sábado, 8 de marzo de 2008

Mi noche triste

Marzo, 1990
Promediaba la tarde. Atrincherada en el dormitorio, repasaba los ejercicios de Química, con ese miedo irracional a Moreira y sus sales envenadas.
Mamá hablaba por teléfono con Sarita. Cada vez que abro el freezer me acuerdo de Sarita cuando quiso descongelar un pollo para el asado y se le cayó en el pie y fue como si la hubiera pisado un mamut, la enyesaron y se declaró inválida por largo tiempo, y todos contaban la anécdota y se compadecían y, a partir de entonces, me alejo de la heladera cada vez que la abro, por si me ataca un pollo congelado.
Mamá adoraba hablar por teléfono. Horas y horas… Y tenía un millón de amigas parlanchinas como ella. Pero en casa ya éramos inmunes a la cháchara. Oído selectivo, eso es.
Sólo que esa tarde, por algún motivo, quizá porque era el momento y debía ser así, escuché lo que nunca hubiera querido. Fue devastador. Un viaje al pasado en tan sólo segundos, los hechos se encadenaron uno tras otro, rápido, muy rápido,
todo cobraba sentido y era tan lógico.
Me vi pequeña, como de cinco años, una mañana en casa de la nona. Papá nos dio un beso y se fue apurado, serio. Mis hermanos eran muy chiquitos y no entendían, pero yo sabía que algo pasaba. Nos quedamos unos días allí y después volvimos a casa. “Mamá no puede hacer esfuerzos”, eso habían dicho.
Y años más tarde, un día de Reyes… Mamá dijo que la tenían que operar, estaba nerviosa, preocupada. Nos repartieron entre familiares y amigos por unos cuantos días, hasta que volviera del hospital. Yo no entendía, no me animé a preguntar, pero me puse contenta cuando dijeron que todo había salido bien.
Pasó el tiempo. Mamá iba al médico regularmente, tal vez más de lo habitual pero para nosotros era ya una costumbre. No se quejaba, era alegre como una castañuela.
Algunas veces no estaba bien, nos preocupaba, pero no hablábamos de eso. Y esa tarde lo supe. Escuché, sin querer, palabras al azar… “Cáncer…” “No sé cómo decírselo a los chicos…”
Entonces comprendí. De pronto se me salió el alma del cuerpo, no sabía dónde estaba parada, seguí escuchando un rato más mientras los recuerdos pasaban antes mis ojos como un flash. Y nunca volví a ser la misma.

Marzo, 1994
Volví de la Facultad bien entrada la noche. Llovía torrencialmente y siguió lloviendo hasta la mañana. Hacía días que no probaba bocado, me temblaban las manos, aguantaba la respiración para no llorar.
La habíamos visto desmejorar lentamente y sabíamos que se acercaba el final. Muchas veces lo imaginé sin lograr hacerme a la idea. Fue tan triste…
Mamá murió esa madrugada. Se llevó con ella la risa y la alegría, se llevó parte de mi alma. Fue difícil seguir adelante, cada uno encerrado en su dolor, llorando a escondidas, sin hablar para no hacer sufrir al otro.
Pero el tiempo cura y todo pasó. Excepto que sigo recordándolo como si fuera ayer, como si todavía pudiera escuchar su voz y ver sus ojos llenos de amor.
Es el gran vacío que no puedo llenar.

6 comentarios:

Il Capo dijo...

Ment:
Nunca, jamas vas a poder llenar ese vacio,lo importante es superarlo(como decis vos) y siempre pero siempre recordar todos los momentos vividos ; ese recuerdo hace que el vuelo de la vida sea mas placentero; y esto siempre te lo digo yo.............
Te adoro.

maga dijo...

Meri, no estes triste. Tu mama vive en vos, esta con vos.
Lo que no entiendo es esa dificultad de decir lo que te pasa, si lo escribis tan bien, por que te cuesta tanto hablar? Con vos hay que adivinar todo. En tantos años nunca te escuche hablar de esto.
Pensa que tu mama debe estar orgullosa de vos y de la persona que sos. Vas a entender muchas cosas el dia que seas madre, ojala no falte mucho.
Te quiero

Menta Ligera dijo...

Il Capo
Siempre decis las palabras que necesito escuchar. Gracias, me haces tanto bien… Te quiero.

Maga, amiga... gracias.
A veces pienso que si ella estuviera conmigo seria mejor de lo que soy, tal vez no me hubiera equivocado tanto. No me gusta hablar de esto, pero escribirlo me ayuda a sacar afuera la tristeza que llevo encerrada tanto tiempo. Algo es algo.. Gracias por estar conmigo.

Luciano dijo...

Y gracias por compartirlo, porque nos ayuda también.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

La muerte es solo un cambio de estado. Tu madre esta contigo aunque no la veas, para cuidarte y guiarte. Que la tristeza no te impida crecer y ser tu misma.
Leo siempre tu blog. Veo en ti una mujer hermosa por dentro y por fuera. Si, tu madre ha de estar orgullosa.

Menta Ligera dijo...

Luciano, mi lector fiel...
Gracias por estar y ser parte de mi pequeño mundo. Besos

Jordan,
Siempre apareces en mis momentos tristes.. No sos argentino ¿no?
Gracias por tu presencia, lo valoro mucho.