jueves, 14 de agosto de 2008

Cosmopolitan life

(Circa 1996-2000)

Cuando empecé en esto, empecé bien de abajo. El jefe, caucásico original, rubio y malhumorado, lo dijo muy claro: “Aquí nadie tiene coronita”.
En esa época éramos un grupo pequeño y heterogéneo, sin más intrigas que las necesarias para condimentar la interminable jornada laboral. Buenos compañeros, solidarios, divertidos. Claro que siempre alguno daba la nota, pero nada grave, diría que todo era muy soportable.
Cada tanto aterrizaba algún forastero venido del otro lado del océano, como Kornelia S. que un día llegó a la oficina y sin siquiera saludarla, le pusieron el paquete en el bolsillo con instrucciones precisas de tomar el primer avión a Buenos Aires y entregarlo al ingeniero Tal de la empresa TalporCual. Y llegó con lo puesto, confundida, asustada, aunque gratamente sorprendida de nuestra desinteresada hospitalidad.
Hans D. era un tema aparte. Viajaba dos o tres veces al año y apenas llegaba se adueñaba de la oficina, los teléfonos y los empleados como si no existiera nadie más. Alemán con acento latino que adquirió durante una prolongada permanencia en Venezuela, era sumamente atractivo, con esos aires hollywoodenses muy Paul Newman, un dandy con zapatos charolados y relojes de platino. Tenía clase y, de no ser por esa insoportable pedantería, hubiera resultado absolutamente irresistible. Un día lo encontraron en el baño del jefe con una jeringa en la mano, la camisa arremangada y la mirada desencajada. Hubo que desmentir los rumores que casi tomaron estado público. Hans era insulino-dependiente, sólo eso.
Lars R. fue un grato descubrimiento. ¡Pa-pito…! Alto, fuerte, musculoso, la mirada diáfana y la sonrisa cautivante. Ay, Laaaarsss… (suspiro largo) El único merecedor de mi muy exclusiva atención, lástima no habernos conocido mejor.

Del que nunca me voy a olvidar es de Cord W. Nadie lo había visto hasta entonces, aunque por la voz hueca y desapasionada no cabía esperar maravillas. Alto, tan alto que debía agacharse para no pegar la frente contra el marco de la puerta. Rubio desteñido, el pelo ralo sin gracia, ojos acuosos y las manos más largas que cualquier mortal. Parecía incapaz de experimentar la más trivial emoción, hasta ese día en que compartíamos un almuerzo rápido de hamburguesas y papas fritas y un inesperado golpeteo resonó estrepitosamente a centímetros de su cabeza, tras la claraboya de la cocina. Fue cuestión de segundos, el cristal se rompió en pedazos y un murciélago de gran tamaño arremetió contra los comensales volando en círculos sobre las bolsas olorosas de McDonalds. Cord escupió el último bocado y corrió despavorido con esas piernas larguísimas, pálido y tembloroso. Lo vimos desaparecer por el hueco de la escalera. Al día siguiente llamó anunciando que habían adelantado su vuelo y nunca más volvimos a verlo.
La tormenta del siglo sorprendió a Rainer V. en medio de un griterío infernal, pedazos de cielo raso que se desprendían sobre los escritorios y el agua entrando a raudales por las aparentemente herméticas ventanas. Le pusieron un secador en la mano con la orden imperiosa de ayudar a sacar el agua y entendió sin necesidad de traducciones. Cada vez que volvía a Buenos Aires consultaba sistemáticamente las predicciones meteorológicas, por si las moscas.
Y esto es tan sólo un petit muestrario. Mis preferidos siempre fueron los italianos, en especial Bruno que me regalaba bombones Ferrero susurrándome al oído que quería conocer mi departamento. Los españoles, no. Brutos, prehistóricos, machistas… ¡puajjj! Los americanos tampoco, tan sosos e ininteligibles. Brasileros, tal vez… pero siempre es mejor en vacaciones.
Y si me dan a elegir diré, sin repetir y sin soplar, que me quedo hasta la muerte con el macho argentino, ejemplar de exportación.

2 comentarios:

maga dijo...

¿Lars era el holandes? ¿A quien conoci yo de todos esos? No me acuerdo

Luciano dijo...

Pobres los ibéricos, se llevaron un par de ñapis.
Yo de todas las nacionalidades prefiero a las danesas y las holandeas, en ese orden.
Pero no le digas a mi mujer que me vuelve a castrar :P