domingo, 8 de junio de 2008

La Sconosciuta



Me gusta el cine italiano. No sé, será la sangre que tira o la nostalgia que me devuelve al pasado de la mano de la nona, quizá la dulzura encerrada en esas palabras pronunciadas con exquisita simpleza que son parte inseparable de mi infancia.
Hacía rato que una película no me provocaba la sensación de haber viajado lejos, muy lejos, a la sombra de una inmigrante misteriosa que recorre el presente y el pasado como dentro de una galería de espejos, un pasado inquietante que se revuelve sobre sí mismo y busca respuestas, descanso.
Dos horas lejos de mí misma, inconsciente de la realidad, atrapada, dejándome seducir por ella, la rusa, que brilla con luz propia bajo el genio indiscutido de Tornatore y las cálidas melodías de Morricone.
Sin palabras. Así salí de la sala, en estado de hipnosis total, sin deseo de intercambiar opiniones por temor a perder ese instante de magia completamente mío.

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