miércoles, 14 de enero de 2009

Like I know I shouldn't

Hizo su entrada triunfal incómodamente instalada en una caja de cartón de esas que sobraron de la mudanza, aullando como una jauría de lobos hambrientos.
Ni lerda ni perezosa, firmó de puño y letra cada rincón de mi bello apartamento, probablemente para sentirse más a gusto, para conocer el terreno que pisa o sencillamente porque le fascina el olor del multiuso con el que corro a limpiar los “regalitos” que desparrama por donde uno menos lo imagina.
Si me enojo, pone tal carita de inocencia que me desarma en el acto. Y enseguida da vueltas a mi alrededor moviendo la cola como si la vida fuera una fiesta y yo, toda embobada, la cubro de besos y la reto despacito, no sea cosa que se asuste.

“Va a ser una malcriada…”
“Con vos hace lo que quiere…”
“Tenés que enseñarle de a poquito…”

Grettel es negra como la noche, tan sólo unas pequeñas manchas blancas en el pecho ayudan a
localizarla en la oscuridad. Es pequeña pero de corazón grande, irradia ternura, es mimosa, demanda compañía y atención… me puede.
Ya sé que no debo, pero es más fuerte que yo.
Por si acaso, recogí las cortinas del comedor, guardé en el baño las plantas más delicadas, cerré todas las puertas y tapicé con papel de diario el piso del balcón. Le compré juguetes, un collar que aún es demasiado holgado y un moisés de lo más coqueto que inmediatamente adoptó como guarida.
Anoche lloró, hizo un escándalo de novela ante la puerta del dormitorio pataleando como una poseída. Por supuesto, me negué a abrir haciendo caso de las recomendaciones de “los entendidos”, hasta que la susodicha se cansó y cesó el berrinche. Cuando asomé la nariz, por mera curiosidad, había obsequios olorosos delante de la puerta y huellas pecaminosas muy explícitas. Limpié el desastre sin pronunciar una sola queja pero, cuando volví a acostarme, la princesita me esperaba a los pies de la cama, dispuesta a hacer valer sus derechos de hija mimada.
No hubo caso. Trasladé el moisés al dormitorio y ahí se instaló, radiante de felicidad, con su pelotita de tenis y una media vieja que pronto terminará hecha jirones.
Que quede claro que es sólo una experiencia, nos estamos conociendo. Ya veremos cómo continúa la odisea y quién es la que manda en esta casa.


No hay comentarios.: