viernes, 24 de octubre de 2008

Stuff

Si estuviera por irme de viaje consideraría muy seriamente llevar mi bolsito psicodélico, el de color naranja con flores turquesa que combina a la perfección con los anteojos XL que rescaté del free shop justo después de la trifulca aquella con la loca de Migraciones.
Como de costumbre, empezaré a armar la valija con demasiada anticipación, basándome en la
lista de cosas “imprescindibles” cuidadosamente elaborada días atrás y en todo aquello que se me ocurrirá a último momento, desatando una crisis de ansiedad tan innecesaria como inoportuna. Y, porque en estos casos siempre es mejor que sobre y no que falte, iré completando los espacios vacíos con pilas de remeras y bombachas extra, decenas de bombachas que se ventilarán por el mundo, sobrevolarán el Ecuador y retornarán impregnadas de sales oceánicas, oscilando al ritmo de un merengue muy tentador. No faltarán los ítems inservibles, ridículos, privativos de las vacaciones, el pareo animal print de la tía Coca, el sombrero de paja con margaritas de tela y las ojotas con luces intermitentes, esas que te das el gusto de exhibir en aquellos parajes lejanos donde todo está permitido y lo estrambótico es sinónimo de estilo.
Ahhhh… vacaciones…
Hago de cuenta que armo la valija mientras acomodo tazas, libros, sábanas y velas en los innumerables canastos que pueblan el patio de mi casa y parte del comedor.
“Mi” casa que dentro de poco ya no será mía.
Me invade una ola de desolación al mirar los estantes vacíos pero no hay vuelta atrás, no quiero volver atrás.
Subo el volumen de mi flamante Ipod lo suficiente para disipar cualquier rastro de tristeza y sigo, incansable, tachando ítems en la lista, explotando cada tanto las pelotitas del embalaje, pensando dónde colgaré el brasero de cobre de mi tatarabuela y los cuadros de Monet y el llavero con forma de ombú y… y…
Cuántas cosas… Y todas forman parte de mi historia, aún las no elegidas por mí. No sigo, me dan ganas de llorar y no sé dónde están los pañuelos…

No hay comentarios.: