sábado, 14 de enero de 2012

Bienvenidos al tren

Hay un paraguayo colgado en el hueco del contrafrente. Es el pintor “de exteriores”, así se autodenomina, y desde hace días sube y baja en la silleta con ruido de latas y pinceles. Me asusté la vez que apareció de la nada asomando medio cuerpo adentro de la cocina, entonando un sapucai a modo de saludo mañanero. La incredulidad cedió paso al enojo y se lo hice entender. La cocina es mi templo y no se entra así como así, ni que se le zafe la silleta.

Con el correr de los días nos hemos hecho amigos, le sirvo agua fresca cada vez que lo veo sudar la gota gorda y charlamos de la vida y de los marcos de las ventanas. En breve le sonsacaré el secreto del tereré y entonces seremos casi familia.

El otro, el pintor “de balcones”, es algo muy distinto. Nos cruzamos ayer en el ascensor. Tan alto y tan bonito y los ojos tan azules.. un Brad Pitt paraguayo. Lo espero de un momento a otro, tarde o temprano será el turno de mi balcón y vendrá, sé que vendrá.


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