lunes, 5 de diciembre de 2011

Casi, casi... 12-12-11

Esta implacable Asociación Ilícita -cuyo único fin es el lucro y que disfraza su contumaz e impertérrito accionar bajo el capcioso nombre de Quieromenta- cometerá, bajo la más obscena inimputabilidad, una de sus conocidas fechorías, propias de su carácter de irrefrenable desparpajo.

Festejará en las vísperas del próximo Apocalipsis -segúm informan los mayas- su cuarto (y quizá último) cumpleaños. Habrá torta y sanguchitos y serpentina y papel picado, como en la cancha.

Se garantiza:

ENTRADA: libre y gratuita.
SALIDA: desgarradora, culpable y arrepentida.

"Ningún esfuerzo en contrario de tu parte logrará hacerte olvidar esta experiencia".

Traer bebida para aliviar la sed (de venganza)
La casa se reserva el derecho de admisión. Cobardes abstenerse.

viernes, 2 de diciembre de 2011

De aquí a la eternidad

Ya estaban reunidos cuando golpeé la puerta. Recibióme Ricardo con un ceremonioso ademán y estrujóme en un abrazo con palmaditas de pésame que, si no fuera por las caras sonrientes de la concurrencia, corriendo voy a bañarme en agua bendita.

-Nuestros clientes no se quejan, no pueden decir qué les gusta y qué no. Eso es una gran ventaja. Al principio impresiona, los tres primeros impresionan pero al cuarto ya lo empieza a ver uno como un trabajo cualquiera. Por eso, no se preocupen. Preocúpense sólo si ven que se mueve…

Ricardo es “tanatólogo” y su misión en la vida, como él mismo afirma, es honrar al difunto y embellecerlo para la otra vida o, por lo menos, para lo que dure el velorio. Asearlo, taponar ciertos orificios, maquillarlo, peinarlo, vestirlo… Así los deudos fantasean con que está dormido y lo toquetean, le soplan la cara, creen ver signos de resurrección y al fin recapacitan: “Si está tan rozagante… ¿Quién lo hubiera dicho…?”

Está acostumbrado a la broma fácil, como todo funebrero. Pero no pierde el asombro ante pedidos descabellados como el de la anciana que quiso ser enterrada con el vestido de novia o el usurero que desheredó a toda la prole y se tragó los dientes de oro y hubo que cortarlo y coserlo antes que lo descuartizaran para quitárselos. Por si acaso, Ricardo ya tiene a punto su ataúd y el de su amante esposa aunque, claro, no duermen adentro.

Maquillar al muerto no es “pintarlo” como quien pinta una pared o un florero. El secreto es, precisamente, que no parezca muerto -como la Bella Durmiente o Blancanieves- y que no se le escape ninguna “cosa” que rompa el hechizo. Hay que peinarlo, afeitarlo, pulir las uñas y sonrosarlo un poco. La dentadura postiza –si la hubiera- se entrega a la familia o se lo entierra con ella pero nunca puesta ya que no habría manera de cerrarle la boca.

Ricardo no dijo nada de las monedas para el barquero, pero yo creo que no deberíamos olvidarlas. Y también habría que proveer al difunto de aquellos bienes preciados que podrían resultarle útiles en la otra vida, como hacían los egipcios que no eran nada tontos.

En cambio, los chinos guardan las tradiciones más raras. Algunas comunidades rurales tienen la costumbre de desenterrar a sus muertos cada diez años, los acondicionan un poco y comparten el día “en familia” con el difunto encabezando la mesa o durmiendo la siesta en el sofá. Peor aún, en ocasiones desentierran cadáveres de jovencitas para casarlas con solteros recién fallecidos, para que los acompañen “toda la eternidad”.

Los chinos hacen todo mal. Hasta el queso crema se les muere en la heladera y lo resucitan cambiándole la fecha de vencimiento. ¡Hay que desconfiar de los chinos! Esas empanaditas… las “primavera”, que parecen tan sabrosas… ¿alguien sabe con qué las rellenan? Pues seguro que con carne de algún chino muerto en circunstancias poco felices. Es como yo digo… ¡chino que desaparece va a parar a la empanada! Por las dudas yo siempre pido fideos de arroz, nada de tofu ni bichos raros.

Hablando de bichos raros… Ricardo dijo que, en cuanto aparezca un “tomuer”, da la voz de aura y a correr ipso facto a la casa velatoria para nuestra primera clase.

viernes, 21 de octubre de 2011

Biología ingrata

Virgencita de las Alitas Protectoras,
Que esta menstruación que me acalora
Se lleve para siempre la jaqueca
Que de a ratos empeora.
Las hormonas alborotadoras
Ni dormir me dejan.
Tomo la pildorita sanadora
Y los dolores se alejan… por ahora.

Hace días que me “hirve” la cabeza. Tomé todo lo que había que tomar, recé, le pedí a la esposa del pollero que me curara el mal de ojo, inclusive metí la cabeza en el freezer y luego me la vendé como acostumbraban los incas. No sólo no resultó sino que empeoró todos los síntomas. Llegué a sospechar cosas muy feas, incurables, porque en la adversidad uno piensa siempre lo peor, se prevén todo tipo de catástrofes, proliferan las ideas perniciosas, se hace uno víctima y victimario y seguro que “nadie querría estar jamás en mi lugar”.

Cada menstruación es un antes y un después. Se renueva el ciclo y todo vuelve a empezar, sólo que con la edad las cosas ciertamente empeoran. Los dolores, la hinchazón, los ritmos lentos, la histeria, el mal humor y esa tendencia a imaginar las más crueles calamidades como si el mundo estuviera por estallar sólo para una, porque los demás no se enteran, nunca se enteran de nada, es probable que te lloren al principio pero después se olvidarán y seguirán absortos en su rutinaria cotidianeidad.

En días como estos ansío ser hombre. Los hombres no saben lo que es sufrir, no se hinchan, no sangran, si acaso padecen algún mal menor lo hacen público inmediatamente, se lamentan sin vergüenza en voz bien alta y solicitan cuidados especiales sumando así adeptos a su circo del dolor. Los hombres y esa extraña filosofía de vestuario que las mujeres jamás entenderemos…

Menstruation is life.
Menstruation is pain.
Menstruation is only the beginning.

domingo, 16 de octubre de 2011

Madre hay una sola

Todo lo que siempre necesité saber, lo aprendí de mi Madre:



-Mi madre me enseñó a APRECIAR UN TRABAJO BIEN HECHO:

"Si se van a matar, háganlo afuera. ¡Acabo de terminar de limpiar!"

-Mi madre me enseñó RELIGIÓN:
"Rezá para que esta mancha salga de la alfombra."

-Mi madre me enseñó RAZONAMIENTO:
"Porque yo lo digo, por eso... ¡¡¡¡y punto!!!!"

-Mi madre me enseñó PREVISIÓN:
"Asegurate de llevar ropa interior limpia, por si tenés un accidente."

-Mi madre me enseñó IRONÍA:
"Vos seguí llorando, y vas a ver como te doy una razón para que llores de verdad."

-Mi madre me enseñó a ser AHORRATIVO:
"Guardate las lágrimas para cuando yo me muera!!!"

-Mi madre me enseñó OSMOSIS:
"Cerrá la boca y comé!!!!!"

-Mi madre me enseñó CONTORSIONISMO:
"¡Mira la suciedad que tenés en la nuca, date vuelta!"

-Mi madre me enseñó FUERZA Y VOLUNTAD:
"Te vas a quedar sentado hasta que te comas todo."

-Mi madre me enseño METEOROLOGÍA:
"Parece que ha pasado un huracán por tu cuarto."

-Mi madre me enseñó VERACIDAD:
"¡¡Te he dicho un millón de veces que no seas exagerado!!"

