jueves, 5 de marzo de 2009

Te amaré en silencio

“Jamás te haría daño, te quiero demasiado para siquiera imaginarlo”.

Me pregunto cómo estarás, si volvió la sonrisa a tus labios, si dudás, si olvidaste mi olor y las caricias que tanto demandabas, si pensás en mí tanto como yo en vos.
“No puedo ofrecerte nada…” ¿Te acordás? Pienso en eso desde el primer día, aún antes del primer beso, cuando me ataban mil cadenas y sin embargo corría a tu lado ante el más sutil reclamo, cuando jugábamos al descubrimiento, por momentos arriesgándolo todo, felices, desesperados. Siempre supe que sería así, lo acepté, lo acepto… ¿Por qué habría de ser diferente? ¿Por qué pretender algo que no quiero de una manera tan burda e innecesaria?
Todavía no logro entender, me hundo en complicadas deducciones, equivoco el camino, me pierdo en llanto y ansiedad…
Quisiera ver más allá para despejar las dudas, para castigar y reparar, para gritar, para reír, para pedir perdón o agradecer. Quisiera que vieras en mí la misma luz que siempre vi en tus ojos, besarte en la frente y saber que confiás en mi palabra. Quisiera devolverte la paz que no te arrebaté, limpiar tus heridas y las mías para amarnos otra vez.
Y si ya no es posible, guardaré tu recuerdo como un tesoro muy preciado sin soñar jamás con olvidarte, tus ojos que son mi vida, tu voz que acaricia mis oídos, tus manos que me envuelven en un oasis de amor perfecto…
Tuya.

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