en busca de EL VESTIDO. No para la gala del Colón, tampoco para festejar el debut contra Nigeria y mucho menos para almorzar con la reina madre.

-¿Pero si tenés un montón de vestidos?
-No tengo un montoooon… Y no puedo repetir, uno nunca sabe.
-Yo voy a llevar el mismo traje de…
-Los hombres no tienen problemas de vestuario, nosotras sí.
-Además, si es para ponértelo una sola vez…
-Ah, también necesito zapatos… ¡y una carterita!

Todo por el bendito casamiento de la chirusa que no dudó en pasarse a las huestes de los hijos de David a cambio de un porvenir asegurado y un marido que, cuando la conozca tan bien como yo, pedirá que lo arrojen a los leones del circo untado en pate-de-fuá.

No me gusta nada y lo que me gusta me hace odiarla un poco más. Además engordé, no mucho pero sí lo suficiente para sentir que no hago lo correcto si pido un talle más que después habrá que ajustar, porque s-e-g-u-r-o que hay que ajustarlo. Toda esta cosa de la falta de comunicación que amenaza con convertirme en una isla, decanta invariablemente hacia la heladera y se corporiza en especiales de salame y queso que me harán merecedora de todas las cosas malas que me pasan.

Compré un vestido del color del vino que más me gusta, un color difícil que increíblemente me sienta bien. Y confío en que algún alma piadosa me preste los zapatos pues mi chanchito no da para más. Pienso que ELLA jamás tendrá que enfrentarse a estos dilemas, llenará los placares de vestidos costosos y zapatos de envidia, vivirá una vida de princesa con perdices y viajes y será feliz… ¿Lo será?

Tengo una tarta de choclo dorándose a 180°. Cuando digo que me la bajaría entera es porque “me la bajaría entera”.