martes, 7 de agosto de 2007

Salir corriendo

Al final será cuestión de resignarme y culpar a mi mala estrella por no encontrar un puto taxi vacío cuando más lo necesito. “Pero si son apenas nueve o diez cuadras…”, acotará alguna voz envidiosa a modo de reproche, como si quien suscribe se creyera la reina de Babilonia esperando la carroza por no ensuciar la suela de sus zapatos. Pero te la regalo… No son “nueve o diez cuadras”, son doce. Cuadras adoquinadas, poceadas, llenas de energúmenos que caminan a zancadas empujando, más bien atropellando en su afán de cruzar la calle en el último segundo a riesgo de sucumbir aplastados bajo la mole de un camión con acoplado que no amaga a frenar pero atrona el aire con su bocinota al mejor estilo BJ McKay. Le falta el mono y cartón lleno. Y los guarangos que sobran en todos lados, infaltables… “¡Vení, mamita, que te la chupo toda!” Asqueroso, jeropa inmundo, subnormal. ¡Chupá arsénico, infeliz! Y el semáforo que corta justo cuando estoy atrapada en el medio de la avenida…
No es mi día. Hace frío. El viento helado me hace tiritar porque en el fragor de la huida olvidé campera, bufanda, guantes y gorro de lana y aquí me ven desprovista de todo mi arsenal, víctima indefensa de cuanto virus anda pululando en esta hermosa ciudad. Y no es cues
tión de andar de paseo porque para colmo de males me demoré más de la cuenta y ahora es tardísimo. Una verdadera carrera de marcha por las calles de San Telmo en hora pico… Los tacos me perforan la base del cerebro y ya ni siento los pies. Es grotesco, tragicómico.

-¿Por dónde andás?
-Ya llego.
-¿Me comprás cigarrillos cuando subís?
-Grrrr….

No hay comentarios.: