jueves, 12 de abril de 2007

El que guarda siempre encuentra

Esta mañana desperté con la convicción de limpiar la biblioteca. No sólo ordenar los libros. LIMPIAR. Sacudir el polvo y que brillen los estantes. Porque para qué corno le encargué al carpintero una biblioteca de tres cuerpos, a medida y de roble como a mí me gusta si después ni el color de la madera se ve con tanta tierra.
Desayuné maquinalmente con esa ansiedad de plan premeditado, impostergable y, munida del plumero, lustramuebles y trapitos varios, corrí a cumplir mi misión.
Con cuidado fui bajando uno por uno los libros más viejos, esos de Sopena que heredé de mamá, los de Dumas y Víctor Hugo. No recordaba tener tantos. Algunos son tan antiguos que las tapas se quiebran en pedacitos al mínimo roce. Los acomodé con amor arriba de una silla y suavemente los limpié con una franela.
Hay muchos libros infantiles. Tal vez demasiados... Y una cantidad considerable de partituras sin clasificar que por ahora quedarán en lista de espera.
La colección Robin Hood, aunque incompleta, suma unos 120 tomos de los cuales la mitad necesita nueva encuadernación o por lo menos un retoque. El resto se ve bastante bien. Ya no hay sillas disponibles pero puedo apilarlos en el piso. No queda otra.

Recién empecé y ya me duele la espalda.
Libros de economía, historia, novelas, matemática, teatro, cuentos, química…
El piso es un laberinto bibliográfico. Debo controlar la tentación de hojear las páginas de aquellos que, de tanto tiempo ocultos a la sombra, ahora me parecen adquisiciones recientes y novedosas. Como ese gordísimo de María Estuardo que leí hace tanto. Mil y pico de hojas de papel biblia… ¡Mierrrda! Se me cayó todo el estante ¡y la rrre p… que lo parió! De reojo veo el lustramuebles derramándose sobre la alfombra. ¡El broche de oro! Es seguro que no podré quitar la mancha blanca. Qué tragedia.
Con rapidez y precisión intento rescatar los libros del desastre. Hay páginas sueltas y trocitos de encuadernación que servirán de alimento a la aspiradora.
¡Olalá! Y esto??? Digamos que no es precisamente lo que esperaba encontrar… ¿Quién no guardó algo alguna vez, tan pero tan bien escondido que ni uno mismo lo puede encontrar? Pensándolo bien, hubiera preferido sorprenderme con un billete de 100 pero a fin de cuentas es material histórico: cartas de amigas de vaya a saber cuándo, una buena cantidad…
Acá hay una que data de 1987: es de Karina P. con quien me debo haber peleado por algún motivo importante porque me ruega casi en llanto “¡si no querés hablar, por lo menos saludame!” Y hay una de Rafael de 1994, con membrete del Hotel Aladdin de Las Vegas, que se habrá mezclado por error: “esos silencios tuyos y míos, me gustaría romperlos con un gran beso”. ¡Ah bueeeeeno!
Sospecho que me quedaré un rato sentada en medio de este torbellino de libros recordando viejos tiempos. El hallazgo bien lo vale.

3 comentarios:

Unknown dijo...

La verdad Meri, te tengo que felicitar es impresionante el crecimiento que a experimentado tu blog, en este último tiempo, te estas haciendo un nombre en la blogosfera,le encontraste la vuelta a lo que escribís, y es una vuelta que gusta y más importante , te gusta y eso me pone contento. Por haber bancado al blog cuando estaba solito. Seterminolajoda y YO, te felicitamos.

Unknown dijo...

Para que veas, lo que hago por vos y tu espacio, para afirmar lo que dije en el comment anterior, para eso te tengo una sorpresita:

Mentita es Grande Menta es
WWW.QUIEROMENTA.COM.AR
pero me tiene que contactar para que le indique, como activarlo, la felicito.
Ud. se lo merece...

Unknown dijo...

Estas viva !!!!! que alegría, poerdón por lo que ya sabés, pero despues te explico..beso