martes, 12 de enero de 2010

Ahí viene la plaga

-Me pica.
-¿Qué cosa?
-¡Todo!
-A ver… ¡dejame ver, te digo!
-…
-¡Será posible!
-¿Qué…?
-Es una colonia completa. ¡Pepo! ¡Estás llena de bichos!
-Me contagió tu amiguito…
-¡No seas ridícula!

Los vi caminar muy orondos, horrorosamente movedizos sobre la blancura del cuero cabelludo. No obstante, como si hubiera algo que constatar, hice la prueba de fuego deslizando el huevito blanco hacia la punta del pelo para estrujarlo entre las uñas y escuchar el cri-cri inconfundible de la liendre en plena gestación.

Piojos.

¿Qué hago ahora con esta cabellera tan tupida y enrulada? Parece a propósito… ¿cómo es que los niños s-i-e-m-p-r-e tienen piojos?
La dejé encerrada en el departamento con la estricta consigna de no asomar la nariz y salí corriendo a la farmacia. No quise alarmar a mi amiga que ya muchos problemas tiene, tenía que resolverlo sola.

Me mostraron un arsenal de piojicidas, shampoos y espumas y repelentes de ropa y hasta me invitaron a participar en la campaña MADRES-CONTRA-PIOJOS… Pero por Diossss… ¡No perdamos tiempo, la rep@/$#/Q%”#$#!@...!
Al final terminé comprando el viejo y querido Nopucid y un peine fino. Todo el tiempo evité rascarme la cabeza delante de las empleadas y eso que me picaba como la gran siete. La única vez que tuve piojos fue para el mundial 78, una invasión de bichos y liendres que obligó a mamá a cortarme el pelo de la cintura a la nuca y, no contenta con eso, nos lavó la cabeza con vinagre a todos (papá incluido) hasta acabar con la plaga. Pues es verdad lo que dicen… “a grandes males, grandes remedios”.

Cuando regresé, Pepo me esperaba sentada en la cama rascándose a cuatro manos. Nos lavamos
el pelo con el famoso Nopucid y, una vez seco, rastrillamos los rizos con el peine fino que arrojó toneladas de liendres crujientes sobre mi pañuelo negro de seda indostaní que parecía pintado para la ocasión.
Con bastante esfuerzo logramos exterminarlos. Por las dudas, reviso obsesivamente la cabeza de Pepo y le paso el peine fino cada vez que puedo (si me deja). Es una lucha sin cuartel… MENTA-CONTRA-LOS-PIOJOS.

4 comentarios:

Luciano dijo...

He sido campo de batalla de esa lucha. Pero después ya no, parece que los hombres son neos proclives a infectarse.
Cuando era chico me ponian alcohol donde se dejaban remojar antes unas maderitas, no recuerdo qué era.
Y vinagre, claro.

maga dijo...

MENTA ahora vos tambien sos una madre argentina!!!!!

♋ Mariposa dijo...

jajaja con que entretenerte ahora!!! puajj pobre nena, mi mama cuando era chic despues de pasarme el peine fino me ponia palo amargo para que no suban otros, por las dudas, el cabello me llegaba a la cintura
besos mint! :)

Menta Ligera dijo...

Luciano,
En mi epoca no habia tantos infectados.. Ahora que me estuve informando veo que es algo de todos los dias, los madres viven con el peine fino en el bolsillo!!!
En fin, esto sucedio exactamente el lunes pasado, los bichos ya no estan pero igual me sigo rascando.. es psicologico (espero)

Maga,
Jaja! O sea que no son los hijos los que te hacen madre sino el simple hecho de batallar contra los piojos. Que suerte tengo jajajaja! Que viene despues?? Ni me lo digas..

Mariposa,
No me puedo quejar, entretenimiento no me falto. Mi mama directamente me corto el pelo y esta vez casi me rapo yo sola, despues lo pense mejor y le di al nopucid.