lunes, 5 de marzo de 2007

Acontece

Acabo de tener un sueño ultra erótico y me desperté en el momento preciso. Sospecho que ya no podré volver a dormir.

El calor me tiene mal. Por la ventana se ve la piscina iluminada, un retazo de mar que se confunde con el cielo y enormes palmeras de un verde oscuro y lustroso. Me gustan las palmeras. Y también las plantas tropicales de hojas grandes, húmedas. Se respira humedad.
Hoy una señora me acosó en la playa queriendo hacerme probar las bondades de la baba de caracol. “No, obrigada”, pero ella insistía gesticulando ridículamente. A toda costa quería embadurnarme la cara con esa pasta asquerosa y a mí se acababa la paciencia y la cordialidad de turista ingenua. Gracias a Dios se dio por vencida. Pero me puteó en dialecto africano y probablemente me haya echado un gualicho.
Me parece que me voy a castigar con esa botellita de ron que vi en el frigobar. Si tengo suerte, en un rato estaré otra vez en los brazos de Morfeo.

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