miércoles, 21 de febrero de 2007

FASO, paso

Ahí está un poco arrugado, solitario, pedacitos de tabaco asomando entre la caja y el celofán. Quedan seis. Me miran. Cierro el cajón con mezcla de triunfo, melancolía y enojo. Lo vuelvo a abrir. Lo vuelvo a cerrar. Y lo abro otra vez.
La sensación del cigarrillo entre los dedos me suena novedosa por lo lejano del recuerdo.
El primero a los 18, en la terraza, sola. Qué asco… El segundo no fue tan feo y el tercero ya era aceptable. Dos por día como mucho. Después cinco, diez… Hasta veinte o quizás treinta los días de furia.
Saco uno de la caja, lo hago girar entre los dedos. El tabaco está flojo y algunas partículas caen sobre la alfombra. Sonrío triste. El olor un poco rancio me trae recuerdos de noches agitadas, alcohol, “un piano desafinado y un manojo de palabras”…


Cigarrillo de bar, un cortado y a veces capuchino
Cigarrillo de stress laboral, muchos… demasiados
Cigarrillo post sexo
Cigarrillo de espera (el que espera desespera)
Cigarrillo cómplice de amigas que se cuentan un secreto
Cigarrillo éxtasis
Cigarrillo después de la cena
Cigarrillo ansiolítico
Cigarrillo de fiesta aburrida
Cigarrillo mangueado
Cigarrillo de bronca
Cigarrillo relax, haciendo aros de humo
Cigarrillo fashion, yo-sólo-fumo-importados
Cigarrillo mojado
Cigarrillo arrepentido
Cigarrillo solidario fumado a medias o en ronda
Cigarrillo promesa, “es el último pucho, no fumo más”



No sé bien qué hacer. Destruyo uno, lo aprieto fuerte, desmenuzándolo lentamente. Pero me entra culpa y lástima por los otros cinco que son como un símbolo, tan solitos y tentadores. Hace más de un año… Si fumo uno, no va a pasar nada, ¿no?

Diosssss ¡Que alguien me sacuda y me haga reaccionar!


Fumar es un placer genial, sensual.
Fumando espero al hombre a quien yo quiero,
tras los cristales de alegres ventanales.
Mientras fumo, mi vida no consumo
porque flotando el humo me suelo adormecer...
Tendida en la chaisse longue soñar y amar...
Ver a mi amante solícito y galante,
sentir sus labios besar con besos sabios,
y el devaneo sentir con más deseos
cuando sus ojos veo, sedientos de pasión.
Por eso estando mi bien es mi fumar un edén.

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