jueves, 3 de diciembre de 2009

El regreso de Johnny Bravo

Hace semanas que trato de encontrar el molde original de este esperpento millonario pero se me queda el nombre en la punta de la lengua y no sale… ¡no sale! Y eso que una de mis grandes virtudes es poner el apodo justo en el momento justo, en eso no tengo rival. Menos mal que la gorda del lavadero me sacó de apuros cuando gritó entre carcajadas:

“Ese tipo… el payaso Fort… ¿no les hace acordar a Johnny Bravo?”

Y sí, con el pelo gelificado, inflado como un muñeco Michelín, un tonto con plata, engreído, vanidoso, que protagonizó su propio reality del absurdo y ahora se revuelca con la fauna mediática creyendo –pobre infeliz- que debe la fama a su “talento”. Claro que Johnny Bravo era un perdedor con las minas pero a Ricardito le llueven bombachas por la cabeza. Y no es para menos, si algunas por mucho pero muuuuuuucho menos son capaces subastar el alma… por un alquiler, un viajecito, un par de fotos comprometidas o los tan codiciados quince minutos de fama.
Ricardito nada en un mar de baba, las chirusas se disputan su voluble atención sin recato ni pudor, es el hombre -¿hombre?- del momento y sabe cómo disfrutarlo, se vanagloria de su éxito, cuenta los billetes y los gatos de Esperanto afilan sus colmillos, y baila, canta y opina como el que más. Canta mejor de lo que habla pues es difícil comprender en qué dialecto se expresa si es que expresa algo.
Ricardito Fort es una distracción como cualquier otra. Un parásito de buena cuna, heredero del imperio chocolatero, un pelotudo importante que con lo que le costó la prótesis del mentón bien podría poner un comedor infantil ¡y nos dejamos de joder!
Ay, Ricardo… Billetera mata galán, eso lo sabemos todos. Y vos de galán no tenés mucho, no es galán un hombre que ha perdido el respeto y la caballerosidad, un hombre que aún con dinero no es más que un chiflado escapado del infierno de Dante.
Yo me quedo con tu hermano, el mayor… Roque. Ese no hacía el ridículo ni se paseaba rodeado de modelitos de dudosa sexualidad. ¡Qué bien que la hizo Roque con los quesos…!
Bon appetit.

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