viernes, 1 de julio de 2011

Créase o no

Cambié de lugar. No me importó que Norita me mirara de reojo cuando apoyé mi anatomía en SU cama que ha comprado a fuerza de años de estirar las patas soñando con el cuerpo esculpido que jamás tendrá.

Sentí alivio cuando me recosté. Cerré los ojos. Llené de aire los pulmones y tanteé las correas a los costados de mi cabeza alineando correctamente la columna. Entonces miré el techo y por poco se me salta el corazón… Ahí estaba otra vez el ladrillo con cara de niño malo. Miré arriba de la cama 4 y el ladrillo raro no estaba… ¡juro que no estaba! Ay, Dios mío, se mudó conmigo y me sigue mirando…

Las demás camas estaban ocupadas, ni modo de cambiarme otra vez. A esta altura poco importa que me tilden de chiflada, a ver si el día menos pensado aparezco ensartada en un resorte y nadie jamás imaginará que ha sido obra del niño malévolo que me hace burlas desde su ladrillo.

La próxima me cambio otra vez, así hasta que se canse y se quede en su lugar. Por si acaso, si no vuelvo… ya saben quién fue.

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