Es la última mañana del último día del año... Y yo acá, medio dormida aún, el pelo encrespado como un remolino, jugando a los carritos chocadores en el minúsculo Coto del barrio, cargada hasta la peluca de turrones y latas de atún para el gran festín que nos reunirá otra vez en familia, la excusa soñada para engullir a lo pavote sin el más mínimo complejo de culpa.
Un año difícil, el antes y el después… Todavía no logro vivir el después, no sé bien dónde estoy parada, qué me depara la vida pero, a los trompazos, intento despejar el camino en medio de este mar de dudas.
Mi rey de corazones está lejos, se aburre, duerme la siesta tierra adentro, me extraña y lo extraño. Ha sido un año turbulento también para él que bien merecido tiene un descanso. Un año de revoluciones deviene necesariamente en el cambio y esta vez ha de ser para bien, tiene que ser para bien.
El sol pega fuerte en mi cabeza, lucecitas de colores giran como un torbellino a mi alrededor, me debato entre ensaladas rusas, piononos, nueces y burbujas de champán, se hace tarde y el deber me llama.
¡Ahora sí!
Un año difícil, el antes y el después… Todavía no logro vivir el después, no sé bien dónde estoy parada, qué me depara la vida pero, a los trompazos, intento despejar el camino en medio de este mar de dudas.

El sol pega fuerte en mi cabeza, lucecitas de colores giran como un torbellino a mi alrededor, me debato entre ensaladas rusas, piononos, nueces y burbujas de champán, se hace tarde y el deber me llama.
¡Ahora sí!
A mis lectores incondicionales que acompañan mis momentos de alegría, tristeza, buen y mal humor, que han echado raíces en mi corazón, los que cada día me hacen sonreír y enojar (sí, a veces)… A ustedes, mis mejores deseos ¡SIEMPRE!
Gracias por esta singular amistad.
SHABAT SHALOM, JAG URIM SAMEAJ
SHABAT SHALOM, JAG URIM SAMEAJ