Hay hombres que más que esposa necesitan una madre sustituta que los mime, los organice, les ponga límites, cierre los ojos, los escuche sin quejarse y tenga siempre lista la comida, la ropa planchada y la casa en orden. Si además cumple a la perfección el rol de prostituta en la cama, mucho mejor. Aunque con tantísimo trabajo no siempre es fácil mostrarse complaciente. Entonces el macho elige y como le sobra tiempo libre porque no se ocupa de los chicos, la mucama, la casa, la ropa ni la comida puede darse el lujo de meter en su cama a la primera que se le cruza, llámese gato, fato, amante o amiguita.
A cambio de las trampas el marido (si tiene con qué) suele ofrecer una cierta estabilidad económica, procura mantener la discreción en todo momento a fin de no herir los sentimientos de las personas que paradójicamente “lo quieren” de manera incondicional, sabe ser padre ejemplar y un esposo suficientemente atento a pesar de las circunstancias. Porque en definitiva a todos conviene que el mar esté en calma.
Son muchas las esposas que hacen la vista gorda. Saber y callar. Por muchos motivos. Y algunas también encuentran el momento, el lugar y el candidato y saben muy bien cómo guardar las apariencias mientras disfrutan de su añorada libertad. Porque hasta el marido más atorrante puede ser vilmente engañado con total impunidad y eso no quita que llegue de trabajar y la esposa-madre adorada lo espere con su comidita preferida, velas, champán y ganas de un buen polvo antes de dormir.
Como siempre en esta vida… hay para todos los gustos. Lo importante es la fachada.
A cambio de las trampas el marido (si tiene con qué) suele ofrecer una cierta estabilidad económica, procura mantener la discreción en todo momento a fin de no herir los sentimientos de las personas que paradójicamente “lo quieren” de manera incondicional, sabe ser padre ejemplar y un esposo suficientemente atento a pesar de las circunstancias. Porque en definitiva a todos conviene que el mar esté en calma.
Son muchas las esposas que hacen la vista gorda. Saber y callar. Por muchos motivos. Y algunas también encuentran el momento, el lugar y el candidato y saben muy bien cómo guardar las apariencias mientras disfrutan de su añorada libertad. Porque hasta el marido más atorrante puede ser vilmente engañado con total impunidad y eso no quita que llegue de trabajar y la esposa-madre adorada lo espere con su comidita preferida, velas, champán y ganas de un buen polvo antes de dormir.
Como siempre en esta vida… hay para todos los gustos. Lo importante es la fachada.