lunes, 22 de septiembre de 2008

Advertencia

María Antonieta dijo una vez, refiriéndose a su archienemiga la bella condesa Du Barry: "Esta mujer no volverá a escuchar el sonido de mi voz". Y vaya si lo sostuvo, tanto que el caprichito constituyó un problema de estado y el rey se vio obligado a intervenir para calmar las aguas.
Aún así, la rebelde princesita continuó dando pelea. Y no estaba
errada... Porque nada hay más devastador que el silencio, la indiferencia que fustiga, fría y filosa como la hoja de un bisturí.
Sufrir y hacer sufrir, esa es la cuestión. Con o sin intención, a veces sin medir el daño ni poder repararlo.
Si es cierto lo que dicen por ahí... "lo que no mata, fortalece", me consta que ha de ser muy a la larga. El problema es cómo capear el temporal que te deja indefenso en medio del caos, el ahora, el presente. El dilema es cómo salir.
Yo no soy ni quiero ser María Antonieta... Bueno, a veces sí, sobre todo en la época de las vacas gordas cuando se compraba esos sombreros gigantescos con plumas y puntillas y organizaba fiestas y bailes y todos caían rendidos ante su encanto juvenil.
No lo soy, claro que no, ni soportaría que lo fueran conmigo... Pero si de algo estoy segura es que si me buscan, me van a encontrar. No tengan dudas.
He dicho.

3 comentarios:

Luciano dijo...

Pero no matarás con la indiferencia...o si?

Menta Ligera dijo...

Solo si es necesario...

Luciano dijo...

Yo no puedo ser indiferente y tampoco lo soporto.
Soy capaz de hacer malabarismo con bolas de lava con tal de que me den pelota.