sábado, 27 de diciembre de 2008

Ausencia

Rescate emotivo de un nunca bien valorado Post, escrito de puño y letra, hace tiempo ya, para SETERMINOLAJODA y para el ingrato de su dueño que por aquel entonces creí desaparecido en un pestilente agujero negro.
Brindo por el retorno, ya que no puedo decir “reencuentro”. ¡Salud!


Hay ausencias que matan lentamente.
Otras vienen bien, producto del deseo incontenible de que Fulanito se evapore en el aire, se lo trague una boca de tormenta, lo pise un tren y que su odiosa figura desaparezca para nunca más volver… Dicen que cuando uno desea mucho "algo", se convierte en realidad. A mí no me resulta. Digamos que he deseado ver desaparecer a unos cuantos que no sólo no se han ido, sino que últimamente me los cruzo en todos lados. Y tengo como un déja vu, se me repiten las caras, los veo en sueños y su recuerdo me persigue… ¡se me aparecen!
Pero hay ausencias de todo tipo. Ausencia de cosas importantes, elementales. Cuántas veces hemos andado por la vida con los bolsillos vacíos porque literalmente "no hay un sope" y peor aún, quién no ha llegado muerto de hambre a los pies de la heladera rogando por una miserable feta de salchichón y resulta que no hay ni una gota de leche vencida para tirar a la basura. Ausencia total. La heladera vacía da una imagen de desolación capaz de abatir a un soldado espartano.
Los hay que sufren la ausencia de e-mails y chequean compulsivamente su casilla para encontrar al menos un spam que les devuelva el alma al cuerpo; los que mueren "al grito de la moda" y se desgarran ante el placard a punto de reventar porque no tienen qué ponerse ni plata para comprarse lo último de lo último; los que viven encadenados al teléfono esperando inútilmente que suene y no suena y son capaces de quedarse horas escuchando el disquito de la hora con tal de que alguien les hable al oído… Y los que simplemente pasan por la vida sin dejar huella, indiferentes, ausentes.
Ausencia y soledad.
Ausencia y obsesión.
Ausencia y depresión.
Hay ausencias que no se entienden y pedimos a gritos una explicación. Como cuando alguien querido, muy querido, en quien has depositado toda tu confianza y viceversa, con quien has compartido penas y alegrías, alguien que supo ser tu cable a tierra, tu consejero, tu alma gemela, tu Alcoyana-Alcoyana… de repente, sin motivo aparente, desaparece sin dejar rastros. Lo buscás. Al principio sin darle mayor importancia porque han tenido alguna diferencia y es lógico que el silencio ayude a disipar los enojos, como ha ocurrido otras veces, como aquella primera crisis con protestas y reclamos que luego devino en cálida reconciliación y todo volvió a ser como antes… o mejor, sí, mucho mejor. Pero cuando pasa el tiempo y no hay respuesta, ni reclamos ni enojos ni nada… empezás a preocuparte. ¿Por qué no aparece? ¿Le habrá pasado algo? Y te sentís en parte responsable. Y recordás que ante tu mínima ausencia de medio día, él movía cielo y tierra buscándote, pensándote en peligro, queriendo saber dónde estabas y con quién. Y esta vez vos no hiciste lo mismo. Dejaste pasar demasiado tiempo y ahora él no está. No vuelve. No puede o no quiere.
Su hogar está más desolado que una heladera vacía. Pero igual entrás de vez en cuando a mirar si todo está en orden, si alguien cambió las cosas de lugar… No es lo mismo sin él. Y duele la ausencia.
Tal vez abriendo un poco la ventana, dejando entrar un rayo de sol… ¿volverás?

2 comentarios:

Angelina dijo...

Menta,
Por si te interesa, el susodicho esta bien, en Calafate con trabajo y con mujeres por supuesto!!!!

Menta Ligera dijo...

Hola, Angelina.
Si, ya se!! jajajajaja!
Lo que pasa es que me broto toda cuando pienso que el desssssgraciado borro el blog y tiro mis posts a la basura sin miramientos de ningun tipo. Asi que me los devuelvo de a poco.
Que lindo que estes por aca otra vez...
Besos muchos