martes, 6 de marzo de 2007

Chuva na praia

Es increíble como de pronto el cielo azul impecable se convierte en una única y amenazadora nube arrepollada, y en cuestión de segundos: el diluvio universal. Cuando a duras penas hemos logrado reunir nuestros petates para huir en desbandada… ¡el milagro! La nube desaparece como por arte de magia y el sol arde con renovada intensidad. Este fenómeno se repite a diario, dicen. Y ya lo estoy comprobando.


La historia del día es que, caminando por la arena húmeda como me recomendaron para fortalecer mi paz mental y aclarar las ideas, sin querer porque no lo vi, pisé un cangrejo que probablemente tampoco me vio y no tenía intención de quedar atrapado bajo mi pie.


¡Ay, qué dolor! Susto e incredulidad al ver esa cosa amarilla regordeta apretándome fuerte. Lo revoleé de una patada. No fue mi intención hacerle más daño del que él me hizo. En realidad, fue más por susto que por venganza. Sucedió todo tan rápido que decenas de turistas imbéciles corrieron sin aliento con la cámara digital siempre lista para inmortalizar el recuerdo y llegaron tarde.
-Hey, look at this! It’s a crab!
Y sí, nabo. Una cacerola no es. YO lo pisé, es mío. Pero me empujaron y ya se estaban sacando fotos con el pobre cangrejito. Uno llamó a la esposa y se acostaron los dos en la arena poniendo cara de “en el nuevo continente descubrimos un cangrejo”, después vinieron otros y como el bichito asustado quería escapar trataban de dirigirlo con un palito y me pareció que lo lastimaban. No pude impedirlo. Al final H se lo llevó lejos y lo puso a salvo pese a las protestas de toda esa banda de ignorantes que porque vienen de vacaciones a la tierra de los sudacas creen que tienen derechos de explotación sobre cualquier cosa que les parezca exótica.

Encontramos también aguas vivas de colores que parecen profilácticos usados.
Y rescatamos a un calamar bebé que estaba perdido en la playa.

No hay comentarios.: