sábado, 14 de abril de 2007

“Primera vez”, hay muchas

Nunca antes había estado en un quirófano.
Me disfrazaron con una bata blanca a lunares azules, escarpines gigantes de esa tela-papel descartable y una gorra para el pelo que no quería quedarse en su lugar. Todavía seguía oliendo a Pervinox y tenía hambre y sed.
H me acompañó hasta el último minuto. Se lo notaba nervioso.
Me dejaron unos instantes en la antesala del quirófano con Valeria, la anestesista.
V: ¿Naciste el 5 de agosto? Yo nací el 6, pero tengo un par de años más.
M: Igual podemos decir que somos chicas de treinta. Qué linda que es tu gorra, toda de dibujitos.
V: Sí… es lo único que podemos usar acá para divertirnos entre nosotros. ¡Jajajaja!
M: Y… ¿cómo sabés que cuando me duermo no siento nada de nada?
V: ¿Es la primera vez que te operan?
M: Sí.
Entonces me explicó todo, con mucha paciencia y dulzura. Un amor.
Finalmente entramos al lugar de los hechos y ahí estaba él, mi médico experto y tan dueño de sí. (¿Se dio la carmelita?)
Dr: ¡Hola, nena! Va a estar todo muy bien. Quedate tranquila que después yo te despierto y te cuento.
M: Qué linda es su gorrita, doctor. Es la más colorida de todas.
Y no recuerdo nada más.
Cuando desperté ya todo había terminado.
Dr: Bueno, ya estás operada. ¡Quedaste bárbara!
M: Grac… Uy, nnn pueddd habbblar…
Dr: Es normal. Ahora descansá, después charlamos.
Y con un espantoso dolor de garganta, tos seca y una sed como si hubiera caminado todo el día bajo el sol del Sahara, me fui rodando en mi camilla hasta la sala de recuperación donde me sentaron en un sillón majestuoso esperando que se me pasara el mareo. Me sentía como si hubiera tomado un litro y medio de whisky pero sin resaca.
H estaba a mi lado. Contento y tranquilo. “¿Querés ver la tele?” Yo levantaba el pulgar o lo bajaba para significar que ese canal mejor no. “¿Gran Hermano? No, es temprano todavía”.
Por fin me ofrecieron agua y más tarde el mozo trajo una bandejita con tarta de zapallitos y ensalada de frutas que devoré en segundos.
Uno de los médicos del equipo, que si no fuera cordobés lo miraría con otros ojos, anotó todas las indicaciones y, considerando que estaba lo suficientemente estable, me dio permiso para irme a casa.
Salí tambaleando del brazo de mi marido. ¿Por qué todos me miran y me saludan como si me conocieran de toda la vida? Me pregunto qué habrá pasado en el quirófano. Podrían haberme violado que yo ni enterada.

4 comentarios:

Angelina dijo...

Querida Menta,
No me digas que has pasado a ser una chica pechugona! Bienvenida al teen.
y si es otra cosa felicitaciones tambien!!
Besos

Menta Ligera dijo...

Hum... Lolas no todavia. Pero lo tengo pendiente. Besos

Ladyvina dijo...

y entonces qué? Qué intriga!!

Menta Ligera dijo...

Ladyvina, te dire que esto es para charlar entre amigas... Podriamos ponernos de acuerdo con Angelina y las jabrus y les cuento todo con detalles.
Lo malo del asunto, y lo comprobe hoy, es que en el servicio de estetica ahora me conocen TODOS, absolutamente TODOS: medicos, residentes, asistentes, etc. Me converti en una celebridad, todos me saludan y me preguntan como estoy. Diosss... Preferiria seguir en el anonimato total. Pero bue... Como yo siempre digo, la belleza cuesta, duele y paradojicamente te convierte en bicho raro.