lunes, 22 de febrero de 2010

Una tarde como hoy

Cuando mi DUEÑO y yo jugamos -un día como hoy pero no hoy pues contratiempos varios nos lo impiden- cuando se nos da por jugar a descubrirnos simulando que lo ignoramos t-o-d-o, que somos vírgenes el uno del otro, entonces mi cuerpo es el territorio que él adora conquistar. Caricias que me enloquecen, zonas estratégicas que son sólo suyas, montes, valles, selvas, flor, perla…

Me besa los labios despacito y yo me dejo, dibuja sonrisas en mi boca y me explica, me demanda, me ordena. Yo obedezco.

A veces jugamos a que no estamos solos y por ahora es sólo un juego, una fantasía.

Le gusta mi pelo, sólo él puede enredarse en mis cabellos sin que me moleste en lo más mínimo, nadie más que él. Me mira a los ojos para decirme las “cosas importantes” y, si acaso avergonzada bajo la vista, me obliga a mirarlo otra vez y siento como un nudo en el pecho, me tiemblan las palabras.

-Decímelo.
-No quiero, prefiero no acordarme.
-Si vamos a seguir adelante, tenemos que poder hablar de eso.
-…
-Todavía me cuesta confiar...
-Pero vos… ¿QUERÉS confiar?
-Sí, por esto estoy acá.
-Te quiero.
-Yo también.

Con besos suaves me quita el maquillaje, me quita los prejuicios y también el mal humor cuando me enseña a dejar de tomarme todo tan en serio, especialmente a mí misma.

Una tarde como hoy podríamos estar comiendo ese rico budín de chocolate, sentados en el piso de la cocina o acurrucados entre las sábanas arrugadas mientras vemos caer la lluvia sobre los techos de la ciudad gris, ruido de gotas pesadas y ese otro tan tentador que hace la bombilla cuando el mate se ha quedado sin agua.

2 comentarios:

analia dijo...

ME GUSTA TU BLOG, TENES BUENA PROSA, INTERESANTE, DIVERTIDA, SALTAS DE UN TEMA A OTRO SIN DESORIENTAR AL LECTOR.

Menta Ligera dijo...

Gracias, Analia. Bienvenida a mi mundo, me alegra que te guste.