martes, 21 de octubre de 2008

Sobre llovido, mojado

Volver a casa apretujada en la combi, un viento de la hostia y encima llueve, al costado de la ruta un abismo de barro y cardos se torna intransitable, lo mismo da haberse olvidado el paraguas, no hay manera de evitar la mojadura que te sepultará bajo las sábanas con un catarro de los mil demonios.
Estás sola, sola y desamparada, el celular inservible en una mano, en la otra un centenar de bolsas empapadas, cara de frustración, de necesitar ayuda con urgencia y no querer admitirlo.

Te refugiás en el portal del country hasta que amaine el temporal considerando que de todos modos, aunque corras más rápido que el pensamiento sin temor al ridículo, tus pies de princesa se hundirán torpemente en todos los charcos hasta llegar a casa.
A nadie parece importar la desgracia ajena. Los vecinos macanudos van y vienen en sus relucientes autos importados, transgrediendo los límites de velocidad, te observan curiosos y siguen de largo, algunos salpican sin querer... "Pero la re p… @(/#&#$"#&@ !!!!"
Te resignás a acomodarte en el silloncito de la sala de espera, podrías pasar allí la noche y no sería tan grave. Sí, sería espantoso pero no querés dar el brazo a torcer.
Tarareás para tus adentros la fuga del Gloria, intentando calentar la garganta y acallar a voz de la conciencia, evitás mirar hacia fuera, mostrar debilidad es inaceptable, indigno.
Y entonces alguien grita con voz cascada: “¡Nena! ¡Queriiiiida! ¿Qué hacés ahí? Subí que te llevo. Te vas a resfriar con esta lluviecita…”
Menos mal que Mrs. Septuagenaria, pese a su miopía galopante, reparó en mi calvario y me rescató. Abrí con cierta dificultad la puerta machucada del Ford inmenso que se empeña en conducir como cuando era una bella muchacha pletórica de juventud y buenos reflejos.
Afortunadamente era un viaje corto, estaba oscuro y nadie nos vio. Parecíamos Thelma y Louise rumbo a lo desconocido, dando tumbos sobre el asfalto mojado y ella tan feliz que me dio pena mostrar descontento.
La vieja es de lo que no hay. Sin duda, ha de sentirse sapo de otro pozo en este country emponzoñado, pero de seguro disfruta a lo grande riéndose en las narices de los simuladores, los ostentosos, los caraduras, los “buenos vecinos”, mientras pasea su digna vejez en un quejumbroso Ford de colección.

3 comentarios:

Luciano dijo...

Muy bien la señora.
Y espectacular la imagen de las veteranas Thelma y Louise.

Menta Ligera dijo...

Esta señora es lo mas!!! Ayer a la noche me llamo desesperada porque se le cayo la conexion a internet y no podia chatear con las amigas. "¡Poneme Yaju! ¡Y Goguel!" Es unica.

Aureliano Buendía dijo...

Esa señora se me recuerda mucho a mi abuela. Es lindo que gente mayor conserve intacta sus ganas por vivir.

En cuanto a la lluvia, la vieja te salvo pero de vez en cuando es bueno sentir la lluvia, nos hace sentirnos con los pies en el suelo.


Saludos desde macondo.