jueves, 30 de diciembre de 2010

Un año feliz

No consigo la agenda que me gusta, ésa en la que anidarán todos los secretos del nuevo año. Tampoco consigo la pollera de mis sueños y, si acaso la encontrara, no me atrevería a comprarla antes de bajar las redondeces que me han regalado mis pan dulces caseros. Los pan dulces, el vitel toné, la pavita y los turrones. Y el champán. No puedo resistirme al burbujeo del champán que se sube rápido a la cabeza y me hace delirar fantasías inconfesables mientras río a carcajadas bajo el cielo teñido de luces y colores.

Brindo por un año feliz, por las cosas buenas que vendrán y las no tan buenas que tendremos que evitar, para que no nos roben el auto otra vez, para no perder mis botitas Pampero en la próxima mudanza, para cantar mucho y estudiar menos, para ser más generosa, para tener más paciencia.

Mi príncipe de las estepas está lejos, como siempre en esta época, sitiado en el país donde hasta los grillos duermen la siesta. Incomunicados. No sé si me extraña como yo a él, no puedo hacerle masajitos en la espalda y disipar como humo las preocupaciones que lo agobian, de lejos no se puede. Brindo por él, por este año que nos ha reencontrado al fin, por todos los deseos que compartimos, para que la vida nos de felicidad.

¡Un gran año para todos!

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