viernes, 29 de octubre de 2010

Placeres queseros

Mi paraíso terrenal lleva el pomposo nombre de Le Charcutier.

Lo encontré a dos cuadras de casa, un pequeño almacén atestado de cosas sabrosas y atendido por sus dueños, tres generaciones de expertos cortadores de fiambre que montan guardia tras el mostrador luciendo delantal y gorro de un blanco impecable. Se comenta que el abuelo es un gran maestro quesero, pero esto no puedo asegurarlo a menos que me haga probar ese Roquefort lleno de hongos apetitosos que guarda para los clientes selectos.

Patas de jamón cuelgan pesadamente de los tirantes del techo; los tarros de aceitunas forman una barricada contra la avidez del público que babea frente a los salamines; las especias, los encurtidos, el pan casero y los vinos… uno no sabe por dónde empezar.

-¿Qué le doy, señorita?
-…
-Señorita…
-Ah, sí… Queso. Éste y éste y aquel otro. Y el de allá, también.

Siempre pierdo la conciencia buceando en los agujeros del Gruyere. ¡Por Dios! Que nada me turbe mientras contemplo un esponjoso Brie… Los quesos me pueden, podría vivir a queso y no extrañaría ni el sexo. Pan y queso, queso de cualquier tipo y factor, pero cuanto más francés, más mejor. Hubiera sido una Heidi perfecta corriendo descalza por la pradera con el morral repleto de pancitos calientes y queso casero.

Es que no hay placer completo sin queso, por eso los chinos son como son, porque comen esa cosa llamada “TOFU” que parece queso pero no es, no tiene gusto, no tiene encanto… ¡ni fú, ni fá!

Acá en Le Charcutier me entienden, me miman, me dan lo que pido y más también. Es que el abuelo quesero al fin me ha echado el ojo y sospecho que en breve estaré degustando las delicias de su olla. Dicen que ha ganado premios y hay un queso especiado que lleva su nombre.

Equivoqué el rumbo, indudablemente. Tendría que haber sido almacenera y así engordaría sin culpa entre embutidos carnosos, me llamaría Filomena o Pascualina o quizá Adelaida y tendría los cachetes colorados y sonrisa de panza llena y feliz.

C'est la vie… C’est charcuterie.

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