domingo, 19 de octubre de 2008

Madre hay una sola

Esa manía inexplicable de las maestras de pensar que mamá, en su día, estaría requetecontenta de recibir una original y colorida artesanía en madera, enteramente lijada y barnizada por su hijita del alma, no importa si la pintura chorrea creando surcos surrealistas en un diseño que obliga a apartar la vista, o si la carpinterita desprovista de criterio desdeña la pizzera, la bandeja para el desayuno y el revistero y elige con un entusiasmo rayano en la demencia… ¡una huevera!
Sí, I do confess… No quiero recordar la cara que puso mamá cuando la vio.

-Ahhh… qué lindo… esteeee… el portamacetas…
-¡Mamá! ¡Es una huevera!
-Ah, sí, sí. ¡Justo lo que necesitaba!

La huevera en cuestión –que me costó un triunfo armar y adornar con figuritas de Sarah Kay espolvoreadas con brillantina- se convirtió finalmente en portamacetas.
Mamá siempre le encontraba destino a las cosas, aún a las más inverosímiles. Como cuando armó el disfraz de florcita para mi hermana y cosió cada pétalo al alambre del batidor de las tortas para que quedaran bien paraditos y al final no quedó otra que regalarle una batidora eléctrica para que los bizcochuelos se inflaran como es debido.
Equipamos la casa con los regalos del Día de la Madre… batidora, plancha, secarropas, freidora… Como si mamá no tuviera más aspiraciones que las de una simple ama de casa que cuida de los suyos, cocina, lava, plancha, mira las telenovelas y chusmea con las vecinas. Como si no tuviera derecho a algo lindo para disfrutar ella sola…
Una sola vez se quejó y dijo que no quería regalo, sólo que la lleváramos a comer a un restaurante. Pensamos con horror que no iba a cocinar más, una verdadera tragedia. Porque resulta inconcebible la idea de una madre que no cocine, aunque fuera Susana Giménez, por lo menos tiene que saber hacer un puré.
Pero, claro, tenía mucha razón. Siempre trabajando, noches sin dormir pegando lentejuelas a los tutús que ahora duermen el sueño de los justos en un placard lleno de naftalina, tomándonos lección la víspera de algún examen especialmente complicado, poniéndonos paños fríos en la frente cuando ardíamos de fiebre, organizando fiestas de cumpleaños, armando la mochila para el campamento… Mamá siempre estaba en todo, era la generosidad personificada. Y no hay regalo en el mundo con el que retribuir tamaño sacrificio, una vida entera dedicada a criarnos, a educarnos en el amor, a hacer de sus hijos personas de bien.
Mamá… Cuánta necesidad tengo de tus consejos sabios, daría cualquier cosa por tenerte a mi lado como antes, que me guíes, que me muestres el camino, que te enojes si hago todo mal, que me enseñes todo lo que una “señorita” debe aprender…
Quisiera algún día ser como vos.

4 comentarios:

Il Capo dijo...

No te olvides nunca, tu mama esta en vos..........

Aureliano Buendía dijo...

Hola, il capo ha escrito algo muy cierto: tu mama está en vos...

Los recuerdos de madres y abuelas siempre están ahi y de forma invisible nos moldean. Estoy seguro que algún día serás como ella.

Besos.

Menta Ligera dijo...

Il Capo
Siempre tenes las palabras justas... Gracias por estar a mi lado.

Aureliano
Gracias por tus afectuosos mensajes y tu presencia en mi pequeño universo que a veces esta patas para arriba... Mi mama era una mujer excepcional, ojala algun dia llegue a ser como ella.

Aureliano Buendía dijo...

seguro.