domingo, 28 de febrero de 2010

Missa Brevis

Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y si “dos veces BREVE”, simplemente genial.

Me anoté en un taller de verano, uno de los tantos talleres de canto que permiten a los directores recaudar un dinerillo extra en esta suerte de pre-temporada. Descarté con inmensa pena el taller de música medieval y el de Charpentier, pues todavía no tengo bien desarrollada la habilidad de estar en dos sitios al mismo tiempo. La próxima vez podría tirar los dados o -¿por qué no?- reincidir en este pequeño proyecto que ha sido tan pero tan gratificante.

Un Haydn respetuoso del estilo, sencillo, de armonías puras en terceras que se elevan hasta las
puertas del paraíso. Bajo la estricta consigna de “abreviar”, el Gloria resultaría un enredo de voces incomprensible si acaso el texto fuera menos familiar, sin embargo suena bello, suena muy Haydn.

En cambio Mozart, con su eterna culpa a cuestas, amedrentado por un padre que lo amó tanto como lo castigó, dibuja un Kyrie cargado de tensiones que hacen
dudar del perdón divino. Mozart teme no ser "perdonado" y su “brevedad” es dramática, por momentos tormentosa aunque no por ello menos hermosa.

Dos Misas breves, dos magníficos compositores y dos grandes maestros. Todo por partida doble y el coro, embelesado, bebe gota a gota este delirio de fugas y hemiolas que es “brevis” pero no tanto.

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