-Mi madre me enseñó MODIFICACIÓN DE PATRONES DEL COMPORTAMIENTO:
"Dejá de actuar como tu padre!!!!!"

-Mi madre me enseñó habilidades como VENTRILOQUIA:
"No me rezongues, callate y contestame: ¿por qué lo hiciste?"

-Mi madre me enseñó LENGUAJE ENCRIPTADO:
"No me, no me.... que te, que te..."

-Mi madre me enseñó técnicas de ODONTOLOGÍA:
"Me volvés a contestar y te estampo los dientes contra la pared!!!"

-Mi madre me enseñó GEOGRAFÍA:
"¡Como sigan así los voy a mandar a uno a Jujuy y al otro a La Antártida!"

-Mi madre me enseñó BIOLOGÍA:
"¡Tenés menos cerebro que un mosquito!"

-Mi madre me enseñó LÓGICA:
"Mamá, ¿qué hay de comer?" "¡COMIDA!"

-Mi madre me enseñó RECTITUD:
"Te voy a enderezar de un tortazo!!!"

¡Gracias, MAMA! Es que... ¡Madre hay una sola!


LA IMAGEN DE MAMÁ

A los 4 años: "¡Mi mamá puede hacer cualquier cosa!"

A los 8 años: "¡Mi mamá sabe mucho! ¡Muchísimo!"

A los 12 años: "Mi mamá realmente no lo sabe todo...."

A los 14 años: "Naturalmente, mi madre no tiene ni idea sobre esto"

A los 16 años: "¿Mi madre? ¡Pero qué sabrá ella!"

A los 18 años: "¿Esa vieja? ¡Pero si se crió con los dinosaurios!"

A los 25 años: "Bueno, puede que mamá sepa algo del tema..."

A los 35 años: "Antes de decidir, me gustaría saber la opinión de mamá."

A los 45 años: "Seguro que mi madre me puede orientar"

A los 55 años: "¿Qué hubiera hecho mi madre en mi lugar?"

A los 65 años: "¡Ojalá pudiera hablar de esto con mi mamá!"

domingo, 25 de septiembre de 2011

Punto muerto

Enero, 1992

El cosmos es así… Lo que ayer fue, hoy no es más. Y mañana… mañana es sorpresa.


El tío Mario me llevó muy temprano a la academia de don Raúl. Hacía un calor de locos y tuvimos que esperar un buen rato estacionados al sol mientras la señora del Galaxy luchaba con el volante y los cambios y yo me preguntaba “¿por qué a mí?”.

Al tío se le había metido en la cabeza que tenía que aprender a manejar y, como para cimentar mi escaso interés, desplegaba estrategias imbatibles:

-Vos sacás el registro y yo te compro el auto.
-Pero, tío… ¿no puede ser un piano?
-¡¡¿Cómo?!! Si ya tenés 18…
-¡Ufa!

Don Raúl era petiso, tenía barba y bigotes y muy pocas pulgas.

“Entre al auto. ¡¿Pero qué hace?! ¿Usted no viene a manejar? Entonces siéntese al volante que de este lado voy yo. ¿Ve los pedales? El pié derecho en el freno. Preocúpese por lo que ve adelante, los de atrás que se arreglen y si viene un colectivo, déjelo pasar. ¡¿Qué espera?! ¡Arranque!”.

Y arranqué. Ese fue mi primer viaje turbulento por las calles de Avellaneda sentada al volante del doble comando, pidiendo por favor que los semáforos brillaran siempre verde esperanza para no tener que batallar con el embrague y la palanca de cambios que estaba más atorada que la espada del rey Arturo. Nos gritaban “cosas” pero don Raúl hacía como que no escuchaba. Dejé pasar a todos los colectivos, a todas las motos, los autos que tocaban bocina, una anciana y dos chicas que salían del colegio. Quería bajarme y salir corriendo, meterme en la cama, ahogarme con la almohada…

-Ponga la marcha atrás.
-¡¿Qué?!

Y había que estacionar ahí en la vereda nomás. Qué caballetes ni caballetes… a lo bestia, entre el camión de soda y un pobre tipo que dejó el auto para que yo se lo chocara.

Al cabo de infinitas maniobras y varios litros de transpiración, el Dodge quedó encastrado en diagonal, al árbol no le pasó nada y el chico de la bici, por suerte, tenía mejores reflejos que los míos. Don Raúl suspiró, me saludó con un lacónico “hasta la próxima” y se fue a atender otros asuntos. Y eso fue todo. Desde la primera clase tuve la certeza de que jamás lo lograría.



(En un auto como éste, no aprendí a manejar)

lunes, 19 de septiembre de 2011

Pisó un tomate y se mató

Pobre la modista… Uno sale a hacer las compras y termina en el hospital, si tiene suerte en pocos meses estará dando los primeros pasos en un andador,  con cuatro dientes menos y un miedo fóbico a los tomates.

A cualquiera le puede pasar. Yo no pisé ningún tomate pero, muy accidentalmente, el codo del dr. AC terminó incrustado en mi mandíbula y sonó tan fuerte que nos asustamos. Podría haber sido mortal y ahí lo quiero ver… escondiendo mis restos debajo de la cama, borrando las huellas, saltando al vacío desde la ventana del cuarto piso y huyendo de mi fantasma vengador por el resto de sus días. Desearía haber pisado el tomate.

Me reí de mi propia torpeza para restar gravedad al asunto hasta que vi que la cosa empezaba a hincharse como paperas. A falta de hielo, sostuve la botellita de agua mineral contra el cuello pero, aún así, avanzó la hinchazón. A la hora de dormir, apenas podía abrir la boca.

Desperté con una pelota de goma espuma atascada en la garganta. Dolía más al agacharme y, cuando el perro se abalanzó a los lengüetazos, creí morir. Soporté la tortura estoicamente sin recurrir al hielo que hiciera sospechar. Inclusive mastiqué el asado del domingo.

Por la noche luchaba contra el desmayo. Me encerré en el baño con una bolsa llena de cubitos y dejé que se congelara el cuello hasta la insensibilidad total. Dormí y soñé que
los Pitufos se trepaban a mi almohada y tejían guirnaldas en mi pelo. Era la gata que últimamente sufre delirios de peluquera. Por la mañana ya me sentía mejor.

AC ni se enteró.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Una novia con pies fríos

He notado con frecuencia que la sensación de frío es directamente proporcional a mi estado de mal humor. Por eso acepté la segunda frazada que me ofreció Ernest y me tapé hasta la nariz mientras él disparaba contra mis pelos rebeldes, evitando quejarme y hablar de cosas importantes.

Ya no protesto tanto y no ando contando los pelos en el espejo, sencillamente me resigno y lo dejo hacer cuando me revolea como a una muñeca de trapo de un lado a otro de la camilla. No rezongo más, a lo sumo lo miro con cara seria desde la oscuridad de los lentes protectores que son demasiado grandes para mi cabeza.

-¿Así estás cómoda?
-No…
-Tenés los pies helados...
-Sí…

Envuelve mis pies con varias vueltas de frazada y me cuenta una historia de juventud, de un amigo que ansiaba una “NOVIA CON PIES FRÍOS”. Es que, al parecer, los pies fríos son el indicador de una gran producción de estrógenos o sea que estaría uno en presencia de una mujer muy femenina, sexualmente muy deseable, recaliente, una auténtica perra. Por algo reza el dicho: “PIES FRIOS, CORAZÓN ARDIENTE”.

Y así siguió metiéndose en camisa de once varas explicando muy científicamente que es el sueño de todo hombre tener una NOVIA CON PIES FRIOS y yo escuchaba con atención sin hacer comentarios y cada tanto pegaba pataditas para desentumecer mis piecitos congelados.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Macumba

Siempre le compro huevos al boliviano del Monolito que es mi verdulero de confianza. Después de repetir y repetir “¿Algo más, doña?” pregunta si quiero huevos y respondo que “Sí, mitad blancos y mitad de color, de los grandes y que no estén muy cagados”.

