domingo, 8 de mayo de 2011

Culpable pero perfumada

Hay dos olores que me recuerdan a mi madre: la sopa de verduras y la colonia Watteau.

Admito que pasé gran parte de la preadolescencia encerrada en el baño revolviendo el contenido de dos armarios que atesoraban todo tipo de objetos interesantes. Desde cremas y esmaltes hasta cepillos de bebé, un esqueleto en miniatura y jaboncitos con forma de ángeles que más tarde pasaban a aromatizar los cajones de la cómoda. Toda mi ropa olía a angelitos de jabón.

Mamá tenía predilección por los ruleros. Los había de esos enrejaditos, de plástico descolorido, algunos rotos, de todos los tamaños posibles. Pero la rareza la constituían los ruleros térmicos que estaban rellenos con algún-tipo-de-líquido y se ponían a hervir en una cacerola antes de ir a parar a la cabeza. Se suponía que enrulaban más y mejor. Es que en sus años mozos, mamá fue una ferviente cultora de la permanente “bien tomadita”.

En la bolsa de los ruleros guardaba unas redecillas “invisibles” para sostener complicados rodetes y docenas de hebillas con purpurina. Maquillajes, ni hablar. Mamá solía andar a cara lavada, a lo sumo un pintalabios rojo coral y una sombra celeste que metía miedo. Pero le gustaban mucho los ruleros y los perfumes, y de eso había para abastecer a toda la liga de amas de casa.

He llegado a pasar tardes enteras adentro del baño pintándome las uñas o depilándome las cejas hasta quedar lampiña sólo por el afán de experimentar emociones nuevas. En el colmo de la osadía, intentaba mezclas raras de acetona, talco y shampoo que guardaba en algún envase vacío y ahí quedaba hasta que a alguien se le ocurría preguntar y entonces mamá estallaba y me gritaba que esas cosas no se hacen, que un día iba a terminar matando a alguien con mis inventos.

Entonces evitaba la acetona que me delataba por el olor y probaba con perfume de bebé o Heno de Pravia. Con el que nunca me hubiera atrevido era el frasquito de Aromas de El Cairo (auténtico) que era la joya preciada de mamá. El envase decía que olía a sándalo y había unas maderitas nadando en el fondo del envase, el líquido era oscuro, denso y extremadamente dulce. Una gota en la nuca mantenía alejados a los mosquitos durante semanas.

Pero mi preferida era la colonia Watteau. Me echaba dosis generosas en el pelo y los hombros haciendo ¡splash! como la chica de la publicidad. “¡Pará de bañarte en perfume!” rezongaba mamá. Pero yo le daba con ganas a la Watteau agitando el frasco grande de vidrio grueso como culo de botella para que la colonia hiciera espumita. Eso fue lo que me perdió… Un día lo agité demasiado, tanto que el frasco salió volando resbaladizo, pegó en el borde de la bañera y rebotó dos veces antes de estrellarse contra el piso dejando un reguero de vidrios rotos y el olor del delito impregnándolo todo. Al instante, los gritos de mamá que debía estar previendo la tragedia y ahora podía desquitarse sobre mi perfumada humanidad.

-¡¡¡¿Qué hiciste?!!!
-Nada…
-¡¡¡¿Qué se rompió?!!! ¡¡Abrí la puerta!! ¡¡Abrí te digo!!

Negarse hubiera sido mucho peor, así que abrí despacito y mamá me sacó de los pelos gritando que era una desobediente, torpe, que ella SABIA que esto iba a pasar y bla, bla, bla… Yo miraba los pedazos de vidrio y los riachos de Watteau desperdiciados en un segundo. Creo que nunca me perdonó… Aunque hice cosas peores, antes y después, romper el dichoso frasco fue una mancha indeleble en mi historial.

Esa fue la última vez que olí la colonia Watteau… pero no la olvido.

2 comentarios:

Luciano dijo...

No la conozco a la colonia.
Pero fué sólo un frasco roto, nade de destrozos.
Los ruleros en mi casa eran usados como proyectiles, esos con el líquido adentro, y los otros como soldaditos, etc. Pobre madre, no le duraba nada.

Menta Ligera dijo...

Preguntale a tu mama.. eran Watteau o Mary Stuart, envases familiares de vidrio grueso. Inclusive mi suegra me regalo una Mary Stuart para un cumpleaños, la habra tenido guardada 30 años y me la enchufo a mi!
Fue terrible el accidente, mi mama se enojo mas que cuando le rompi la canastita de Murano que era una obra de arte. Yo era de romper cosas, sin intencion, claro..