Será porque salió el sol y no hay niebla. O tal vez porque la fuga final del Dixit Dominus que hace días me tiene a maltraer, por fin empieza a vislumbrarse clara y precisa. Quizás por la clase de tango de ayer, tangos viejos de bandoneón quejumbroso para bailar a ras del piso. O porque la casa está limpia y en el aire flota ese aroma a vainilla que me embriaga…
Poco a poco todo tiende a acomodarse.
Y sonrío, aunque estés tan lejos.
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