lunes, 4 de febrero de 2008

Había una vez una paloma

Son esas cosas que se le graban a uno de una vez y para siempre, como con un hierro al rojo vivo, y nos dejan vulnerables, el costado débil temblando a la intemperie, sabemos que hay “algo” que nos puede, nos paraliza, un “hasta aquí llegué”, y que aunque presumimos de valientes, aguerridos e intrépidos ese algo nos sigue mirando desde el fondo del inconciente y aparece en el momento más inverosímil para refregarnos en las narices que “no somos nada”.
Como esa vez en el cumpleaños de Pamela, cuando gané la carrera del huevo y la cuchara y me premiaron con el dominó de los Picapiedras y yo estaba chocha, rechocha de la vida… y entonces alguien chistó, se apagaron las luces, nos obligaron a sentarnos rápido en el piso y de la puerta del dormitorio emergió como una sombra… ¡el mago!
Era la primera vez que veía un mago en vivo y en directo, los imaginaba muy altos y con barba puntiaguda. Nada de eso. Este era gordito, petiso, con un bigotito ralo que lo hacía parecer un viejo degenerado. Para cada truco buscaba un ayudante entre el público infantil. A Benjamín le tocó desenrollar una soga sin fin, Merceditas jugó con unos aros metálicos muy grandes y Pío intentó adivinar dónde estaba el as de diamantes. Pero cuando de la galera asomó temeroso el conejo rechonchito, blanco como la nieve, moviendo el hocico con curiosidad, todos pedíamos a gritos que nos eligiera para participar. Y lo eligió a Juan.
Me quedé quietita en un rincón, observando con envidia hasta que el truco terminó y el conejo desapareció dentro de la galera entre los aplausos de chicos y grandes. Fue entonces cuando el mago me llamó. El principio del fin...
Me señaló con el dedo y yo no quería. La vista clavada en el piso, los cachetes colorados, resistiendo a más no poder mientras “mis amiguitos” me empujaban hacia delante. El mago me tomó de un brazo con cierta rudeza y me colocó en el centro del improvisado escenario, de espaldas a él, con una venda en los ojos. Me dio unos golpecitos en la frente con la punta de la varita, dijo no sé qué sandeces y ¡zas! tenía "algo" en mi cabeza tirándome del pelo horriblemente, algo que se movía y me pinchaba, algo… Cuando me quitó la venda ya estaba llorando, de indignación lloraba y porque la cosa esa me hacía doler. Hasta que sentí como que se me quemaba el cerebro y algo cremoso y maloliente me resbalaba por la sien… Caca de paloma… ¡Caca de la paloma que el imbécil pelotudo del mago hizo aparecer de la nada sobre mi cabeza! Y ahora todos se reían y yo lloraba cada vez más fuerte. Los espasmos asustaron a la paloma que voló al borde de la galera y ahí se quedó como si nada. No había consuelo posible, me limpiaron la cabeza con una servilleta pero el olor era insoportable, tanto que nadie quería acercarse a mí. Fue el cumpleaños más espantoso de mi vida. Y sólo tenía cinco años…
Cómo son las cosas. No puedo ver una paloma ni de lejos, me impresionan, les temo, me produce escalofríos verlas cruzarse en mi camino. Y si hacen ese ruidito gu-gu-gu… ¡me muero! Literalmente me da un ataque de nervios y caigo fulminada en medio de la calle. Soy capaz de hacer un rodeo de quince cuadras para no pisar la plaza del Congreso. ¡ODIO A LAS PALOMAS! Y también a los magos con bigotito de degenerado que torturan a los niños con vendas en los ojos y cosas que tiran del pelo y no miden las consecuencias, no entienden que ahora estoy estigmatizada para el resto de mi vida ¡por una paloma que me cagó la cabeza!

4 comentarios:

Ladyvina dijo...

Te iba a recomendar que vieras Atracción Mental, un programa que produce una amiga mía pero tu relato me bastó para olvidarme del tema ya que el protagonista en un MAGO!!!
Lo relataste tan bien, Menta, que lo viví y hubiera hecho cualquier cosa por estar en ese cumpleaños y salvarte de esa situación tan humillante!!
ABAJO LOS MAGOS QUE NO CONTEMPLAN LOS SENTIMIENTOS DE LOS NIÑOS!!!
Un beso

Luciano dijo...

Si, muy buen relato. Te odio. :P
Pero odiás a las palomas por eso?
Sería tan bueno viajar en el tiempo,ir al cumpleaños y ponerle un escopetazo a la paloma, el mago y los simpáticos de tus amiguitos.
Bueno, por ahi no un escopetazo, con un palo de golf, ponele.

Menta Ligera dijo...

Ladyvina
Si, fue humillante de verdad. Hubiera rogado por alguien que me vengara, un hada madrina que convirtiera a este mago de morondanga en calabaza para que escarmiente. No hay nada que hacer, hay tipos que se aprovechan de la inocencia infantil sin medir las consecuencias. Gracias!! Hubieras sido mi hada madrina ideal!!

Luciano,
¿Me odias porque el relato es bueno? Entonces me siento orgullosa porque los tuyos son excelentes, ya te lo dije.
Con un palo de golf o uno de amasar. El de amasar es mas contundente, no?

Luciano dijo...

Con el de golf tenés mas momento de inercia, y otra actitud en general.

Si, porque el relato es muy bueno.