Pocos tienen el privilegio de visitar la Catedral en penumbras, prácticamente vacía, cobijando bajo su cúpula a un conjunto prodigioso que recrea a Mozart moribundo, en la cumbre de su creación musical. Ajena a los vándalos que tiran bombas frente al Cabildo y pintan sus columnas con leyendas obscenas, la Catedral es un refugio en medio del caos, solitaria y majestuosa, algo de lo cual estar orgullosos.

También visité al Cristo del Gran Amor y le hice compañía a Monseñor Leoni que lleva más de un siglo vuelto al polvo. Lo antiguo siempre me parece novedoso, querría conocer t-o-d-a-s las historias detrás de la Historia y sentirme parte de ellas.
Como era de esperar, al canal del estado se le “rompió un móvil”, ergo no televisarían el concierto. Se supo a último momento aunque, para ser honestos, nunca albergamos esperanzas. El primer concierto del año es en la Catedral Metropolitana, están invitados por igual y al mismo precio las señoronas de la alta sociedad y los cartoneros que revuelven la suciedad de Buenos Aires. Siempre es así… Mozart murió en la indigencia y Hannah Montana viene a llenarse los bolsillos a la tierra de Atahualpa. El mundo al revés.
La Catedral dormía en silencio.
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