lunes, 23 de marzo de 2009

Terminó en un zanjón

Una discusión acalorada, gritos, la amenaza producto de una furia que me aterra, de ese algo incontrolable que nos mantiene atrapados en una verdadera pesadilla, palabras hostiles que corrompen sin piedad, que se llevan la paz, la declaración de amor reducida a cenizas, intento explicar lo que no entiendo y mi voz se pierde en el vacío...
Tiemblo como una pluma en medio del temporal, camino sin rumbo al rayo del sol, entre la gente que me mira con asombro, nadie se atreve a preguntar pero muchos quisieran saber.
Debo haber estado en trance al menos un par de segundos, lo suficiente para que el bocinazo que sonó muy cerca de mi oído me advirtiera del peligro, fue todo tan rápido que tardé en tomar conciencia.
Tropecé contra el cordón de la vereda en el preciso instante en que el auto pasaba veloz a mis espaldas, fue como si el mundo se diera vuelta del revés y de pronto se hiciera un silencio de tumba interrumpido abruptamente por un extraño chapoteo y la sensación de no saber qué sucedió.
Alguien recogió mis pertenencias, todo excepto el celular que escapó de mis manos describiendo una parábola siniestra y aterrizó en el agua de la zanja, fue como si dijera "¡basta!", como si el principal testigo de este drama interpretara mi dolor a la manera de un amigo que busca protegerme... pero ¿de qué? ¿de quién?
Una crisis de llanto me envolvió con la fuerza de un abrazo titánico, lloré inconsolable acurrucada en el escalón de una casa anónima, apretando con fuerza el celular mojado y sin vida, negándome a responder las preguntas de los curiosos.

Días más tarde...

M: No entiendo, no puedo explicar, no sé cómo defenderme...
E: ¿Pero por qué y de qué tendrías que defenderte, Menta?
M: No sé... la verdad, no sé.
E: Yo te creo, para mí no cambiaste, sos la misma Menta que conocí.

Es posible que sus palabras no fueran del todo desinteresadas, que detrás del velo de la amistad palpite el deseo de haber llegado primero, de gozar una felicidad que nos fue negada a ambos. Sin embargo, confío, su voz me serena, no me avergüenza mostrarme como soy, desnuda y transparente, él sabe entender.
Antes de despedirnos me abrazó fuerte, me besó en el hombro y dijo algo más, algo que me conmovió: "Ojalá te hubieras enamorado de mí... Yo no te dejo ir así nomás."

1 comentario:

Sofi dijo...

Lei tu email muy atentamente y me cuesta creerlo, ya te voy a dar mi opinión me parece quie esta mas claro que el agua lo que paso. Quedate tranquila, aca no tenes que explicar nada, coincido con E (no se quein es), sos de lo mejor, unica!! Ponete bien te quierooooo! Nos vamos a desquitar con unos buenos drinks, decile a honesty! (Rich viene tambien pero me escapo como sea) A million kisses from the old town!!!