La última vez pedí sólo media docena y los coloqué con cuidado en la canastita junto con los que quedaban de la última compra. Ya me extrañó que en la media docena vinieran 7 huevos pero lo acepté como caballo regalado, sin mirarle los dientes ni las plumitas adheridas al cascarón.

Hice la torta ricota que tanto le gusta a mi papá, flan, tortilla, huevos a la flamenca y un budín de pan que mamma mía. Y como sobraron dos huevos del relleno de la empanada, los guardé en la heladera para otra ocasión.

Hoy me dio antojo de ensalada de brócoli y huevo duro, así pues manoteé el huevo de las plumitas y le pegué duro contra el borde de la pileta para pelarlo luego bajo el chorro de agua, como suelo hacer. No sólo no se rompió sino que sonó a cosa compacta. Volvía golpear y con cuidado quité los pedacitos de cáscara estrellada en la punta y lo que vi entonces me dejó más tiesa que rulo de estatua. Ahí estaba el huevo del horror semipartido, chorreando un líquido de color rojo oscuro y juro que adentro había “algo”. Lo arrojé dentro de la pileta y me alejé chillando de miedo y asco y esperé a que la “cosa” de adentro desovillara sus cientos de patas peludas y se enredara en la canilla o en mi cabeza. Un Alien… ¡tenía un Alien en la pileta de la cocina!

Pero nada ocurrió. El huevo quedó ahí goteando (¿sangre?) y no había olores raros ni seres de otro mundo eclosionando frente a mis narices. "Es un huevo embrujado”, pensé. Entonces corrí a consultar a las fuentes y supe con certeza que me habían metido un GUALICHO. ¡Lo que faltaba…!

Pensé en llamar al boliviano y devolverle el cuerpo del delito envuelto en papel de diario, pero sacármelo de encima no rompería el hechizo. Tengo que hacer acopio de aceite de ricino, hojas de ruda macho, tinta china y ajo, sobre todo AJO para neutralizar un posible maleficio, inclusive podría usar la ristra de collar y dormir con ella. Por lo pronto, he puesto el huevo en observación (no le saco fotos pues es demasiado asqueroso para los estómagos sensibles) y me rocío cada media hora con la pócima de alcanfor de Madame Aliza.

Ya saben… si no vuelvo, es culpa del huevo. Llamen a un exorcista y quemen cualquier cosa que me incrimine. ¿Sospechas…? Claro que tengo sospechas pero, por ahora, violín en bolsa y agua bendita, a su debido tiempo sabré tomar revancha.

viernes, 19 de agosto de 2011

Día de los amantes

Al parecer hoy, 19 de agosto, se celebra el Día Internacional del Amante Clandestino. Y, no sé por qué, esto es lo primero que me viene a la memoria. Claro que hubo una revancha cinco o seis años mas tarde, cuando ella deja al amante y el marido la consuela porque él "ya paso por eso".

El otro día, cruzando a los trancos la avenida, tarareaba "Doch Königin..." y un señor me dice: "¡Qué lindo! Cómo te envidio, me gustaría tanto cantar... pero los hijos... los hijos dan muchos problemas, es un despelote..." Le contesté: "Todo pasa, hay que cantar igual" y apreté el paso porque mis pensamientos corrían por otros carriles y porque al fin estoy aprendiendo a alejar la mala energía. Pero ahora pienso que me quedé corta, tendría que haberlo invitado al concierto, por lo menos...

miércoles, 17 de agosto de 2011

Cayeron piedras nomás

Apenas 20 minutos para correr al supermercado sin detenerme a mirar las ofertas ni saludar al verdulero que últimamente me charla de cualquier cosa. Cuestión de agarrar el paraguas -por si llueve- y marchar a todo vapor antes que salgan las criaturas del colegio y las calles del barrio se conviertan en hormiguero.

Corrí (¡volé!) y llegué justo a tiempo para el descuento del aceite Patito, peleé con la chica de la caja que no quiere largar las monedas y salí justo cuando el cielo empezaba a ponerse negro.

“Una nube pasajera…”, pensé. Pero no era sólo oscuridad, se hizo un silencio raro y de pronto un rugido sordo, como una manada de leones cazando de madrugada. Y así, sin aviso, un aluvión de rolitos escupidos desde el cielo que caían en tropel con fuerza endemoniada, como la lluvia de piedras de Belerofonte pero helada. Tormenta apocalíptica, el sol envuelto en tinieblas y un viento que se llevaba hasta los pecados.

No me detuve a pensar demasiado y corrí con las bolsas a cuestas buscando un techo miserable donde guarecerme. Pero fue cuando quise cruzar la calle sin mirar que sucedió lo más temido. Autos en caos trepándose a la vereda , paraguas que pierden su batalla frente al viento y las piedras tallando chichones en mi cabeza de novia... Porque a quién se le ocurre salir a ventilar la peluca cuando se avecina el día del juicio final y del cielo embravecido caen enanos de culo y la piedra más chica es del tamaño de una bergamota. A mí, sí, ¡a mí! porque tenía que ir al Coto a comprar queso mantecoso y patitas de pollo y en la resbalada que me pegué cuando quise esquivar al ordinario ése que me que tiró el auto encima ¡zas! caí sentada en medio de un charco, las bolsas volaron por el aire y las patitas de pollo estaban ahí desparramadas a mi alrededor, confundidas entre el granizo que por momentos caía con más fuerza aún.

Un anónimo me levantó del piso, recogió lo que quedaba de la compra y me empujó solidariamente hacia la vereda de enfrente. Me quedé un ratito sentada en el escalón de un edificio reponiendo fuerzas, a la espera de que cesara el bombardeo de una buena vez. Y reía, sola me reía, un poco de mis desgracias y mucho más de las ajenas. A mí me va a salir un chichón o dos o muchos, pero el desdichado que casi me deja fría la va a pagar muy cara cuando tenga que desabollar el capó.

(Ap. 6:12) Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí que hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.
Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.
Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?

viernes, 5 de agosto de 2011

Feliz cumpleaños a miiiiiii !!



Si de deseos se trata... entonces quiero vivir en el país de los cuentos y festejar muchos no cumpleaños y nunca pero nunca envejecer.

martes, 2 de agosto de 2011

Cuentos para las noches heladas

El frío que azota Buenos Aires está convirtiendo mis piecitos en estalactitas. No es que me queje, a lo sumo seguiré buscando pantuflas más mullidas y el tapado de nutria semi apolillado que mamá heredó de alguna parienta de mal gusto.

Está fresco pa’ chomba… Es como si les hubiéramos mandado nuestras crisis a los europeos y ellos, a cambio, nos retrucaran con un crudo invierno sueco. Inclusive dicen que va a nevar. Como aquella vez, hace cuatro años, cuando el jardín de mi bella casa parecía una postal de Navidad y el gas de la camioneta se congeló y tuvimos que entibiar los tanques con bolsas de agua caliente para que arrancara.



Ah… qué lindos tiempos aquéllos. Podría contar la historia como si fuera un cuento que empezaría, claro, con la frase más poética y esperanzadora: “Había una vez…” Adoro que me cuenten historias, quisiera siempre adormecerme entre los algodones de fábulas y relatos de magos y princesas, especialmente en estas noches frías cuando el viento intenta colarse por entre las rendijas y el único reparo es la cama calentita, esponjada de almohadas y edredones.

“Había una vez…” Pero ¿cómo? ¿y ya no hay más?

lunes, 25 de julio de 2011

Albóndigas por el piso

Humedad, frío y calor desconcertantes.

