lunes, 13 de septiembre de 2010

Relaciones peligrosas

-¿Puedo ayudarte?
-No creo.

La segunda cosa que más detesto en la vida son los vendedores que, agazapados en la entrada del local, esperan pacientes la oportunidad de arrojarse sobre el incauto comprador que –pobre infeliz- pretende “mirar” sin ser molestado. Ni hablar de tocar una percha, es probable que te metan a la fuerza en el probador y descaradamente abran la cortina sorprendiéndote en sudorosa lucha cuerpo a cuerpo con el jean dos talles más chico porque “tu número no había…” y así, frustrada, despeinada y bufando maldiciones, arrojes las prendas sobre el mostrador con un revoleo que esperás ponga al susodicho en su lugar.

De modo que, con estudiada indiferencia, volví la espalda y seguí buscando ALGO, sin saber muy bien qué. Peiné de arriba abajo las estanterías de clásicos, uno por uno, y nada. Caminé de una punta a la otra y volví haciendo un último y exhaustivo repaso. Ya me daba por vencida, en breve decantaría por una berretada cualquiera para calmar el tedio de un domingo solitario.

-Si me decís lo que estás buscando…
-Nada… Cuando lo vea me voy a dar cuenta.

Me miró fijo y, sin decir palabra, dio media vuelta y se alejó. Justo cuando empezaba a sentirme absurdamente miserable y desagradecida, regresó con un pilón de cajitas cubiertas de una fina capa de polvo.

-¿Buscás algo de esto?

Con manos temblorosas de emoción tomé cuidadosamente la que me pareció más preciada. ¡EL PULPO NEGRO! Un original que escapó milagrosamente de aquel fatal incendio… ¡Incroyable! Y las HISTORIAS PARA NO DORMIR y ARSENIO LUPIN

-Si te gusta Poe, tengo algunos títulos con Price, Lugosi…
-¿Poe? ¡Adoro Poe! ¿Dónde? ¿Dónde?

La tarde se fue agotando sin que lo notáramos, mirando embobados la pantalla del televisor. Y descubrí que compartimos la misma insana pasión por Narciso Ibañez Menta, el tango y los maníes salados. (Narciso Ibañez Menta… MENTA… Recién me doy cuen-ta ¡Ja!)

Quizá debería averiguar algo más, no sea que se trate de un violador serial o asesino disfrazado y después me saquen a pedacitos de una zanja, irreconocible e hinchada. No podrán reconstruir la historia, nadie sabrá qué me ha pasado porque él esconderá las evidencias y tendrá EL PULPO NEGRO a mano, como carnada para la próxima víctima, y Narciso será cómplice pero como está muerto no podrán acusarlo.

Pero mientras investigo, bien podemos seguir desempolvando clásicos. Y lo que tenga que ser, será.

(Por cierto, la cosa que más detesto en la vida son… ¡las colchas Palette!)

No hay comentarios.: