martes, 15 de septiembre de 2009

Oh La La!

Un mediodía expectante en plena capital porteña.

-¡Vienen del sur!
-¿Dónde?
-¿Los ves? ¿Los ves?
-¡Están sobrevolando el Riachuelo!
-¿Dónde está el Riachuelo?
-¡Allá vienen!
-Aaaaaaaaahhhhhhh…


Y el raudo paso de los aviones desata el aplauso de grandes y chicos, una multitud que mira al cielo con hipnótica adoración, como si Jesucristo fuera francés y estuviera a punto de eyectarse sin paracaídas sobre el obelisco.
La Patrouille de France vino a festejar el Bicentenario pintando el firmamento patrio con sus colores y los nuestros, en ese orden. Y sólo eso. El noticiero anunciaba “una sorpresa” y la gente esperaba una linda exhibición de acrobacias aéreas, algo que no se ve todos los días.
Uno entre miles esbozó el deseo que la mayoría no se atreve a expresar… “Si siguen de largo y ven un edificio pintado de rosa chicle ¡que le metan caño!” y su gracia fue coreada por los concurrentes con risas y vivas y alguien más propuso impactar contra el Congreso y el Indec. Mientras tanto, la jungla de vendedores ambulantes organizaba la distribución de banderitas alusivas y discos de Charles Aznavour.
Demasiada expectativa por unas pocas rayitas de colores. Cuando llegó la hora de las acrobacias se quedaron sin combustible… y nosotros, sin sorpresa.
Pero fue lindo verlos volar tan cerca, parejitos detrás de los Pampa, entre las torres altas de Puerto Madero. Si hubieran sobrevolado Fuerte Apache los bajaban a tiros como al zeppelin de La Serenísima, pero acá en la zona cheta sólo cosecharon aplausos.

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