viernes, 23 de mayo de 2008

VLAD

“No era muy alto, pero sí corpulento y musculoso. Su apariencia era fría e inspiraba cierto espanto. Tenía una nariz aguileña, fosas nasales dilatadas, un rostro rojizo y delgado, y unas pestañas muy largas que daban sombra a unos ojos grandes, grises y bien abiertos; las cejas negras y tupidas le daban un aspecto amenazador. Llevaba bigote, y sus pómulos sobresalientes, hacían que su rostro pareciera aún más enérgico. Una cerviz de toro le ceñía la cabeza, de la que colgaba sobre anchas espaldas una ensortijada melena negra.” Descripción de Vlad Tepes por Nikolaus Modrussa, delegado papal en la Corte húngara.

Nada hay que deplore más en esta vida que los secuestradores de libros. Esos a quienes con afecto desinteresado les has entregado un pedacito irremplazable de tu vasta pero nunca suficiente biblioteca, creyendo que se constituirían en guardianes del tesoro, celosos del deber, deseosos de cuidar, proteger y devolver “en las mismas condiciones” y "en un plazo razonable", sin que tengas que insinuar, pedir, rogar, amenazar ni allanar.
Llevo un cuidadoso registro de los libros que he prestado. Cuándo, a quién y con qué propósito. Algunos retornaron sanos y salvos. Otros permanecen en el limbo esperando que el prestatario se digne siquiera airear las páginas. Muchos no volverán.
Pero el caso es que –y me avergüenza confesarlo- he conservado en mi poder la joya que mi muy querido amigo Ralph me confiara hace ya tanto tiempo, aunque por cierto la he custodiado con tanto amor que en ningún otro lugar habría estado mejor.
Qué tristes son las despedidas… Al cabo de siete largos años (recién noto la paradoja de este número) ha llegado el momento de separarnos. No quiero pero debo. Mañana retornarás a manos de tu legítimo dueño y permanecerá tu recuerdo aleteando a medianoche contra la blanca faz de la luna, un aullido a lo lejos y tu temible nombre eternizado en mi memoria.

Adiós, mi príncipe oscuro, señor de las tinieblas… ¡Adiós!

Dicen los que saben que dormir con un libro bajo la almohada garantiza la transmisión del contenido por ósmosis directo al cerebro. Me pregunto que sucederá si duermo esta noche con él bajo mi cabeza... Porque si es como cuentan, con él me dejo y después no importa nada más…
Si me encuentran desangrada, las marcas inconfundibles en mi largo cuello y la mirada turbia, extasiada… sabrán que he tenido el mejor sexo de mi vida y he muerto feliz. Y estaré con él, por toda la eternidad.

2 comentarios:

Luciano dijo...

Un vampiro no es lo mismo que un chupasangres...
Te dije que vivi en el barrio adonde vivió Bram Stoker en Dublin?
No te dije? Te digo ahora.
jo.

Menta Ligera dijo...

Noooooo!!!! ¿En serio? Ay que envidia, lo que daria por estar ahi. El librito este es realmente una joya, una cronica detallada de las andanzas de don Tepes, con descripciones que ponen los pelos de punta y no dejan dormir. Maravilloso!