jueves, 31 de marzo de 2011

Causas y azares

Una verdad a medias, la sospecha, la trampa bien pensada, un error irreparable. Y el diablo que siempre mete la cola y desata un tsunami de proporciones cósmicas. Desafío a cualquiera a encontrar una combinación más perfecta para éste, mi infierno a medida.

No soy fatalista ni creo en eso de que “TODO ESTÁ ESCRITO” y “LO QUE TENÍA QUE PASAR, IBA A PASAR DE CUALQUIER MODO”. Bullshit! Uno cocina su propio destino, toma decisiones, se equivoca, lastima, se lastima, cae y, si puede, se levanta.

Nada es casual, ni siquiera el nombre de este maravilloso lugar que parece puesto a propósito para estrujarme el corazón.



martes, 29 de marzo de 2011

Naturaleza que cura

Son las tres de la tarde de un día soleado y suficientemente cálido, aquí en este “Paraíso Escondido”.

El doctor dijo que un cambio de aire resultaría muy favorable, dadas las circunstancias. Aire serrano, límpido, lleno de aromas de hierbas que todo lo curan, pájaros que cantan hasta que el sol se pone, el susurro de un arroyo cercano cuyo frescor calma mi sed y me invita a saltar entre las piedras como una cabrita del monte.

Aquí los días transcurren apacibles. La montaña se despierta envuelta en nubes espesas que el aire mañanero va disipando lentamente, a lo lejos se ve el río y la ruta que caracolea hacia las altas cumbres. El paisaje me deja sin aliento, es tan bello que parece arrancado de las páginas de un cuento. Cierro los ojos y respiro profundo, intento poner la mente en blanco y volar en la brisa que huele a lavanda y menta. Es tan maravilloso que no puede durar…



De a ratos logro escapar hasta que su recuerdo vuelve, golpeando como el oleaje de un mar bravo, se niega a abandonarme, no puedo soltarlo, es más fuerte que yo. ¿Dónde estás que te necesito tanto…? Una lágrima rueda solitaria y otra más, después otra… y todo vuelve a empezar. No importa cuánto me aleje, estás en mis sueños, de día y de noche, todo tiene tu sabor, no puedo evitarlo.

Yo que te di mi corazón

y tú lo has destrozado…

lunes, 14 de marzo de 2011

Lo que más amé en la vida

Apenas nos vio, silenciosos y expectantes a su lado, esa noche oscura, oscurísima, abrió bien los ojos y dijo en un susurro: “¿Qué hacen acá? Vayan a dormir que es tarde.” Fueron sus últimas palabras. Luego se durmió en un sueño sin imágenes y así se fue yendo de a poco y para siempre. Hace hoy 17 años.

No hace mucho, papá decidió trasladar a nuestros queridos antepasados al cinerario de la parroquia. Se llama así al lugar donde se guardan las cenizas de los difuntos, infinitamente más digno y adecuado que el triste cementerio público. No sólo a mamá, también a los abuelos, al tío Antoñito y lo que quedaba del tío bisabuelo Francesco, de quien se llevaron el reloj y los dientes de oro y casi ni huesos dejaron.

Luego de la solemne misa de difuntos, fuimos en procesión hasta el cinerario y el padre Enrique fue llamando a cada familia que acudía respetuosamente con su urna. Cuando nos tocó el turno, cargamos las cinco o seis bolsas (transportar tantas urnas hubiera resultado bastante dramático…) y nos paramos en fila india al lado del cura que, entre sorprendido y curioso, dijo: “Ah… eran unos cuantos…”

Algo de las cenizas se voló con el viento. Había pedacitos de huesos y estaban todos mezclados, los abuelos, los tíos, mamá… Pero estaban todos. De a una, el padre Enrique fue vaciando las bolsas en la fosa, tosiendo cada vez que aspiraba las cenizas. Rezamos, cantamos y nos fuimos felices de saber que ahora mamá está donde quería estar.

Siempre pienso que te fuiste demasiado pronto. Si supieras lo que daría por volverte a ver, por escuchar tu consejo sabio, tu risa o un reto de los muchos que merezco… Sería mejor persona si estuvieras conmigo.

Hoy te necesito más que nunca, mamá.

sábado, 12 de marzo de 2011

El efecto mariposa



¿Quién no sueña con volver el tiempo atrás? Revivir momentos inolvidables, sentirse niño otra vez, reparar los errores... ¿Y después? ¿Cómo sería el después?