lunes, 30 de enero de 2012

Liberté

Estreno ojotas blancas. Reestreno soltería.
Marido lejos. No tengo culpa. De arrepentirme, ni hablar.
Esta noche sushi. Sushi y champán.

miércoles, 18 de enero de 2012

Elocuencia

Esta mañana, pegándole a la bolsa, hizo un descubrimiento fundamental. Se dio cuenta por qué, algunas veces, llora un poco después de hacer el amor. Creía, al principio de esta historia, que era la respuesta adecuada a un posible fracaso pues nadie tiene el futuro asegurado y mucho menos el amor. Sin embargo, es algo diferente, más profundo... radical.
Revelaciones del punching ball.

martes, 17 de enero de 2012

Dangerous flora


Esta cosa está viva y crece en mi balcón. De sus hojas carnosas se desprenden semillitas y donde caen florece un brote nuevo. La planta del horror ha invadido las macetas cercanas y planea extenderse más allá de lo que permitido. Es seguro que me observa y estudia todos mis movimientos. Por si acaso, no le hablo y la riego poco.

Sentada en la reposera azul bajo el tórrido sol de la tarde, mate en mano, leo a Dumas. Siempre vuelvo a Dumas y es que no conozco remedio más efectivo contra mis fantasmas. 

El ruido de la bombilla me devuelve un poco a la realidad. Una gota de sudor moja la página del libro. El calor agobia. La gata se acerca melosa en busca de caricias, se refriega contra la reposera pero sólo por un segundo. Ha encontrado algo que ocupa toda su atención, algún insecto, una hoja seca... Con horror la descubro jugando con un manojo de semillas que antes no estaban ahí. La aparto con asco y vuelco el agua del termo sobre las semillas. Me mira con sus ojos de reproche amarillos y se va sin entender el miedo que me produce esta extraña planta y la sospecha de que H la ha puesto allí para espiarme.  

Cierro el libro y me hundo en la frescura de mi habitación. Cambio a Dumas por un rompecabezas y el mate por vino helado. Adoro los rompecabezas. No tanto como el queso de rallar, pero casi. Me gusta que las cosas terminen encajando como corresponde. Mañana me desharé de ella.

sábado, 14 de enero de 2012

Bienvenidos al tren

Hay un paraguayo colgado en el hueco del contrafrente. Es el pintor “de exteriores”, así se autodenomina, y desde hace días sube y baja en la silleta con ruido de latas y pinceles. Me asusté la vez que apareció de la nada asomando medio cuerpo adentro de la cocina, entonando un sapucai a modo de saludo mañanero. La incredulidad cedió paso al enojo y se lo hice entender. La cocina es mi templo y no se entra así como así, ni que se le zafe la silleta.

Con el correr de los días nos hemos hecho amigos, le sirvo agua fresca cada vez que lo veo sudar la gota gorda y charlamos de la vida y de los marcos de las ventanas. En breve le sonsacaré el secreto del tereré y entonces seremos casi familia.

El otro, el pintor “de balcones”, es algo muy distinto. Nos cruzamos ayer en el ascensor. Tan alto y tan bonito y los ojos tan azules.. un Brad Pitt paraguayo. Lo espero de un momento a otro, tarde o temprano será el turno de mi balcón y vendrá, sé que vendrá.


jueves, 12 de enero de 2012

El cadáver de la novia

Pensé que eran sólo cosa de chinos pero este tailandés se lleva la palma. También pensé... "Así se casa cualquiera..." Pero no, cualquiera, no.


Y te vas, y te vas,
al cielo vestida de novia te vas,
y un coro muy triste de ángeles
solloza la marcha nupcial.

martes, 10 de enero de 2012

Tribulaciones del proceso creativo

A quien le interesara o interisiese...

Breve ensayo sobre la coda de la canción de Manuelita (la tortuga, claro)

Si no fuera por la señora Walsh (siempre viva en el recuerdo) nadie sabría nada sobre Manuelita. El arte no recrea la realidad, la crea. Aún así, no me gusta el final de la canción que es muy grave y tétrico. Manuelita es una obra larga, con saltos frecuentes, calderones, cortes y quebradas y unos cambios de tonalidad en cada retome popurritezco que, si le pifiás, no encuentran ni el cadáver de la tortuga.

La pista: Si Manuelita no sabe a dónde va... ¿por qué debería saberlo el coro o su público?

