sábado, 29 de marzo de 2008

Tutti

A juzgar por el besuqueo del que fui objeto, se ve que me extrañaron. Incluído el maestro S que me sonrió desde lejos y esbozó su gutural “¡Salute!”, que a esta altura aprendí a interpretar con cariño y ya no me suena a toque de queda mafioso.
Este año el objetivo es desempolvar el magnífico “Dioclesiano” de Purcell y
lucirnos con la brillantez acostumbrada en una deslumbrante puesta en escena que, por ahora, viene cobrando forma en la intrincada mente de nuestro genial director. El “Diocle” entre otras cosas… Porque el coro mormón que siempre nos acompaña declinó la propuesta de cantar junto a nosotros nada menos que “Salomón” (digamos que con soltura y elegancia nos mandaron al carajo…) y ello desestabilizó los planes del maestro S hasta casi hacerle perder los estribos y el pelo. Pero como somos un coro patotero y aguerrido vamos por más y esta temporada promete dar que hablar.
A la hora señalada comenzó el ensayo. Estamos todos… o casi. Las sopranos perforando los tímpanos y los tenores “missing in action”, para variar. Hebe se me pegó como estampilla, fiel a su costumbre de olvidar la partitura y leer de prestado. Víktor me saludó con complicidad, sabiendo guardar el secreto. Mónica “voz de trueno”, encabezando la tropa de contraltos, salivaba con pasión la cara del director que, imperturbable, continuaba marcando “pianissimo”.
Todo sigue igual, afortunadamente.
Y yo con estas ganas de cantar… ¡desesperadamente!

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