-¿Más?
-Un poco más… ahí está bien.
Para cuando terminó el tijereteo, el piso era un colchón de pelo
muerto. Pensé en guardarle un mechón a Él que fue el primero en oponerse al cambio sin siquiera escuchar los motivos. Pero, no. Barrí yo misma los despojos mientras mi peluquero fetiche preparaba un rico café y pensaba que ahora tengo la cabeza livianita, por dentro y por fuera, y me gusta así. Me gusta MUCHO.
-Un poco más… ahí está bien.
Para cuando terminó el tijereteo, el piso era un colchón de pelo

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