viernes, 27 de junio de 2008

Veritas Veritatis

Hay días más grises que otros, tan opacos que no dejan pasar la luz. Hoy, por ejemplo… mejor me hubiera quedado en la cama.
El primer error, gravísimo, irreparable, dirán que fue un descuido pero yo sé que no es cierto, lo guardé sin precauciones porque no tenía tiempo de buscar la cajita y ahí quedó hasta que lo olvidé, hasta hoy cuando abrí el cajón con la torpeza que me caracteriza y el abanico de la abuela se rajó de un lado a otro como si fuera papel de seda, en un segundo, todo
sucedió tan rápido que me costó asimilarlo.
Fue terrible… Como si se hubiera desgarrado algo dentro de mí. Porque no soy fuerte como todos creen, no soy inmune a los pinchazos ni a la mentira ni a los caprichos de la moda, no brilla
ninguna estrella sobre mi cabeza y me desmorono al menor soplo de viento. Como cualquiera… ¡peor que cualquiera!
Odio mirarme en el espejo y enfrentarme a la imagen de esa mujer que no quiero ser, la que se culpa y lamenta, con la nariz paspada y cara de haber estado llorando.
Hoy nada me hará reír, las lecturas han dejado de complacerme, perdí el deseo y las ganas.
Mañana será otro día… espero.

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