domingo, 10 de julio de 2011

El glosario según Élida

Al parecer, llegamos a 7° grado carentes de vocabulario o, por lo menos, del vocabulario suficientemente frondoso que se espera de una señorita culta.

Las palabrotas me las aprendí todas de boca de Paula que también me enseñó cómo tenía que “soltar” el brazo para lanzar pelotazos como bala de cañón. Paula me enseñó TODO lo que no tenía que saber y, a cambio, yo la ayudaba a estudiar por miedo a que sucesivos bochazos la perdieran en el camino.

En cambio Élida (la maestra de 7°) se empecinó en que debíamos “nutrir la lengua”, si no para convertirnos en futuras poetisas, al menos para redactar decentemente la lista del supermercado. Así, en un cuaderno prolijamente subdividido en columnas, la consigna era convertir palabras al azar de sustantivo a adjetivo, verbo o adverbio con prefijos, sufijos y la mar en coche, y cuanto más disparatado fuera el resultado, mucho mejor.

Caricia acariciable acaricia acariciadora acariciante
Hoja hojarasca deshojada deshoja deshojadamente
Triste tristeza entristece tristemente tristísima tristona

Después restaba estructurar frases elegantes utilizando las nuevas palabras.

“Deshojados nubarrones amarilleaban en el cielo lagrimeante”.

A las cansadas ganaba adeptas este nuevo razonamiento y el vocabulario florecía como los gladiolos del cementerio.

-¡Salve, don Clemente! Hambrienta y febril, he surcado umbrosos senderos para deleitarme en el aura especiada de los quesillos celosamente atesorados en la gélida profundidad de su magnificente botica.
-¿Quezo? ¿Qué quezo? ¿El mantecozo?

-… harina de bronceados trigales que aterciopeladas manos de madre amasan pródigas de amor…

-¡Filomena! ¡Ven, mujer, que no entiendo un coño!

-¡Cállate, bruto! Niña ¿qué vaz a llevar?

-… la mansedumbre adolescente de una hogaza dorada al calor del horno vehemente…

-¿Pan dizez? Clemente, creo que ha dicho “pan”.

-¿Pan o fijazaz?


Y así la vida cotidiana se iba convirtiendo en un gran problema gramatical. Pero qué narraciones suculentas me mandé… ¡faaaaaa! Es que tanta sinapsia y parasíntesis sumaban estilo a la sanata y, si no convincente, cuando menos la cháchara terminó resultando entretenida.

Por eso, cuando algún distraído comente con envidia o asombro “Qué vocabulario tiene esta chica…” sabrán que no me quemé las pestañas leyendo el Quijote ni a Cicerón. Mi lengua colorida se enreda voluptuosa en los tornasolados pasadizos del glosario de Élida… y, por las dudas, mejor no la desato.

2 comentarios:

maga dijo...

Como te acordas??? Me hiciste revivir de un saque todo 7mo grado!! Que es de la vida de Elida?? Que mina jodida, como nos baño con la manguera en el viaje a mardel y nos dio de comer esas hamburguesas grasosas! Vos eras la preferida jeje!

Menta Ligera dijo...

Que contas Maguita? Me acuerdo y tengo el glosario todavia jaja! Elida se emociona cada vez que ve nuetras fotos, quiere que la incluyamos en las reuniones (of course not!) y pone frases religiosas en su FB, probablemente del librito ese de las "pequeñas cosas", tambien lo tengo.. De las hamburguesas no me acordaba pero si de unos fideos con gusto a caldo de pollo que eran incomibles.
No era la preferida! Capaz un poco porque cantaba y tocaba la guitarra, nada mas. La consentida era Maria Laura Prov(...) no?