Tengo los bolsillos llenos de monedas y ni una miserable hebillita para sujetar ESTO que es casi la melena del Rey León. Un vaho hediondo me pega de lleno a la entrada del subte pero no queda más remedio… Lucho cuerpo a cuerpo por un asiento cerca de la ventanilla y pierdo la batalla contra “algo” que parece una orangutana con ojos de cuervo que, tras hundirme el codo en las costillas, me mira con instintos asesinos aún después de haberse sentado a presión donde no cabía ni la sombra de un niño escuálido. Me arrincono contra la puerta y leo, para distraerme, los mismos cartelitos de siempre que la gente pega en las paredes, el del profe de francés, un hostel para solos y solas, la vidente desatanudos…

En la siguiente estación suben dos chicas rubias. Hablan un inglés de película yanqui, están en su mundo, no miran a nadie. Se instalan cerca de la puerta, cada una trae una bolsita de la que emana un aroma que despierta al instante los estómagos dormidos.

- We have to do something huge.
- We could visit that place called… “Fuerte Apache”.

- I told we have to do something huge. Not something stupid.

- But don’t you want to see “INDIOS”…?

- Please! Just eat something!


Y ante la mirada incrédula del nutrido vagón, desplegaron tenedores de plástico que iban y venían enredados en la maraña de tallarines con tuco escondidos en las bolsitas. El subte no es ciertamente el lugar más adecuado para saborear el almuerzo pero a ellas no les importó, devoraban y hablaban con la boca llena como si tal cosa. Claro que, al fin, pasó lo que tenía que pasar… Al pegar la vuelta un tanto brusca, el consabido empujón en cadena, algún “perdonemé”, señoras que se arreglan la ropa, manotazo en bolsillo ajeno y… ¡una albóndiga que vuela por los aires salpicando gotitas de salsa encebollada a justos y pecadores! Pero será posible…

Me hice chiquita pegándome contra la puerta y contuve la respiración. La albóndiga me pasó por la nariz, dibujó una parábola perfecta antes de estrellarse de un golpe seco contra el piso y, en su inestable deambular, cuesta abajo en la rodada, se fue llenando de las pelusas que habitualmente danzan a lo largo y a lo ancho del vagón. Se hizo silencio, durante varios segundos hubiera podido escucharse el aleteo de las moscas, todos los ojos atentos al viaje sin fin de la albóndiga que nadie se atrevía a patear. Y entonces las muchachas estallaron en carcajadas con la boca roja de salsa y otra albóndiga de la misma familia pinchada en el tenedor de plástico. Reían despreocupadas, como si lanzar una albóndiga en medio del subte apretujado de viajeros fuera la cosa más inocente del mundo.

Muchos bajaron inmediatamente. Para desgracia, mi parada era recién la próxima. Esperé pacientemente observando la albóndiga sin ningún disimulo y casi me arrojé al andén apenas se abrieron las puertas. Las rubias, con sus bolsitas de comida y el tenedor en alto, bajaron detrás de mí. Seguían riendo.

- Can you see my nipples through this shirt?
- No. But don't worry, I'm sure they're still there.


viernes, 22 de julio de 2011

FURIOSAMENTA

Anoche soñé que la mataba.



Pero primero me di el gusto arañar, arrancar, escupir y arrastrar. La arrastré por toda la casa, limpié el piso con ella y no me importó que se golpeara en cada arista. De la heladera saqué un piloncito de milanesas de soja y se las metí de prepo en la boca sin quitar los separadores. Y le aplasté en la cabeza el puré de calabaza.

¡PARA QUE APRENDAS! ¡NO TE METAS CONMIGO NUNCA MÁS!

Es que esta pocacosa que vegeta una vida exenta de emociones se da aires de importante, se sienta en el centro de su propia burbuja y se victimiza, quiere “que no la molesten más”. Y, como si fuera poco, ahora se dedica a desparramar culpas como un ángel vengador.

Tiré tan fuerte que me quedé con un mechón en la mano. Y seguí gritando un rato más mientras la zarandeaba de un lado a otro. ¡NO ME BUSQUES PORQUE ME ENCONTRÁS! ¡TE VOY A PINCHAR EL TERCER OJO CON UN CLAVO OXIDADO!

En un intento de infructuosa defensa se le escapó un “Ooooom…” por entre las migas de pan rallado y eso fue lo que terminó con mi paciencia.

¿¿¿OM QUÉ??? YO TE VOY A DAR “OM” A VOS… ¡ATORRANTA! ¡PROMOTORA DE PRESERVATIVOS! NO QUIERO VOLVER A ESCUCHAR TU NOMBRE, NO QUIERO SABER DE VOS Y DE TUS ÍNFULAS DE CAPRICHOSA ESPIRITUALIDAD, FUMATE UN SAHUMERIO Y ANDÁ A CANTAR MANTRAS AL INODORO… ¡ME SEGUÍS ROMPIENDO LAS PELOTAS Y TE JURO POR ESSSSTA QUE NI EL ESPEJO TE VA A RECONOCER!

Y entonces me desperté, justo en el momento culminante, cuando estaba por alinearle el orto de una patada maradoniana. La sensación de odio en estado puro es más revitalizante de lo que muchos creen, mejor que el mejor orgasmo aunque dura un poco menos.

Me fui a caminar por la casa, tomé agua, salí descalza al balcón y dejé que el viento helado de la madrugada aclarara los nubarrones de mi cabeza. Ya no pude volver a dormir.

martes, 12 de julio de 2011

Dime cómo duermes

"Sleep is crucial for concentration, memory formation, and repairing and rejuvenating the cells of the body."

Si lo que dice esta nota está probado científicamente, entonces:

1) Dormir de lado apoyando el costado izquierdo, evidencia mi temor o expectativa hacia posibles cambios.
2) Colocar la mano bajo la mejilla izquierda, demuestra que tengo una enorme necesidad de caricias y de afecto tangible.
3) Boca abajo... nunca maduré.

Pero como me muevo constantemente mientras duermo, es posible que adopte muchas otras posiciones de las que ni tengo conciencia, lo cual podria dar al tacho con tan sólidas teorías. Por ejemplo, la nota no habla de brazos colgando al costado de la cama ni de posición fetal o "cucharita", no contempla las contorsiones a las que me somete mi gata cuando duerme enroscada entre mis piernas, supone que uno duerme de una manera y no de muchas y nada dice de las posturas propias del insomne.

Esto no hace sino sumar una preocupación extra a las que ya tenía pues, si algo me faltaba, es estudiar la forma en que duermo cuando ni siquiera logro dormir.

domingo, 10 de julio de 2011

El glosario según Élida

Al parecer, llegamos a 7° grado carentes de vocabulario o, por lo menos, del vocabulario suficientemente frondoso que se espera de una señorita culta.

Las palabrotas me las aprendí todas de boca de Paula que también me enseñó cómo tenía que “soltar” el brazo para lanzar pelotazos como bala de cañón. Paula me enseñó TODO lo que no tenía que saber y, a cambio, yo la ayudaba a estudiar por miedo a que sucesivos bochazos la perdieran en el camino.

En cambio Élida (la maestra de 7°) se empecinó en que debíamos “nutrir la lengua”, si no para convertirnos en futuras poetisas, al menos para redactar decentemente la lista del supermercado. Así, en un cuaderno prolijamente subdividido en columnas, la consigna era convertir palabras al azar de sustantivo a adjetivo, verbo o adverbio con prefijos, sufijos y la mar en coche, y cuanto más disparatado fuera el resultado, mucho mejor.

Caricia acariciable acaricia acariciadora acariciante
Hoja hojarasca deshojada deshoja deshojadamente
Triste tristeza entristece tristemente tristísima tristona

Después restaba estructurar frases elegantes utilizando las nuevas palabras.

“Deshojados nubarrones amarilleaban en el cielo lagrimeante”.

A las cansadas ganaba adeptas este nuevo razonamiento y el vocabulario florecía como los gladiolos del cementerio.

