domingo, 15 de febrero de 2009

Sleep with me

El tiempo no se detiene, la muerte es un visitante implacable que tarde o temprano habrá de llamar a la puerta.
(El curioso caso de Benjamín Button)


Nada que agregar a esta extraña fábula que narra con inspiración y sensibilidad la historia de amor de dos personajes desencontrados en el tiempo, belleza y ternura se entrelazan en un marco de grandes recursos visuales que conmueven.
Pero hoy no estoy para críticas cinematográficas… Es que el objeto de esta pasión irracional que me quema hasta la médula no me deja pensar, no puedo ver más allá de su mirada cristalina, esa sonrisa que me hipnotiza y me deja como atontada, la boca abierta y un hilo de baba deslizándose por la comisura… magnetismo puro.
Le pese a quien le pese, mi noche de San Valentín estuvo muy bien acompañada y, al menos en sueños (y qué sueños…) el muchacho demostró que vale su peso en oro.

2 comentarios:

Luciano dijo...

No sé, a mi Brad no me gusta ni como actor, el otro día vi ese dialogo con Peter O'Toole en Troya y el tipo no estuvo a la altura.
Pero bue, sí le envidio los abdominales.

Menta Ligera dijo...

Che, pero yo no me referia al actor... Lo otro, vio? Ahhhh... perfection.