viernes, 10 de agosto de 2007

Desde "La Boca" con amor


-¿Me vas a cantar? Por favor…
-No.
-¿Por qué no? Pongo la música bien fuerte y cantamos juntos.
-¿Qué música?
-Escuchá…

Somos novios
Pues los dos sentimos mutuo amor profundo
Y con eso ya ganamos lo más grande
De este mundo
Nos amamos, nos besamos
Como novios
Nos deseamos y hasta a veces sin motivo y
Sin razón, nos enojamos

No importa la gente, ni el ruido, ni el frío, ni el señor del estacionamiento que se pregunta nervioso por qué todavía no bajamos del auto. Porque estamos cantando. Por eso. Y nos encanta.



Para hablarnos
Para darnos el más dulce de los besos
Recordar de qué color son los cerezos
Sin hacer más comentarios, somos novios.

Un sol invernal asoma detrás las nubes y Caminito estalla en mil colores. La feria, los artesanos, las cantinas, los turistas, el río… “y a los lejos la voz del bandoneón”. Deambulamos sin rumbo entre cientos de paseantes, a la sombra de los conventillos, buscando tango y un sombrero de cuero. Y escucho otro capítulo de la misma historia, la que nos une y desune y alguna vez será tan sólo un recuerdo.
Es tarde. El hambre se hace sentir y flota en el aire un aroma parrillero que impide razonar. El restaurante de la esquina se llama “La perla”. Franquean la entrada Gardel y Troilo y puertas adentro una ráfaga de historias, nostalgias de una casa de citas del 1900 desde cuyas ventanas se observa el paseo ribereño. No puedo despegar la vista de las fotos en blanco y negro que cuelgan en desorden aquí y allá. Fidel Pintos, Nélida Lobato, Minguito, Olmedo, Hugo del Carril, Tita Merello… y cientos de publicidades antiguas y cosas curiosas.
Nos sentamos muy juntos, uno al lado del otro. Todavía me cuesta y me resisto hasta que por fin, al calor de una larga charla y un rico plato de pastas mediante, empiezo a sentirme libre, con ganas de compartir esas cosas que durante tanto tiempo guardé sólo para mí.
Un antiguo teléfono de colección pende de la pared, muy cerca. Con un movimiento rápido lo descuelga y no puedo evitar sonreír, mezcla de sorpresa y satisfacción, al escuchar el diálogo imaginario: “Lo que vos no le das, se lo voy a dar yo”.
Y a lo lejos un tango en la voz de Castillo…
Con el último acorde, un beso largo y miradas que lo dicen todo.
De alguna manera siento que todo empieza a acomodarse.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sos unica,tan fresca como las plantas de las labiadas.
Me emocionaste , sabes que me podes...........
Te NECESITO porque te QUIERO y no te QUIERO porque te NECESITO.
Gracias.................

Menta Ligera dijo...

Gracias por enseñarme siempre y por abrirme tu alma.