-¡Salve, don Clemente! Hambrienta y febril, he surcado umbrosos senderos para deleitarme en el aura especiada de los quesillos celosamente atesorados en la gélida profundidad de su magnificente botica.
-¿Quezo? ¿Qué quezo? ¿El mantecozo?

-… harina de bronceados trigales que aterciopeladas manos de madre amasan pródigas de amor…

-¡Filomena! ¡Ven, mujer, que no entiendo un coño!

-¡Cállate, bruto! Niña ¿qué vaz a llevar?

-… la mansedumbre adolescente de una hogaza dorada al calor del horno vehemente…

-¿Pan dizez? Clemente, creo que ha dicho “pan”.

-¿Pan o fijazaz?


Y así la vida cotidiana se iba convirtiendo en un gran problema gramatical. Pero qué narraciones suculentas me mandé… ¡faaaaaa! Es que tanta sinapsia y parasíntesis sumaban estilo a la sanata y, si no convincente, cuando menos la cháchara terminó resultando entretenida.

Por eso, cuando algún distraído comente con envidia o asombro “Qué vocabulario tiene esta chica…” sabrán que no me quemé las pestañas leyendo el Quijote ni a Cicerón. Mi lengua colorida se enreda voluptuosa en los tornasolados pasadizos del glosario de Élida… y, por las dudas, mejor no la desato.

sábado, 9 de julio de 2011

El juego de las cinco vocales

En relación a su comentario acerca de que la palabra "MURCIELAGO" sería la única que posee las cinco vocales...

Me permito sugerirle que controle su EUFORIA. Recuerde que un ESCUÁLIDO ARQUITECTO llamado AURELIO o EULALIO (no recuerdo) dice que lo más AUTÉNTICO es tener un ABUELITO que lleve un traje RETICULADO, siguiendo el ARQUETIPO de aquel viejo REUMÁTICO y REPUDIADO, que CONSIGUIERA ser ESQUILADO por una ENCUBRIDORA al cometer ADULTERIO (¡y sin usar ESTIMULADOR!).

Si el PELIAGUDO ENUNCIADO de esta ECUACIÓN le deja a usted IRRESOLUTA, como NEUMÁTICO sin aire.... olvide su MENSTRUACIÓN y piense de modo JERÁRQUICO: ¡No se atragante con esta PERTURBACIÓN que no va con su MILONGUERA y METICULOSA EDUCACIÓN!

(Con la invalorable participación de mi amigo Ralph y unas cuantas copas de Sambuca on the rocks)

jueves, 7 de julio de 2011

No tan "petite"

¡Con este frío de los mil demonios no va a venir nadie! El lugar es chiquito, poco más de cien personas, codo con codo y sin toser, tendrán que garantizar suficiente calor humano para no quedar todos tiesos antes del Miserere.

Tomé el pastillaje de rigor, me rocié con alcanfor y llamé a la llama violeta por si acaso. Nunca se sabe, mejor que zozobre y no que fa-falte. Llevo bufanda, guantes, gorro de piel y medias térmicas y tomé tanto té caliente que corro riesgo cierto de pasarme el concierto entero haciendo pis.

Todo sea por Rossini y su “Petite Messe Solennelle” que no es “petite” ni por asomo. Una hora y minutos de pié con estos tacos que se me clavan hasta las costillas, la garganta al rojo vivo y un sueño que, si me dan una almohada, tiro hasta mañana. Tengo los dedidos de los pies literalmente congelados, tanto que ya ni duelen. Úrsula entró en estado de hipotermia hace por lo menos diez compases y Perlita no anda lejos de un espectacular desmayo. No somos artistas, somos ESCLAVOS del arte, sacrificados como espartanos.

El pianista es el único que parece estar disfrutando a lo grande. Es que el muchacho de melena negra y manos ágiles como alondras es el alma de la fiesta. Los dedos bailan sobre el teclado sin cansancio ni reposo. Nadie daba dos porotos por él y, sin embargo, ha impreso emociones tan profundas en esta música maravillosa que no podemos menos que aplaudirlo de pié, con lágrimas en los ojos y unas ganas locas de estrujarlo en calóricos abrazos.

Rossini fue el gran descubrimiento de este año. Difícil y agotador… pero valió la pena.

sábado, 2 de julio de 2011

No todo lo que brilla es oro

-Prometeme que nunca ¡pero nunca más! vamos a hablar de esto.
-Secreto médico.


Segunda sesión y unos cuantos pelos muertos. No todos los que quisiera ni tan rápido ni tan fácil, pero poco a poco irán desapareciendo. Ya no cierro los ojos en cada disparo porque se me arrugan las pestañas y porque Ernest dice que con las antiparras psicodélicas no hay ningún peligro.

I’m so ashamed… Intento pensar en otras cosas, me río, reímos, Ernest es muy bueno conmigo, le gustan mis caramelos de menta potente y hace como que no mira para que no me ponga nerviosa y le grite. Pensar que esto recién empieza… y en tan poco tiempo ha visto cosas de mí que nadie más conoce.

Just walking down the street, me río de mis desgracias y desespero por un Chocoarroz.

viernes, 1 de julio de 2011

Créase o no

Cambié de lugar. No me importó que Norita me mirara de reojo cuando apoyé mi anatomía en SU cama que ha comprado a fuerza de años de estirar las patas soñando con el cuerpo esculpido que jamás tendrá.

Sentí alivio cuando me recosté. Cerré los ojos. Llené de aire los pulmones y tanteé las correas a los costados de mi cabeza alineando correctamente la columna. Entonces miré el techo y por poco se me salta el corazón… Ahí estaba otra vez el ladrillo con cara de niño malo. Miré arriba de la cama 4 y el ladrillo raro no estaba… ¡juro que no estaba! Ay, Dios mío, se mudó conmigo y me sigue mirando…

Las demás camas estaban ocupadas, ni modo de cambiarme otra vez. A esta altura poco importa que me tilden de chiflada, a ver si el día menos pensado aparezco ensartada en un resorte y nadie jamás imaginará que ha sido obra del niño malévolo que me hace burlas desde su ladrillo.

La próxima me cambio otra vez, así hasta que se canse y se quede en su lugar. Por si acaso, si no vuelvo… ya saben quién fue.

miércoles, 29 de junio de 2011

El niño en el ladrillo

A falta de emociones más violentas… PILATES.

Dos veces a la semana, cómodamente instalada en una camilla erizada de resortes y poleas, trato de poner la mente en blanco, me deslizo, inhalo y exhalo, cierro los ojos y hago t-o-d-o lo que me dicen. Mis compañeritas de clase son señoras de cierta edad, bastante mejor entrenadas de lo que uno puede suponer, que no temen pasearse por el barrio con sus calzas ajustadas.

Como nada es casual en esta vida, el destino se ocupó de depositarme en la cama número cuatro que no parece distinta a las demás pero ciertamente lo es. Sucede que cuando miro el techo de bovedilla descubro un ladrillo que es diferente a todos los otros. Está justo sobre mi cabeza, es de color amarillento y da la impresión de haber sido puesto para rellenar un hueco. Por si acaso observé los ladrillos cercanos y los de más allá, uno por uno. Los conté y los volví a contar mientras subía y bajaba las piernas con una enorme pelota aprisionada entre los tobillos. Todos iguales, todos menos ÉSE.

Ya van tres clases que lo miro. Me obsesiona. Es que el ladrillo tiene “cara”. Sí, cara de niño, no de angelito sino de niño malo. Parece que sonríe pero la boca se tuerce en una mueca maligna y me mira, todo el tiempo me mira y yo a él. Juraría que lo he visto cambiar de expresión y no mira a nadie más, me mira a mí.

Cosas como ésta obligan a pensar en crímenes monstruosos y espectros aprisionados que pugnan por manifestarse, comunicar un mensaje o simplemente asustar. El niño en el ladrillo ha de ser el protagonista de una historia particularmente aterradora, estoy segura. Y me mira… ¿qué querrá decirme?

