lunes, 11 de junio de 2007

Echoes

And no one sings me lullabies
And no one makes me close my eyes
And so I throw the windows wide
And call to you across the sky



Insomnio.
Desde niña. Desde muy niña…
Cuando pasaba horas mirando los rayitos de luz que se filtraban por las rendijas de la persiana dibujando diamantes sobre la pared. Contaba hasta cien y volvía a empezar, de atrás para adelante, de tres en tres y hasta quinientos ida y vuelta. Hasta que el cansancio me sumía dulcemente en esa nube tibia de sueños que muchas veces deseé fuera real. Sueños de hadas, princesas y conejos suavecitos.
Cuando el vértigo del juego invitaba a desafiar la orden perentoria “¡A dormir que es tarde!” y la hora de cerrar los ojos se dilataba más de la cuenta entre susurros nerviosos y risas contenidas.
Cuando lloraba en silencio las primeras penas de amor y todo era tan amargo y vacío y pensaba que “nunca más…”
Cuando fantaseaba bajo el roce de las sábanas, la piel desnuda y levemente húmeda, el pelo muy largo sobre la almohada, sedienta de caricias, que me besaras y mordieras y dormirme en tus brazos tan fuertes y posesivos. Fantasías de sexo impúdico, extremo. Y tu cuerpo sin rostro sobre el mío, cálido, demandante. Yo siempre necesitando más… y vos queriéndolo todo.
Es madrugada. Ya nada me ayudará a dormir.

1 comentario:

Sofi dijo...

Cuando papa se fue de casa y quede mas sola que nunca. Cuando me regalaron a Mochi y pense que si me dormia se lo iban a llevar y no lo iba a ver mas. Cuando teniamos prueba de quimica. Las primeras noches en la casa nueva. Cuando no tengo con quien dormir...