viernes, 12 de diciembre de 2008

Devolución



Me mimó, preguntó infinidad de veces los motivos de mi silencio, me hizo escuchar canciones que llegan a lo más hondo del alma, cantó para mí, me acarició y me abrazó muy fuerte como si quisiera transmitirme algo de su calor.
Pensará que no supe apreciarlo, que carezco de sentimientos, que sus esfuerzos fueron vanos, que me alejo y lo alejo. Nada de eso, en absoluto. Tanto lo sentí que volví a convencerme de que me es imposible avanzar si no está a mi lado, si no escucho su voz, si no leo en sus ojos que algo muy fuerte nos mantiene unidos en un presente tan incierto.
A sus múltiples preguntas no puedo responder, aún temo pronunciar las palabras que me comprometerán para siempre, que quizá lo hagan dudar y temer la resurrección de un pasado que algún día, espero, dejará de atormentarlo.

Sólo diré (y él sabrá entender) que:

- disfruté mucho viajar con vos
- quiero acompañarte siempre, en todo, pero “todo todo”
- no perdí ni una palabra de los cuentos, aunque nuestros juicios difieran
- si me pongo irritable, no es tu culpa (nunca te culpo), pero sos mi cable a tierra y alguna descarga tenés que aguantar
- adoro la velocidad cuando vas al volante
- mi gran deseo, esta vez, era caminar juntos a la orilla del mar


Y lo más importante, lo que de verdad quiere saber… Mi silencio no encierra secretos, es sólo que por momentos la realidad me desborda, no quiero ocupar el lugar de nadie más, no quiero entristecerte con mis penas ni preocuparte ni lastimarte, y por desgracia a veces no encuentro a tiempo las palabras adecuadas para decir cuánto te amo.

No hay comentarios.: