miércoles, 11 de junio de 2008

El lado oscuro

Supe quién era en cuanto la vi. Bueno, quizá no exactamente… pero me asaltó esa sensación inconfundible cuando la vi subir la escalera con la agenda inflada de papelitos, el pelo mojado y la pollera muy corta. No era como las demás o por lo menos ninguna otra me despertaba inquietud, ni siquiera curiosidad.
Toda esa cosa de la intuición que me hace ver más allá de donde me propongo. No quiero pero está ahí, simplemente sucede. ¿Hereditario? Puede ser… No es que sea vidente ¡claro que no! Aunque mal no me vendría en estos tiempos que corren. Tuve la misma sensación cuando saqué la plata del plazo fijo una semana antes de la debacle total, no consulté a nadie, lo hice y zafé, y con algo de culpa me conté entre los escasos privilegiados. No me pregunten cómo, prefiero no saber, tampoco estoy esperando que me pase, sencillamente sucede en el momento exacto y la imagen borrosa de lo que “podría ser” adquiere la certeza de un axioma.
Ella hablaba con desparpajo, parecía simpática. Retuve su nombre e imaginé hasta dónde podría hurgar sin levantar la perdiz. Al sentarse vi su marca, la vi por primera vez, no es que supiera que la tenía… Definitivamente no daba el perfil pero aún así no dudé, fue como un fogonazo, el alerta.
Volví a verla otra tarde, nos cruzamos un par de segundos, lo suficiente para mirarnos frente a
frente y grabar la imagen. Sentí una punzada de celos, más fuerte esta vez, en especial porque yo me iba y ella se quedaba, siempre se quedaba, nunca parecía apurada.
Maquiné excusas para facilitar la indagación pero obtener datos fehacientes sin generar sospechas se hacía prácticamente imposible. Al cabo de un tiempo dejé de insistir hasta que una noche, una de esas noches que se anuncian perfectas y felices, mientras caminaba distraída con la cabeza en las nubes, un auto frenó bruscamente a centímetros de mis pies. Era ella. Me miró muy seria, asustada o enojada, no sé. Seguí mi camino, la sonrisa se perdió en la neblina. Venía a verlo a él.
La última vez que la vi salía de la estación de servicio, en una mano el celular y en la otra un atado de cigarrillos. La odié, odié su libertad, odié no poder estar en su piel esa noche cuando durmiera con él.
Finalmente logré reunir algunas piezas del rompecabezas pero no era suficiente. Demasiados interrogantes, cosas que no encajaban, alguien mentía deliberadamente.
Entonces no imaginé cuán cerca estuve de la verdad, lo supe tarde y de la forma menos pensada, casi con violencia. Y cada día un poco más, un dato nuevo que se agrega para revelar otra parte de la historia, aunque a esta altura ya es más de lo mismo. A veces quisiera no saber, no enterarme, no quiero más esta sensación que despierta toda mi ansiedad y me vuelve paranoica, peligrosamente toc.
Ya sé quién es ella, lo extraño es que no hayamos vuelto a cruzarnos. Me pregunto si al verme intuirá… es posible.

5 comentarios:

Angelina dijo...

Querida Menta,

Que fragil te leo, no podes salir del laberinto!! a veces las cosas son mas faciles de lo que pensamos, pero no estamos libres para verlo

Menta Ligera dijo...

Hola, Angelina!
Que alegria leerte de nuevo!!! Si, es exactamente asi, por momentos me parece imposible aunque se cual es la salida, el problema es animarse.

Il Capo dijo...

La verdad no entiendo nada y crei que a esta altura por lo menos yo tendria que saber todo o por lo menos las cosas mas importantes como estas, y para colmo hoy estuvimos todo el dia juntos , no se que pensar , es como que ultimamente tus escritos son un misterio...................

♋ Mariposa dijo...

Vengo a dejarte besos...no sè nada de vos...espero que logres el equilibrio...seràn los astros que marean? o nosotras que ceptamos el pasaje gratis hacia ningùn lugar?
Besos...

Menta Ligera dijo...

Il Capo
Sabes todo lo importante de mi aunque es cierto, esto deberia habertelo contado antes. No quiero secretos con vos, acordate siempre.

Mariposa
Son los astros y somos nosotras... Yo tampoco se nada de vos. Que paso con tu blog?? Seguis alla en la tierra de la caipirinha?