Hipótesis: Manuelita no sabe a dónde va porque no encuentra la tonalidad en la cual resolver su existencia.

Solución alternativa: debería escribirse un final donde hasta el penúltimo acorde no se sospechara la tonalidad de la resolución, ni siquiera de la ruta que conduce a ella, pero que, al igual que los axiomas, nadie dudara de su validez, como si fuera una cuestión de fe.

Llevo cavilando en esto 4 horas, desde que esa periodista desgraciada dijo: "Un año sin María Elena..." No me soporto más, siempre molestándome. Al final no logro nada más que un inmenso cansancio y el dolor de terminar donando mi ego a las musas. Gasto demasiado ego, por suerte siempre queda un restito.

Volviendo al asunto... Como la resolución no debiera durar más de 4 compases, no hay tiempo de hacer ostentosas modulaciones ni excesivas y maliciosas disonancias sin que se enchastre el encuadre ni la comprensión del exiguo texto. Al fin y al cabo, lo que necesita Manuelita es un cirujano plástico, no una conducción razonable de la lógica afinativa.

Ustedes dirán que estoy loca o -por el contrario- que teniendo las cosas tan claras he podido resolver el enigma. Lamento comunicar que NO, para nada. Cuando lo logre, serán los primeros en saber. Y no importa que no hayan entendido la mayor parte... lo importante es el cariño.

La única diferencia ente un loco y yo, es que yo sólo lo parezco.

miércoles, 4 de enero de 2012

Cuidado con lo que deseas

I used to hate her. She was a ghost, a thorn in my shoe… Damn her! But the only way to destroy an enemy is to know him. Now I know you, bitch, and that makes me much more stronger.

Yo quería una casa de muñecas, pero no una cualquiera, tampoco demasiado rosada. Es obvio que no fui muy específica pues Papá Noel trajo media casa, tenía todas las habitaciones pero venía abierta al medio... ¡se veía todo! Para compensar, recibí también un bañito de juguete equipado con bañera, ducha y burbujas. Se cargaba agua en un compartimento y empezaba a funcionar la ducha y el inodoro y era mucho más divertido que jugar con la casita. Pasé la mitad de mi infancia jugando con un baño.

Más tarde ansié ser libre y me fui cantando bajito a vivir mi vida sola que, de tan sola, se tornó aburrida. Entonces deseé un compañero de aventuras y apareció “el marido”. Se ve que exageré la nota y peor cuando construí la casa de mis sueños y amanecí enjaulada en el country, entre cuatriciclos y tetas de goma. 

Por eso, durante mucho tiempo, no deseé nada por miedo a estos malos entendidos. Hasta que un día llegó ÉL. No lo busqué, es probable que lo deseara en secreto y por desearlo con tanta fuerza alguien lo plantó delante de mis narices y no se despegó más. Desde entonces he aprendido a manejar la intensidad del deseo y conducirlo por mejores carriles. Excepto cuando me enojo. You wouldn't like me when I'm angry… Entonces mis deseos se transforman en algo horrible y crecen y explotan en remolinos de consecuencias imprevisibles.


Así y todo, pensé que no funcionaba con ella. Tal vez a causa de la distancia o por la maldita llama violeta o por los vahos de amor y paz que la rodean como si no fuera de este mundo. En algún punto se cree superior, como si flotara a centímetros del suelo y la vida fuera para ella todo sonrisas y abrazos de luz. Hasta que un día se cruzó en mi camino y eso no se lo perdoné nunca. Ese día todo cambió.

I wished her to be miserable the rest of her life. Pero se me fue la mano, se me fue… Prefiero pensar que no fue mi culpa, ni pecado ni omisión, pero de algún modo lo hice y la maldición le cayó como un rayo de kriptonita que la va deteriorando de a poco. Luce una arruga profunda debajo de la nariz y patas de gallo dignas de la Legrand, ya no es bonita, es simplemente esquelética, raquítica, la infeliz ha perdido la autoestima en algún cajón del ropero. Es como si de pronto hubiera tropezado con el chupacabras o con la Bathory.

No siento lástima. Su padecimiento nunca será superior al mío. A veces sueño que la descuartizo y hago nuditos en su pelo desteñido. Me asusta lo perversa que puedo llegar a ser cuando de ella se trata. Y más me asusta la potencia de mis deseos.