-María... ¿Qué pasa? ¿Está muy pesada la correa?
-No… se trabó la cama, no sé qué hice…

Pero no hice nada. Fue él, el niñito. Estuve a punto de señalarlo para que todas vieran cómo ríe con esa risa perversa pero nadie lo ha visto ni lo verá, es a mí a quien quiere, me odia, hace que los resortes pesen toneladas para que me duelan los brazos, se ríe de mí, ¡quiere volverme loca!

La próxima voy a cambiar de cama. Cuidar niños ajenos es uno de mis más preciados talentos pero lidiar con este engendro malvado es más de lo que puedo soportar.

martes, 28 de junio de 2011

Temblores

La única noción que tengo de un terremoto real fue el famoso sismo del 77 que destruyó Caucete y aquí, en la Capital, nos despertó de madrugada pensando que se venía el fin del mundo.

La lámpara del dormitorio, esa toda pintada a mano con dibujitos de Disney, oscilaba como un péndulo desbocado. Me senté en la cama a mirarla, la cama se movía. Sin duda, soñaba. Mamá corría de un lado a otro en camisón; papá, también en paños menores, levantó en brazos a mis hermanitos y salió dando tumbos y gritando. Qué manera más rara de despertarse.

-Mami… alguien está moviendo la cama.

Recién entonces se acordó de mí pero no se detuvo en explicaciones, me arrancó de las sábanas y gritó que me fuera con papá. La vi llorar mientras juntaba las pocas cosas que podía llevar, dinero, abrigos, documentos… Si mamá lloraba, la cosa era muy seria así que no dije ni “mú”, agarré a mi monito Pepe, me puse el desabillé celeste y bajamos corriendo por las escaleras.

A medida que avanzábamos crecía el griterío y la confusión. Al rato estábamos todos los vecinos parados en la vereda de enfrente esperando ver derrumbarse el edificio de un momento a otro, algunos descalzos sobre el pasto húmedo de rocío, la mayoría en camisón, alguno todavía en calzoncillos, todos presa del pánico colectivo.

La fachada se rajó por completo en los pisos altos pero no hubo ningún derrumbe. Vinieron los bomberos, la policía, una ambulancia y los curas de la parroquia. El nuestro era el único edificio en varias cuadras a la redonda, de modo que esa vez fuimos noticia. Tardaron más de un día en dejarnos entrar, era peligroso, decían. Papá nos llevó a casa de la abuela y allí nos quedamos hasta que el suelo dejó de temblar.

Qué frágil es nuestra existencia… Admiro a los japoneses que sufren en silencio sus pérdidas irreparables, en cambio acá le hacemos piquete a las cenizas del volcán y cacerolazo a la ola de frío. No necesitamos tsunamis ni armagedones, nos bastamos para recrear nuestro propio apocalipsis a medida sin ayuda de nadie, contaminamos, talamos, inundamos y votamos equivocadamente. Y Dios nos sigue dando pan.

domingo, 26 de junio de 2011

Monumental "B"ajón

Qué ganas de llorar
en esta tarde gris...

Un poco festejé. Y sí... El nono Gaetano y el bisabuelo Francesco, que desde la tumba siguen gritando los goles de Boca, se habrán reído de lo lindo, al menos un rato hasta caer en la cuenta de que no hay motivo de risa ni festejo, que todos perdimos algo hoy. El rival perdimos, la emoción que despierta el clásico de los clásicos. Perdimos la media naranja.

Como Tom sin Jerry, Mozart sin Salieri, Batman sin Robin... menta sin chocolate. Boca sin River es la novia abandonada al pié del altar, un tren que se fue, Romeo gritando su amor frente a un balcón vacío. Qué se le va a hacer... hoy estamos y mañana, no.

martes, 21 de junio de 2011

Resfriada

Se me caen los mocos, se me caen... Y parece que el maestro S también se dio cuenta:

Me gusta cuando callas

porque estás... ¡resfriada!
engripada y sedosa,
la voz tierna y tomada.

Parece que tu alma
por un rato se suavizara,
sin aristas ni añicos,
armadura ni espadas.

Tu voz remolonea,
tiembla dulcificada,
olvida las espinas.
Tu alma callada
me ofrenda compañia.

Me gusta cuando callas
pues tu especial mudez
me abriga en silencio.
cual feliz rehén.
Me gustas cuando callas
y cuando no... ¡también!

Autor: S.S.

miércoles, 15 de junio de 2011

Esquila

-Más corto.
-¿Más?
-Un poco más… ahí está bien.

Para cuando terminó el tijereteo, el piso era un colchón de pelo muerto. Pensé en guardarle un mechón a Él que fue el primero en oponerse al cambio sin siquiera escuchar los motivos. Pero, no. Barrí yo misma los despojos mientras mi peluquero fetiche preparaba un rico café y pensaba que ahora tengo la cabeza livianita, por dentro y por fuera, y me gusta así. Me gusta MUCHO.

miércoles, 8 de junio de 2011

Libera mea

Me peiné, me puse los aros de la suerte y cacé las monedas para el colectivo de arriba del piano. Tuve que volver a buscar la partitura que olvidé “en algún lugar”, como suele suceder. Y todo se veía bastante bien, inclusive tomé la pastilla que guardo para los momentos críticos deseando algún día poder prescindir de su ayuda milagrosa.

La iglesia estaba atestada de gente, algunos calentaban el banco desde la Misa, otros deambulaban por los pasillos en busca de un recoveco desocupado. A los del coro nos encerraron en un sucucho detrás de la santería a modo de vestuario improvisado. El lugar era chiquito y estábamos tan apretados que Antonia no tuvo más remedio que exhibir su bombachón de encaje con florcitas bordadas a toda la troupe, que ciertamente no disfrutó del espectáculo. Con todo, vestimos la toga reglamentaria, vocalizamos y corrimos a ocupar nuestro puesto en las escalinatas al pie del altar.


Unas palabras de bienvenida, el saludo del director que sonreía con afectación y un silencio de tumba precedieron a los primeros acordes del Requiem. Y ahí empezó todo. Me corría un frío por la espalda que al rato me quemó como el fuego de un volcán, el corazón desbocado, las manos sudando copiosamente… Anxiety. Anxiété. Ansiedad.

Podría haber escapado, hubiera sido vergonzoso y no quería perderme a Mozart por nada del mundo, pero de ser necesario podía dar media vuelta y salir por el costado. Estaba furiosa y asustada, intentaba concentrarme en las fugas pero las semicorcheas bailaban como hormigas indecisas ante mis ojos. Pasó el Kyrie y para el Dies Irae ya me sentía mejor. Casi pude gozar el Tuba Mirum pero el Confutatis me dejó nuevamente confundida y con ganas de huir en un plato volador. Así, el malestar iba y venía en oleadas cada vez más densas, la pastilla no hizo efecto esta vez. Alguien se dio cuenta y me tomó de la mano.

-¿Estás bien?
-Sí… ahora sí.

Y no me soltó hasta el final del Sanctus. Cada tanto susurraba en mi oído palabras cariñosas
que eran como pequeñas dosis del ansiolítico más potente. Y yo pensaba que me gustan mucho sus rulos y cómo canta “limpito” el si bemol y que ya no podré volver a cantar si no es a su lado.

Para el Agnus Dei ya había empezado a disfrutar verdaderamente y el Lux Aeterna fue una apoteosis. El mundo se venía abajo en el aplauso efusivo y sincero, sólo faltaban los fuegos artificiales y Mozart resucitando al son de las trompetas celestiales. Al fin terminó y yo estaba ahí toda transpirada, en calma pero exhausta.


Mi tenor favorito me seguía de cerca, todavía preocupado. Me siguió hasta la parada del colectivo y es tan lindo y su voz es tan dulce que me dolió aclarar los tantos:

-I'm married... y además tengo el corazón con agujeritos.

