miércoles, 16 de abril de 2008

Le grand "petit hotel" - Parte II

Fuimos puntuales. El vendedor esperaba en la puerta fumando un cigarrillo, apretujando entre los dedos nerviosos un manojo de planos y anotaciones, con la esperanza de encontrarle “novio” al caserón. La arquitecta llegó minutos más tarde.
Hechas las presentaciones del caso y tras cierto forcejeo con el candado oxidado, nos adentramos en el museo del horror.

-Son trece habitaciones en total. Los servicios están clausurados y las ventanas… bueno, después abrimos las de la planta alta.
-¿Llueve?
-No, esteeee… hay humedad, como en toda casa vieja.


¡Craaaak! ¡Pluuum!

-Ah, cuidado… ¿Se lastimó? Hay algunas maderas flojas… Mire donde pisa.
-¿Y ese olor? ¿Será el baño?
-¿Qué le parece, arquitecta?
-Y… hagan de cuenta que lo que no se ve, no existe, y lo demás hay que hacerlo a nuevo.

H estaba anonadado. No imaginó ni por un instante que el “petit” hotel fuera tan grande y parece que, desde que pisó el primer peldaño de la interminable escalera, se afianzaron sus ideales de restaurador.
Pero no tenía caso seguir soñando. Al tacho nuestras ilusiones del palacete propio. Y pensar que no estaba tan mal, con un poco de paciencia y mucha pero mucha plata, habríamos podido hacer de esta ruina una preciosidad.
Sorprendí a la arquitecta mirando con codicia el exquisito diseño de los pisos de mármol. No me vengan ahora con reciclados medio pelo, ¡esto es calidad! Aunque las puertas tengan cien años y crujan los pisos y el techo esté lleno de goteras.
Qué lindo hubiera sido… Hasta me imagino vestida y peinada a lo Mariquita Sánchez de Thompson, tocando en el piano de cola algún vals de Chopin mientras los últimos rayos de sol arrancan reflejos rojizos a la madera recién lustrada.

3 comentarios:

Luciano dijo...

Potencial tiene, lástima que cueste tanto dejarlo como nuevo.
Debe ser muy lindo vivir en un lugar así. Espero que no lo terminen tirando abajo.
Laburé en un lugar así y si fuera millonario me compraría tal lugar, con sus pasadizos entre habitaciones, los pisos, los techos, esos ventanales.
Pero bue, todo no se puede.

Menta Ligera dijo...

Tiene mucho potencial, es una verdadera joya pero claro, reacondicionarlo cuesta tanto como el edificio en si. Yo SUEÑO con vivir en un lugar como ese. Tal vez algun dia... ¿Y si hacemos una vaquita?

Luciano dijo...

Bue, peo yo tengo derecho a pasearme en ojotas y bata carmesí con el mate en la mano y al altillo.