miércoles, 7 de enero de 2009

Que sueñes con los angelitos

Fue una jornada plagada de complicaciones inesperadas, peleítas de rutina y, para inaugurar el año con el disgusto apropiado, apareció el contador que cada tanto resucita de entre los muertos sólo para anunciar con desparpajo inaudito que se acerca algún vencimiento especialmente abultado, como si todo fuera soplar y hacer botellas, como si mi bolsillo desbordara generosidad, “tomá”, “cuánto es”, “no me vengas con esas tonterías justo ahora que me voy de viaje a Las Bahamas”, como si viviera en otro planeta, como si no supiera que el cosmos entero está en crisis, como si la vida le sonriera y una rubia despampanante lo esperara a la vuelta de la esquina, champán en mano, los labios embadurnados de rouge y la promesa de una noche inolvidable, como si el Gordo de Navidad lo estrechara entre sus brazos y una multitud de aduladores anónimos exaltara su buena estrella… Así es él, de esos que levitan a perpetuidad en una nube de fantasías, ni siquiera envejece, no engorda, no sufre, no muere.
Y cuando se hace tarde y estás sola al fin, sin apetito, aburrida, ansiosa, nada hay más aconsejable que un buen vodka helado para disipar las preocupaciones. Que sean dos, fondo blanco, el ardor te consume el esófago pero seguís adelante, la atmósfera se tiñe de colores brillantes y se viene el tercero, ahora todo es maravillosamente solucionable, nimiedades, querés bailar y reír, hacés chin-chín frente al espejo, el mundo empieza a girar al ritmo de un rock ochentoso, perder el equilibrio te hace reflexionar por un instante nomás, lo suficiente para saborear otro más y otro y… el piiiiiiiiip que anuncia el final de transmisión interrumpe la fiesta, es hora de dormir, hay que cerrar el capítulo, mañana será otro día…
Y la euforia se evapora mágicamente en un sueño plagado de acontecimientos nefastos, la tormenta se vuelve real, tan real que te sorprende jugando al Almirante en el balcón, un viento huracanado arranca de cuajo la baranda y se lleva las fichas, los dados y la notebook que cae en picada tan lejos como es posible, sin darte tiempo a borrar el historial y las contraseñas. Llega él, le contás todo, lo aturdís con detalles innecesarios y cálculos que no entiende, pero él acaba de regresar de sus cortas vacaciones para irse otra vez…

Yo: ¿Por qué te vas de nuevo?
Doc: Si yo viajo todo el tiempo… ¿no te acordás?
Yo: No… ¿A dónde vas?
Doc: A Tailandia.
Yo: Traeme una pashmina.
Doc: Te la mando por email.
Yo: Entonces mandame dos, una a cada casilla, pero una que sea fucsia.

El reloj marca las cuatro de la mañana, la garganta seca pide a gritos una gota de agua, estás mareada, das vueltas en la cama, confusa, aturdida, hasta que el sueño gana la partida, te seduce y te absorbe…

Yo: ¿Dónde están los pocketeers?
Doc: Los guardaste vos, fijate en mi maletín.
Yo: Está la gorra de baño y una teta de plástico, nada más. ¿Los escondiste?
Doc: ¡No, mi amor! Preguntale a mi mamá si los vio.
Yo: ¡Quiero mis pocketeeeeeeeeeers! ¡Guaaaaaa!

Algo se agita al lado de tu oreja, se estremece en un sonido ronco y desapacible aniquilando la paz de una mañana que se hizo esperar demasiado esta vez. Aún presa del letargo que se niega a liberarte, lo observás con detenimiento, no se parece al Space de Top Toys, titila con destellos azules al tiempo que una voz conocida repite sin cesar…

“¡Hola! ¡Hola! ¿Te quedaste dormida? ¿Por qué no contestás? ¡Hooooooolaaaaaa!”

Y por fin la realidad empieza a cobrar vida, como un rompecabezas cada pieza encaja donde corresponde y el vaho de los sueños disparatados se disipa como una cortina de humo.

3 comentarios:

Sofi dijo...

Genial! Yo tenia pocketers, el de la ruleta y uno de autitos com iman. Hay todavia??? Donde????

Luciano dijo...

Ja, feroz confusión.
Nunca tuve ninguno de esos. Hubiera matado por uno.
Vuelvo en el tiempo y le robo uno a Martinelli.

Menta Ligera dijo...

Sofi,
Yo tambien tenia el de la ruleta y el de los pescaditos. No aseguro nada, pero deben estar guardados...

Luciano
En mercado libre hay algunos pero son de autos la mayoria. Habria que buscar algun coleccionista. Claro que te puedo prestar los mios, si los encuentro.