-Por lo menos cantá conmigo un madrigal.

-Bueno... pero elijo yo. Y gracias por cuidarme…

martes, 31 de mayo de 2011

De noche en la Catedral

Pocos tienen el privilegio de visitar la Catedral en penumbras, prácticamente vacía, cobijando bajo su cúpula a un conjunto prodigioso que recrea a Mozart moribundo, en la cumbre de su creación musical. Ajena a los vándalos que tiran bombas frente al Cabildo y pintan sus columnas con leyendas obscenas, la Catedral es un refugio en medio del caos, solitaria y majestuosa, algo de lo cual estar orgullosos.

Mientras el director negociaba con el cura de turno los menesteres previos al concierto, aproveché para pasear por las galerías y observar los cuadros y estatuas que alguna vez me mostraron de pequeña en alguna insípida visita guiada. Me senté un rato a los pies del Padre de la Patria y no pude evitar pensar cuán sólo y olvidado está, de no ser por la película nadie se acordaría de él. Le hablé bajito tapándome la boca con un paquete de Chocolinas para que nadie piense que estoy loca, le conté un par de secretos que espero guardará toda la eternidad y le pedí un deseo como al genio de la lámpara. No sé si San Martín concede deseos pero no podía perder la oportunidad… No todos los días puede uno hablar con el Libertador.

También visité al Cristo del Gran Amor y le hice compañía a Monseñor Leoni que lleva más de un siglo vuelto al polvo. Lo antiguo siempre me parece novedoso, querría conocer t-o-d-a-s las historias detrás de la Historia y sentirme parte de ellas.

Como era de esperar, al canal del estado se le “rompió un móvil”, ergo no televisarían el concierto. Se supo a último momento aunque, para ser honestos, nunca albergamos esperanzas. El primer concierto del año es en la Catedral Metropolitana, están invitados por igual y al mismo precio las señoronas de la alta sociedad y los cartoneros que revuelven la suciedad de Buenos Aires. Siempre es así… Mozart murió en la indigencia y Hannah Montana viene a llenarse los bolsillos a la tierra de Atahualpa. El mundo al revés.

Salimos por una puerta lateral pues todas las entradas habían sido cuidadosamente cerradas. El sacristán nos condujo a través de un laberinto de pasadizos oscuros con olor a humedad llenos de imágenes sacras y objetos en desuso. Era muy tarde y hacía frío, los manifestantes se habían dispersado dejando un reguero de papelitos sobre la avenida.

La Catedral dormía en silencio.

jueves, 26 de mayo de 2011

El loco del barrio

Me acabo de clavar 8 sanguches de miga en tiempo record. Y el sentimiento de culpa no se hizo carne hasta que vi la panza inflada como globo aerostático y miguitas en la bandeja de plástico. No obstante, junté las miguitas con un dedo y me las comí, me dio sed, vacié la botellita de agua de un solo sorbo y fue como si me hubiera tragado un acorazado ruso. Me golpeé el pecho y la espalda en un vano intento de hacer bajar el masacote de miga mojada y sólo logré un feroz ataque de hipo. No imagino nada peor, salvo quedar encerrada en un baño público o que me cague una paloma.

Con todo, tuve fuerzas para tomar el teléfono y llamar a mi papá. “Me ahogo” le dije, pero él está acostumbrado, no sólo no se alarmó sino que aprovechó para ponerme al tanto de las “novedades” como, por ejemplo, que se casa Oscarcito.

-WHAT????
-Te acordás de Oscarcito ¿no? Que repartía volantes…
-¿El loco?

Y sí, todos los barrios tienen un cura, un borracho y un loco. Y Oscarcito es nuestro loco bueno, inofensivo pero pesado como collar de sandías. Es flaco, muy flaco y alto, tiene las piernas largas y finitas y usa unos pantalones ajustados que terminan arriba de los tobillos. Es notable su parecido con Murdock, el loquito de Brigada A, aunque Oscarcito no sabe fingir y carece por completo de momentos de lucidez. Es habitual verlo caminando a zancadas, da pasos tan largos que parece que volara, siempre con una sonrisa y un volantito que estampa de prepo en la cara de todo el que se le cruza y hay que aceptarlo, caso contrario Oscarcito es capaz de perseguirlo a uno a grito pelado hasta los confines del barrio. De ahí no pasa, por nada del mundo pondría pié en tierra extranjera.

Desde pequeño ha hecho gala de su amor obsesivo por Andrea del Boca. Y poniendo un poco de empeño, se le puede convencer de que tal chica o tal otra es realmente Andrea del Boca “pero acordate que está de incógnito”. Entonces a Oscarcito se le llenan los ojos de lágrimas y se pega a la chica como clara de huevo, diciéndole al oído que quiere casarse con ella y que no le va a decir a nadie que está ahí, para que no la molesten. La chica le sonreirá y dirá algunas palabras amables -al principio- hasta ver que el tipo está de atar y huya aterrorizada para nunca más volver

Yo fui una de las tantas Andreas y, gracias a ello, tuve oportunidad de conversar con Oscarcito más de una vez. Un tipo bueno, inocente como un cachorro, un loco lindo. ¡Y ahora se nos casa! De la novia no sabemos nada pero es inevitable preguntar si está chapita como él. Quizá es mejor, los locos no se enteran de ciertas cosas, ergo no sufren como los demás. Lo envidio a Oscarcito y también a la novia que seguro se parece un poco a Andrea del Boca.

Corté con papá y me quedé mirando la bandejita vacía, el estómago hecho una bola dura y la boca seca de tanta sed. “Es la última vez que compro sanguchitos de miga…” Pero ya estoy pensando en el próximo atracón, no puedo sostener promesas de este tenor, no puedo, no puedo y no puedo. Estoy más loca que Oscarcito… ¡soy la loca de los sanguches!

martes, 17 de mayo de 2011

Depilazione efficace

Luego de tediosas cavilaciones me decidí. “Muerto el pelo, se acabó la caspa”, diría la nona, y yo quiero que se mueran todos mis pelos, t-o-d-o-s menos las pestañas y mi ondulada cabellera que son la envidia de unas cuantas que yo sé.

Ernest dice que con pocas sesiones de su láser galáctico será suficiente. Me explicó con paciencia y se rió de mis pudores (siempre es mejor reír que llorar) y al final accedió a las tímidas pero firmes pretensiones que lo van a dejar con ganas de ver las partes que no quiero mostrar.

Me dio un instructivo de lo que debo y no debo hacer. La palabra AFEITAR -prohibida para toda dama que se precie de tal- pasó a ocupar un lugar relevante en mi futuro inmediato y es que, a partir de ahora, no puedo ni pensar en arrancar un pelo so pena de arruinar la inversión. ¡Né pinzetta, né ceretta, né niente! No debo tomar sol ni abusar de las aspirinas pero, a cambio, podré pasar un largo rato mimándome con la esponja vegetal… y la prestobarba.

Confío en Ernest, me gusta su hablar mesurado y la forma en que me mira, como si tuviera a su alcance un tesoro muy valioso (¿tentador?) y no pudiera tocarlo.

“Si tuviera a mi lado una mujer como vos… no te dejo ir ni loco”.

Don´t worry, sweetheart… Aquí me quedo.

sábado, 14 de mayo de 2011

Cosas que deseo (mucho) y nunca tendré

Una mente brillante
La panza chata
El genio de Beethoven
Una casa frente al lago Peyto
El vestuario de Sex & the City
Las tetas de Pamela David
La paciencia de Penélope
Brad Pitt
Una cueva donde esconderme
El auto fantástico
La imaginación de James Cameron
Un mucamo
Una banda de rock
Los millones del príncipe Alsaud
El desparpajo de Mariana Nannis
El secreto de los templarios
La espada de William Wallace
El anillo para volverse invisible
Un tigre de bengala
Un castillo con puente levadizo
La voz de la Bartoli
Los zapatitos de Cenicienta
La máquina del tiempo

viernes, 13 de mayo de 2011

Tremendas decepciones

Me gustaban TODOS, pero más Gustavo. Sabía todas las canciones y las coreografías y, como sea, me las ingeniaba para sortear la estrecha vigilancia de mamá y correr a la puerta de Canal 9 para verlos un instante de lejos, muy lejos, empujada y tironeada por miles de chicas que chillaban su amor detrás del vallado.

Sufría en silencio los rumores de algún misterioso romance, alimentando la secreta esperanza de que un día serían míos. TODOS. Me daba lo mismo cualquiera de los cinco, hasta Marito, de quien se comentaba tenía inclinaciones menos felices.

Disfrutaba tanto verlos... Con el corazón desbocado y lágrimas en los ojos, cada vez era la última y tenía que alcanzar hasta la próxima y así cada semana se renovaba la apuesta y la pasión se hacía obsesión. A veces pienso que podría haber asesinado por ellos aunque, en verdad, sólo me atreví a pegarle un chicle en el pelo a la chica que saltaba como loca en la butaca de adelante y no me dejaba ver “Las aventuras de Tremendo”.



Los recuerdo así, vestidos uno de cada color, el pelo largo, tan jóvenes que eran casi niños. Y quiero seguir recordándolos así SIEMPRE. No me hablen de reencuentros ni homenajes, no quiero fotos a-c-t-u-a-l-i-z-a-d-a-s de tipos gordos y pelados que no puedo identificar, no me digan quién es quién… ¡no me interesa! Qué manía tiene la gente de volver 20 años después como si nada hubiera pasado, se rompe la ilusión, ya nunca más podré evocar las mechas rubias de Darío y su voz aniñada sin pensar que ha acumulado 20 años de sobrepeso.

Me quedo con mis recuerdos y las fotos recortadas de Radiolandia, escucho el cassette cada tanto y bailo sola con el corazón todavía saltando de felicidad. TREMENDO es MIO, para siempre MIO.

No, no me mires de esa forma, no.
Tu mirada me provoca.
¡No! Piensa bien que no es un juego
Y yo soy de sangre y fuego…

miércoles, 11 de mayo de 2011

Juego de la Oca

La dependencia aduanera de nuestro bendito Correo es un antro sucio y obsoleto ubicado al otro lado de la estación Retiro. Allí concurren cada día centenares de víctimas a buscar la desgraciada encomienda que la “autoridad competente” ha dejado retenida, con o sin motivo.

Primero hay que sacar número sabiendo de antemano que habrá por lo menos otros cien adelante incómodamente instalados en la sala de recepción, demasiado estrecha y mal equipada. Las escasas butacas de goma espuma destripada son ocupadas de inmediato, apenas uno se levanta, dos o tres corren a calentar el lugar y así el público se renueva a ritmo lento pero sostenido.

El tiempo de espera garantizado es de hora y media. Una empleada llama de a diez números, los repite, aclara que hay que completar el formulario al dorso y que no se aceptan fotocopias y “¿Cómo…? ¿Usted no trajo el DNI?” Al rato vuelve a repetir los mismos números y va archivando los AVISOS en un pilón al costado del mostrador.

Un señor gordo atiende la Caja 2. Cobra y entrega otro número que servirá para continuar el trámite. Es como un Juego de la Oca pero sin dados. Los AVISOS son enviados al siguiente nivel a través de un pequeño montacargas que sube y baja a intervalos regulares. Desdichado aquél cuyo aviso se zafe del precario montacargas para ir a parar quién sabe adónde… su encomienda se habrá perdido para siempre y nadie nunca sabrá por qué.

Si acaso llega uno a superar la primera etapa, se encontrará pronto en una habitación más grande atestada de gente, niños llorones, algún perro que se ha colado por la compuerta del fondo y el típico olor a baño público que desgraciadamente nos es tan familiar. Por los altoparlantes van cantando los números como si fuera la lotería, sin orden de ningún tipo, y el agraciado continúa así hacia el próximo desafío.

Tras cruzar un molinete se accede al área de control aduanero protegida por una puerta que se puede abrir solamente desde afuera, de esa forma se aseguran que no se escape uno sin pagar. Los paquetes se amontonan sobre mesas desvencijadas, algunos pasean a los tumbos sobre la cinta transportadora hasta que alguien empieza a repartirlos. Una vez localizada la encomienda resta “hacer la declaración” en alguna de las diez mesas que se alinean hasta el final del extenso pasillo. Nada de jueguitos ni avivadas, a no ser que quiera uno enzarzarse en una discusión estéril por ahorrar unos pocos pesos. En esta instancia, lo mejor es pagar y callar y salir lo más rápido posible con el PAQUETE como pan bajo el brazo. Al fin y al cabo, ya han transcurrido al menos cuatro largas horas.

Mucho cuidado. Cualquiera puede quedar enredado en este atolladero donde no hay tiros que abrevien el recorrido y proliferan los obstáculos que obligan a dar marcha atrás o incluso volver a la posición inicial. Cualquiera… como yo, como vos.

No es el Juego de la Oca pero lamentablemente lo parece.

lunes, 9 de mayo de 2011

Ultima Vista

Hace 20 años, el maestro S tenía más pelo y yo era una mocosa irrespetuosa y desprejuiciada.

No quería ir pero Gabi terminó por convencerme. Éramos dos mocosas peligrosamente jóvenes en medio de una multitud de desconocidos que un domingo al año se congregaban para encarar un desafío colosal: estudiar una obra completa del vasto repertorio sinfónico-coral e interpretarla ante el público esa misma noche. La gracia estaba en que nadie sabía qué obra interpretarían hasta que recibían la partitura. Era un concierto sorpresa, el “Concierto a Primera Vista”.

La primera vez éramos más de 400 personas, entre cantantes y músicos. Y el maestro S ponía orden en el desorden y lograba el milagro. Pudimos con Mozart, Beethoven y Haydn, entre otros… Pero al terminar la jornada estábamos exhaustos. Con Gabi nos atrincherábamos en los bares cercanos a “pintar” nuestra parte con resaltador amarillo, repasando los pasajes más difíciles.

Después seguí sola, ella no quería o no podía o las dos cosas. Cada vez menos gente se sumaba a la aventura, obras más pequeñas y sencillas reemplazaban a las Misas Solemnes de los grandes compositores y, al final, terminamos siendo los mismos de siempre, 20 años más viejos y mañosos.

El otro día, por un momento, me pareció que revivía la gloria de antaño. El Requiem de Mozart atrajo a una enormidad de coreutas, muchos cantaban de memoria, felices. Porque no importa cuántas veces lo cantemos, el Requiem es el más deseado, cautiva, enardece, ¡es único!

Pero la incomodidad del lugar, la falta de espacio y tolerancia, el pelotón de viejas chotas de mi bendito coro ocupando y “reservando” los lugares de privilegio e intentando hacer oír sus voces cascadas por encima de la belleza de cantantes más jóvenes y bien entrenados… fue más de lo que pude tolerar. Me indigné conmigo misma, con el maestro S y su oído exquisito y selectivo que parece no querer escuchar las abominaciones que todos padecemos, me indigné con todo y con todos. Especialmente cuando me desalojaron del oscuro huequito que encontré, el único disponible en medio del caos … “Porque acá va el arpa” y yo pensaba que ni doblada en cuatro entraba la pobre, pero igual me fui.

Guardé el Requiem y dejé tirada por ahí la obra sorpresa, unas cancioncillas tontolonas de un tal Hammerschmidt. Fue mi último Primera Vista, lo sé.

Con todo el dolor de mi alma hice mutis por el foro y, sin volver la vista atrás, corrí a la estación del subte, tarareando el Hostias bajo la lluvia triste del último día de abril.